jueves, 3 de mayo de 2012

Argentina 2012: algunos aspectos de la situación política

Como está más que visto que la teoría no garpa y el asunto de escribir für ewig tiene sus bemoles, además de que de repente llegamos a los 9 años de gobiernos K, con muchos elementos que configuran una situación peculiar a nivel nacional, en un contexto internacional más peculiar aún, voy a tratar de resumir algunos aspectos, que continúan reflexiones previas que se pueden encontrar al costado derecho de este blog en "Entradas más leídas" y otras que son producto de conversaciones con FR y EM. En todos los casos son reflexiones de carácter personal, con las cuales pueden no coincidir -no sería la primera vez- mis compañeros del PTS. Estas líneas son una primera aproximación, que debe ser completada en el intercambio con otros compañeros. 

El kirchnerismo asumió el control del poder estatal después del estallido de la crisis orgánica del 2001. Cuando hablamos de crisis orgánica, hablamos de una combinación de crisis económica (no cíclica tipo las crisis industriales cada 7 años del siglo XIX, sino del esquema económico con que el país se insertó en la economía mundial por un período relativamente largo) y crisis política, tanto del sistema de partidos (separación de las masas de los partidos tradicionales, en particular las capas medias respecto del partido radical), del bloque social configurado previamente (alianza social que sostuvo la convertibilidad y el menemismo que iba desde las empresas privatizadas hasta los pobres de los barrios, con una clase media consumista que galvanizaba el bloque) y de la autoridad estatal (desconfianza hacia los mecanismos de resolución institucionales de los problemas, relativa pérdida del control de las calles, desprestigio de las fuerzas represivas, desprestigio de la burocracia sindical agente del estado burgués dentro del movimiento obrero). 

La recomposición económica posterior a la devaluación y pesificación asimétrica resolvió el primer aspecto de la crisis orgánica, dejando la persistencia de la crisis política, que por una combinación del conformismo social creciente producto de la reactivación económica y la reactivación del consumo, medidas como la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, fue dando lugar a una recomposición de la autoridad estatal, precaria pero creciente, amenazada por derecha por la crisis con "el campo" que llevó a la derrota del oficialismo en la PBA en las elecciones legislativas de 2009 y fue un momento de gran debilidad del gobierno, que éste buscó revertir con la Ley de Medios y otras medidas para hacer una base más fuerte en los sectores medios "progresistas", junto con la "batalla" contra Clarín y dio lugar al surgimiento de una "izquierda kirchnerista" más militante. Los desfiles del Bicentenario primero y la reelección de CFK después marcaron el momento de mayor recomposición de la autoridad estatal por el prestigio de la institución presidencial, el alto nivel de participación electoral y el 54% obtenido por la candidata del oficialismo, a muchísima distancia de la oposición burguesa. 

El impacto de esta situación sobre la crisis del sistema de partidos (es cierto que sigue caracterizado por su inestabilidad) es que se volvió un problema secundario. El oficialismo no necesita una oposición fuerte para mejor gobernar. Simplemente ocupó la mayor parte del espacio político (abarcando lo más posible de la centroizquierda y la centroderecha) y si bien es poco probable que pueda sostenerse un marco político así durante muchos años, lo cierto es que, no pegando más de lleno la crisis económica internacional, la ausencia de un régimen de partidos más tradicional tiene poco peso como problema para la gobernabilidad burguesa. En este aspecto se da una cierta novedad en que el oficialismo combina pejotismo en las sombras con frepasismo en el "relato" para las capas medias. Si se pasa de largo y sobrevalora la tropa propia, puede tenderse una trampa a sí mismo, igual que los personajes de la novela negra. En la tensión entre el "cristinismo puro" y el PJ en que se apoya el oficialismo para hacer el "trabajo sucio" (que los progres desprecian pero tragan como un sapo necesario) asoma la punta de una crisis mayor, pero hasta el momento se mantiene como una guerra de baja intensidad, incluso en la relación con Moyano, que es el más enfrentado con el gobierno. 

