August Spies fue ejecutado a la edad de 31 años. Igual que George Engel y el resto de sus compañeros, sintió cómo una soga sujetaba su cuello y una plataforma se abría bajo sus pies.
Aquel otoño de 1887, la burguesía norteamericana plantaba un mensaje. No había novedad en la misiva. Solo que esta vez el tirón se producía de golpe, como hecho aleccionador, y no lentamente.
Pero como trabajar 12, 14 ó 16 horas y en condiciones infernales no podía significar otra cosa que una muerte por goteo, los obreros preferían morir peleando por el derecho a la vida: 8 horas para trabajar, 8 para descansar y 8 para disfrutar.
Completo, acá.
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