martes, 25 de agosto de 2015

Hegel o Spinoza (sobre el clásico de Pierre Macherey)

Hegel o Spinoza (Bs. As. 2006, ed. Tinta Limón, 262 págs.) de Pierre Macherey, publicado originalmente en francés en 1979 es un libro de una gran fortaleza argumental. 

La sutileza argumentativa de este libro lo vuelve un poco camaleónico. 

Aunque muchas veces se lo ha presentado como una especie de Biblia del spinozismo anti-hegeliano, los argumentos de Macherey son muy diferentes a los de cualquier lectura simplificadora. Baste decir que en ciertos párrafos dedica algunos argumentos secundarios a desmitificar ciertos pasajes de Deleuze (pág.179) y Colletti (págs. 244/245), así como anticipadamente el argumento del "materialismo del encuentro" del último Althusser (pág. 223). Pero no nos anticipemos nosotros.

Macherey procede por un método argumentativo ambivalente y riguroso a la vez. Si bien su objetivo es desmitificar la refutación de Spinoza por Hegel, esta tarea puede realizarse a condición de deconstruir la interpretación hegeliana, incluyendo la demostración de las proximidades entre ambos que Hegel pasó por alto. 

Por eso nos dice que Hegel o Spinoza, puede significar "o bien Hegel o bien Spinoza"  tanto como "Hegel sive Spinoza", es decir Hegel o Spinoza, no como alternativas que se excluyen sino como términos intercambiables y de algún modo equivalentes. 


La aclaración no está de más y no es un ejercicio ocioso, porque hace a uno de los principales procedimientos que hacen muy atractivo el trabajo de Macherey: mostrar por un lado lo "arbitario" de la lectura "por defecto" que Hegel hizo de Spinoza presentándolo como un precursor que no llegó a formular la idea de que la sustancia es sujeto y a la vez demostrar cómo en muchos aspectos que Hegel presenta como centrales en su crítica de Spinoza, el filósofo judío-holandés está mucho más cerca de Hegel de lo que el filósofo alemán estaba dispuesto a reconocer.


Macherey propone entonces modificar el orden "cronológico" que la lectura de Hegel impuso sobre Spinoza e intenta demostrar que finalmente es éste que el que refuta a aquel. Y asimismo busca indagar en cuál es el aspecto de la filosofía spinoziana que se volvió intolerable para Hegel y condicionara su lectura del pensamiento del autor de la Ética demostrada según el orden geométrico

El filósofo francés concentra los argumentos sobre los mismos ángulos que utilizara Hegel en las Lecciones de Historia de la Filosofía y en la Ciencia de la Lógica, así como parcialmente en el prólogo de la Fenomenología del Espíritu: la cuestión del método, la de los atributos y la de la negación. 

Antes de pasar a esos puntos, Macherey parte de presentar la crítica inicial de Hegel: Spinoza comienza por lo absoluto de manera inmediata, como el pensamiento oriental y de esta forma todo desarrollo ulterior no puede revestir más que la forma de una decadencia, toda vez que al presentar la sustancia como el comienzo y no como el resultado de un recorrido dialéctico en el que las determinaciones se constituyen a partir de un automovimiento, la sustancia resulta una identidad vacía y las determinaciones algo extrínseco. La sustancia de Spinoza no deviene sujeto

Hegel entonces retoma la crítica del método matemático (que extiende al conocimiento histórico), la cual ejerce con gran eficacia en el prólogo de la Fenomenología del Espíritu y aplica esa crítica al método geométrico de Spinoza. Contra esta interpretación, Macherey sostiene que para Spinoza en realidad el método es algo muy parecido a lo que es para Hegel. Citando algunos pasajes del Tratado de la reforma del entendimiento, Macherey rescata la concepción spinoziana del método ("idea de la idea" que sólo puede existir si primero existe una idea) como un camino y no como una precondición para el conocimiento: 
"... el verdadero método no es buscar el signo de la verdad después de la adquisición de las ideas sino el camino (via) para buscar, en el orden debido, la verdad misma o las esencias objetivas de las cosas o las ideas (todos estos términos significan lo mismo)" (Macherey, pág. 69).
Macherey concluye que esta lectura del método según Spinoza coincide en parte con la idea de Hegel de que el método no es un a priori ni un conocimiento específico sino el despliegue de los contenidos.