En función de estos elementos, me parece que la "crisis política" se encuentra en un impasse y esto es lo que permite que el gobierno, administrando una situación económica aún estable pero con muchos elementos de deterioro, no pague grandes costos políticos por hechos aberrantes como la Masacre de Once, el escándalo de Boudou, etc. Los puntos de apoyo de este impasse son la debilidad de la oposición burguesa y la relativa estabilidad económica. El punto de presión sobre la articulación oficialista son los signos de deterioro de la situación económica y  social (fracaso de la política energética, crisis de los servicios públicos, problemas del esquema fiscal, etc). 

En este marco, el bonapartismo del gobierno se debe principalmente a un problema de relación de fuerzas sociales objetivas, más que a las tendencias -existentes pero débiles- a la polarización social. El proceso de recomposición de la clase trabajadora durante los últimos años, hace muy difícil ir a "chocarla de frente". Esto es lo que llevó al gobierno a moderar la ofensiva pro-patronal que quería imponer con la "sintonía fina". 

Como contratendencia a este impasse, es importante destacar el creciente peso político y sindical inédito que ha logrado la izquierda de extracción trotskista en comparación con los años '90 y en cierto modo también en comparación con los '80 (donde tenían mayor peso el PC). 

Tomar esta recomposición del peso político de la izquierda como un dato meramente superestructural sería un error de politiquería superficial. Si bien el "factor" superestructural tiene un peso importante, porque la crisis de la centroizquierda deja un "espacio" para la izquierda, lo decisivo pasa por la persistencia de la "crisis de autoridad" de la burocracia sindical, que en cierto modo es uno de los efectos del 2001 que más se ha mantenido en el tiempo desde ese momento hasta acá y permitió el desarrollo del sindicalismo de base. Ahí está el punto de fuga del bonapartismo y es donde hay que enfilar las armas. A esto se suma la reversión ideológica del neoliberalismo, que si bien hace primar ideologías "redistribucionistas", también abre un auditorio para el marxismo. 

El punto de vista "catastrofista" (que siempre tuvo un peso relativo en la historia del  marxismo), la certeza de que el enemigo está destinado a perecer, actúa como un aliciente en los momentos de retroceso, pero también puede ser un complemento de la espera pasiva o la politiquería superficial y sobre todo un  obstáculo epistemológico para el análisis de la realidad política. En este contexto de relativa fortaleza del gobierno y de avance de la izquierda clasista no es más que un veneno tan fuerte como el evolucionismo y el pacifismo. Desde el ángulo de la estrategia marxista, el reconocimiento de las fortalezas y debilidades del enemigo es indispensable para saber dónde hay que golpear para prepararse mejor. Porque como decía Trotsky, lo que caracteriza la época imperialista no es la crisis permanente ni la posibilidad de tomar el poder todo el tiempo, sino las oscilaciones bruscas que ponen a un partido revolucionario frente a esa tarea. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Juan: para mí el punto es ver, entre otras "vetas" que se pueden resquebrajar de un análisis a 9 años de los K, qué sucede y/o sucederá (bueno, eso es mas difícil) con la izquierda indepte, que es la que puede nutrir la izquierda trotskista que hoy por hoy es la màs dinàmica y sólida (en mi opiniòn, el PTS); es decir, si bien como decís no es un fenómeno superestructural, parte de la nutrición fuerte proviene, además del mov obrero, del ala intelectual-cultural-juvenil-estudiantil...y eso es innegable. Ahora, ahí tb está el nudo: porque esa izquierda indepte ha girado, en mi opinión, mortalmente al kirchnerismo (digo mortalmente porque en ese juego perdió su inocencia...) luego de lo de YPF. Se encandiló. Y es un nudo porque no veo otro sector desde el cual se puedan desprender militantes de ese perfil (intelectual-cultural-juvenil-estudiantil...) hacia la izquierda, no?. Medio que ahora estamos en un punto de inflexiòn,límite, pues no es una cantera inagotable, es una cuestión generacional, al menos los que hoy tienen 20-30-40 están ahí...
saludos, Fer A.

JDM dijo...

Gracias Fer por el comentario. Estuve pensando al respecto y me parece que más allá de los sectores agrupados en la (¿por error? autodenominada) izquierda independiente, hay sectores más amplios en proceso de politización, aunque sea pasivo. Me parece que ahí hay más tela para cortar. Un abrazo y nos vemos por acá.