Llegamos por fin al final (el trabalenguas es involuntario). A lo largo de las 9 Lecciones, Aricó va bajando el nivel de la argumentación hasta llegar en la Lección Novena a la idea de que la lucha "hegemónica" se hace en el interior de las instituciones y de que ya no se trata de "asaltar" el poder, caricaturizando la posición gramsciana y la de Lenin al mismo tiempo.
El fundamento teórico para esta posición consiste en que, contra la lectura economicista del marxismo tradicional, la diferencia entre producción y circulación no es un límite insalvable del capitalismo, sino la forma de su expansión, lo cual pone en crisis las teorías derrumbistas y plantea la necesidad de una crítica de la política que a la vez sea ciencia política, que acompañe la crítica de la economía política.
Retoma Aricó la idea de que la reproducción del capital trasciende la esfera económica y se proyecta en la formación económico-social como un proceso también político y va por esta vía a una versión marxista de la teoría de la autonomía de lo político y de hegemonía en las instituciones.
Aricó sostiene que la politización de cada institución del capitalismo es un límite que el capitalismo no puede aceptar, mientras las luchas corporativas son asimilables. Sin embargo, este enfoque del autor es uno de lo que el capitalismo más asimiló durante las últimas décadas: el de las corrientes que proclamaban la constitución de hegemonía desde las propias instituciones de la sociedad burguesa. El PT de Brasil, tomado por un amplio espectro filo-gramsciano como un ejemplo de política hegemónica, es un botón de muestra de adónde conduce esta posición. La interpretación de que el punto de vista de clase equivale a corporativismo es un grosero error teórico, a partir del cual se construyó una teoría de la hegemonía inofensiva para el sistema político burgués.
No veo necesario repetir cosas que ya dijimos en los posts anteriores sobre este libro y en este viejo artículo, a los que remito para profundizar algunos aspectos de la discusión, en particular los pasajes referidos al libro Los gramscianos argentinos de Raúl Burgos y la formulación de la hegemonía que hace Aricó en La Cola del Diablo.
De conjunto, el texto de las 9 Lecciones expresa un pensamiento marxista (de matriz frentepopulista) en proceso de socialdemocratización. Esto hace que los puntos más fuertes sean los versan sobre las relaciones de Marx y Hegel, la lógica de El Capital o los conceptos teóricos de Lenin, mientras que los puntos ligados a la teoría política y la estrategia se basan en una degradación del bagaje estratégico del marxismo clásico y en una interpretación gradualista del pensamiento de Gramsci (que tiene desde ya su propio gradualismo).
Sin embargo, las 9 Lecciones y más en general lo desarrollado por Aricó antes de su pasaje abierto a la socialdemocracia, es un legado sin herederos. En efecto, para una posición marxista revolucionaria, quizás con la excepción de sus notas sobre Sitrac-Sitram, es demasiado proclive a posiciones reformistas y para las corrientes gramscianas socialdemocratizantes, es demasiado de izquierda, porque sigue hablando del marxismo en términos de una teoría de la revolución.
Quizás por eso, los trotskistas debatimos más sobre Aricó que sus supuestos herederos.
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