En cuanto a la noción de atributo, Macherey destaca su ambigüedad, tanto como debate contra la idea de Hegel del atributo como una determinación exterior a la sustancia. Debate especialmente contra la interpretación de Hegel de que los atributos serían solamente dos: pensamiento y extensión, mientras Spinoza destaca que el entendimiento es el que percibe estos, pero que los atributos son infinitos.

Para Hegel la relación entre la sustancia y los atributos que construye Spinoza sería "cronológica" (la sustancia es anterior a los atributos) y "jerárquica" (los atributos son determinaciones que implican un deterioro de lo absoluto). 

Por el contrario, para el autor, si tomamos en toda su significación la noción spinoziana de causa sui ("entiendo por causa de sí aquello cuya esencia envuelve la existencia; dicho de otro modo, aquello cuya naturaleza no puede concebirse sino como existente" Ética, Definición I, Primera Parte, Ed. Porrúa, México DF 1996, pág. 7) la sustancia se engendra y determina a sí misma siendo los atributos la forma de esa determinación. 

Aquí aparece algo que según Macherey es intolerable para Hegel. Al presentar en pie de igualdad al pensamiento y la extensión (lo que los comentadores tradicionales denominan "paralelismo metafísico" en una interpretación que Macherey no toma al pie de la letra) como atributos de la sustancia, los cuales no presentan un orden jerárquico entre ellos, Spinoza destronaba al pensamiento del lugar que Hegel le asignaba en su búsqueda del Saber Absoluto.

El tercer aspecto, el de la negación, reviste particular importancia, ya que hace al punto en el que las filosofías de Spinoza y Hegel se oponen más claramente. En primer lugar, Macherey busca desmitificar la forma en que Hegel popularizó la cuestión de la negación en Spinoza: a través de la frase omnis determinatio est negatio (toda determinación es negación) que Spinoza no pronunció de modo tan universal ni exactamente con esas palabras. 

Macherey cita la carta 50 a Jarig Jelles, en la que Spinoza habla sobre los cuerpos finitos y determinados y en ese contexto utiliza la expresión determinatio negatio est (determinación es negación), pero señala que para Spinoza el término determinación no tiene solamente un sentido negativo, sino también positivo (en tanto es Dios el que determina las cosas a obrar). 

En este contexto, Macherey señala que Spinoza vuelve a no estar tan lejos de Hegel o Hegel de Spinoza, con la diferencia de que mientras Hegel transforma este doble carácter de la determinación en una "contradicción racional", Spinoza simplemente lo ignora y no se siente tentado de "superarlo" o "resolverlo" (Macherey, pág. 182/183).

Macherey entonces va al núcleo central de la crítica de Hegel a Spinoza: su sustancia no deviene sujeto o lo que es lo mismo, en su filosofía está ausente la "negación de la negación" que es el trámite dialéctico (por utilizar una expresión de Carlos Astrada) mediante el cual el Sujeto se constituye a partir de un largo recorrido en el que se aliena en el objeto y luego vuelve a su unidad a partir de su propio automovimiento interno. Aquí Macherey vuelve a hacer una inteligente crítica. Si la sustancia spinoziana no es un sujeto, la sustancia hegeliana tampoco es un sujeto, sino que es Sujeto, es decir, es un proceso mediante el cual el Sujeto se vuelve absoluto y se liquida asimismo como sujeto concreto. 

Macherey, por el contrario, propone una "dialéctica de la sustancia", una dialéctica material, basada en la noción spinoziana de conatus, el esfuerzo de cada cosa por perseverar en su ser, siguiendo una causalidad mecánica, en lugar del movimiento resultante de presentar la identidad de una cosa y su contrario, acorde con la existencia de un sujeto intencional a la manera hegeliana (Macherey, págs. 211/212).

Señala asimismo que el límite entre una dialéctica materialista y una idealista es una pregunta a responder más que una demarcación establecida con claridad, ya que en la historia de la filosofía no puede hablarse de la dialéctica en general o de "toda dialéctica" (pág. 260). 

Si bien el enfoque de Macherey es muy atractivo, deja varias cuestiones pendientes. La principal a mi entender es la siguiente: una vez realizada la relectura crítica de Hegel desde Spinoza, invirtiendo el "evolucionismo" impuesto por Hegel en la historia de la filosofía ¿dónde queda parado el pensamiento emancipatorio con una metafísica materialista estructurada alrededor de una causalidad mecánica, por más que sea inmanente? ¿Cuánto ganamos y cuánto perdimos después de poner a Hegel en "su lugar"? 

