Para muchos de los que ostentamos de 30 pirulos para arriba, la música de Nirvana fue en su momento una forma de expresar nuestro malestar con una época careta, individualista y hueca, que fue la de la pizza con champán, que tiene sus diversas formas de reedición en la era K. Nos reconocimos en sonidos y palabras que reivindicaban la honestidad brutal contra la hipocresía y el conformismo. Y muchos insistimos, por una cuestión de orgullo, testarudez, e incapacidad para ser corregidos, en la misma tónica.
Vaya este tema para los amigos y amigas, que saben que podemos discutir duro (casi hasta ir a las manos) pero siempre volvemos a la posición de lucha, espalda con espalda.
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