En este sentido, una proximidad entre Spinoza y Hegel, señalada por Marx en un conocido pasaje de La Sagrada Familia es que la filosofía especulativa alemana había sido una restauración "victoriosa y sustancial" de la metafísica del Siglo XVII  (en particular Descartes, Malebranche, Spinoza y Leibniz) contra la que había luchado el materialismo inglés y francés del Siglo XVIII. 

Desde este punto de vista, la posición de Macherey implica un retroceso no cronológico ni evolutivo, sino teórico, respecto del nuevo materialismo de Marx, que se delimita de la metafísica, del materialismo mecanicista y de la filosofía hegeliana que transformaba los sujetos reales en "predicados de un predicado abstracto", buscando comprender los sujetos sociales concretos y sus relaciones a través de conceptos como la alienación, la propiedad privada, la sociedad humana, la praxis, las clases, la lucha de clases, el fetichismo de la mercancía, la plusvalía, las leyes tendenciales y otros. 

Por último, cuesta mucho no relacionar este enfoque "antisubjetivista" de Macherey con un clima de época que resumiera muy bien Jacques Rancière unos años antes de la publicación de Hegel o Spinoza:

"Hoy en día la lucha contra el humanismo teórico y la filosofía del sujeto ¿es una lucha de clases importante en la filosofía? Mire alrededor suyo: en ese punto, la Universidad francesa de 1973 está tan pacificada como la sociedad soviética de 1936. No hay un solo lugar donde no se proclame la muerte del hombre y la liquidación del sujeto: en nombre de Marx o de Freud, de Nietzsche o de Heidegger, del 'proceso sin sujeto' o de la 'deconstrucción de la metafísica', grandes y pequeños mandarines van por doquier, acechando 'al sujeto' y expulsándolo de la ciencia, con el mismo ardor que ponía la Tía Betsy al echar a los burros de su césped en David Copperfield. La única lucha entre nuestros filósofos universitarios versa sobre lo siguiente: ¿con qué salsa nos comeremos 'el sujeto'? En cuanto al hombre (...) De hecho, los únicos que todavía se atreven a hablar de él, sin más precauciones, son los trabajadores." (La Lección de Althusser, LOM Editorial, Santiago de Chile 2013, pág. 105).
Después de todo, no es tan fácil librarse del "trabajo de lo negativo"....  

jueves, 20 de agosto de 2015

Clase, Nación, Raza (Marx y Trotsky, a propósito de un libro de Kevin Anderson)

450

Por Emmanuel Barot

El entrelazamiento de cuestiones de clase, de nación y de raza, y también de género, se encuentra hoy en el centro de los debates teóricos y militantes de la izquierda radical. Retomar la manera en que Marx mismo había abordado este tema será útil, tanto para recordar que este debate no ha surgido en la actualidad, aunque se ha renovado profundamente, y que contrariamente a lo que se cree, nos puede aportar varios elementos en este plano.

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miércoles, 19 de agosto de 2015

Les PASO, le péronisme et le trotskysme argentin



Quel rapport entre consolidation du score électoral du trotskysme en Argentine, le péronisme au pouvoir et une certaine radicalisation politique et sociale dans le pays ? Quelles perspectives cette situation ouvre-t-elle pour les révolutionnaires ? Fernando Rosso et Juan Dal Maso reviennent dans cet article traduit de l’espagnol sur ces questions et tentent d’apporter quelques éléments de réponse pour comprendre ce qui se joue en Argentine, pour l’extrême gauche.

viernes, 14 de agosto de 2015

Las PASO, el peronismo y el Frente de Izquierda



Por Fernando Rosso y Juan Dal Maso

Los resultados electorales dejaron varias cuestiones para analizar, sobre las que blogueros y periodistas han ido escribiendo en la semana. 

Si el 54% de CFK en 2011 había sido el resultado de varios años de acumulación del poder del kirchnerismo en el contexto de recomposición de la autoridad estatal pos crisis del 2001 (con la ayuda de un rebote económico y una oposición disgregada como nunca), una suerte de postal del éxito relativo de su política restauradora; esta elección del 2015 es la que reúne mayores elementos de una "crisis de autoridad":

1- La sociedad argentina, contenciosa y compleja, con una tradición nacional conservadora políticamente pero arisca socialmente, a la que hicieron su aporte los pueblos originarios, los gauchos, los exiliados de la Comuna de París y la Revolución Rusa, los tanos y gallegos anarquistas, el sindicalismo, el comunismo, el trotskismo y el "peronismo obrero"; no puede ser un mero campo de traslado de los mecanismos bonapartistas de decisión interna del peronismo. 

Es decir: la "jefa" puede elegir a dedo el candidato, pero la gente de a pie no practica la misma disciplina que rige en el pelotero de La Cámpora. 

2- Desde otro punto de vista, a esta tendencia "centrípeta" desde arriba, se contraponen las tendencias "centrífugas" de la interna del PJ bonaerense y la crisis del "poder territorial" que se expresó en la "primavera árabe del conurbano". 

Entre ambas tendencias contradictorias y complementarias, se aumentó notablemente la "autonomía del votante" (obviamente dentro de los límites impuestos por un sistema que favorece a los partidos más poderosos y en el marco de una situación conservadora), que va desde el famoso "voto per codere" que permitió por ejemplo la alta elección de María Eugenia Vidal en la PBA, hasta el voto contra la casta política al servicio de los capitalistas, que se expresó en el triunfo de Nicolás del Caño en la interna del FIT. 

3-  Esta inicial "crisis de autoridad" parece ser más bien una crisis de los aparatos políticos y su relación con las que fueran durante décadas sus clientelas electorales (en especial en la PBA), sin ser una "crisis del Estado en su conjunto", lo cual es coherente con la situación en general conservadora desde el punto de vista político y con las variables económicas controladas (con el clásico atado con alambre) aunque dentro del "agotamiento del modelo".

El debilitamiento de uno de los pilares de contención del peronismo en un centro estratégico del país (una de las B, de los que algunas vez llamamos la “Triple B”: barones, burocracia y “bonaerenses”), tiene consecuencias estratégicas y habla no sólo de una situación política, sino también de cambios sociales. 

En los distritos del conurbano profundo, donde la estatalidad no lo es “todo”, pero sigue siendo mucho; triunfa cómodamente el Frente para la Victoria. En otros, donde se complejiza el entramado social debido a la recomposición y el resurgimiento de la clase trabajadora (que muchos introducen arbitrariamente dentro de la “clase media”), implica que el peso de los “barones” y la dependencia estatal disminuya y se relativice. 

A esto se le agregan las divisiones del peronismo, con Massa en el 2013 y con las grietas que cruzan a la coalición oficial FpV-PJ (o kirchnerismo y peronismo) que impidió llevar una candidatura única en el PBA (Randazzo!) y que terminó en una interna “fratricida” de los que no quisieron la ducha de humildad. 

Estas fueron las expresiones en la coyuntura de desplazamientos de largo plazo: el peronismo fue cuestionado también el 2001, el kirchnerismo se mostró como “distinto”, nuevo (el desvío), para volver a restaurar culposamente lo viejo. Y esto, sin mediar derrotas del movimiento obrero, no es gratis.

Con esta crisis del sistema de los “barones”, el factor de contención por excelencia queda en manos de la burocracia sindical.

4- El fenómeno del rechazo a la casta política debe ser tomado en serio (no se explica el surgimiento del Chavismo en Venezuela sin este fenómeno). Es un fenómeno internacional que se verifica en las recientes experiencias que van desde Occupy, pasando por #Yo soy 132, hasta PODEMOS. Sin embargo, en la Argentina tiene una historia propia y otras características.

Fue precisamente el fenómeno dominante en 2001, que no logró un anclaje de clase (por debilidad de la izquierda y mala situación inmediata del movimiento obrero) y luego fue expropiado y cooptado por la restauración kirchnerista. 

Sin embargo, durante todos estos años fue resurgiendo al calor de las cuestiones sociales que el kirchnerismo no sólo no resolvió sino que agravó: como el trabajo en negro, el saqueo extractivista, el agravamiento de la violencia contra las mujeres, la prepotencia policial, las alianzas con la burocracia sindical y los topes al salario, entre otras. 

Esto explica que el FIT tenga apoyo entre los trabajadores asalariados sindicalizados que han protagonizado distintas experiencias de lo que fuera el "sindicalismo de base" tanto como de los jóvenes, las mujeres y trabajadores precarios que no tienen sindicato y su única representación es el FIT. 

Al revés de algunos iluminados de pocas luces, cuyo balance del triunfo de Nicolás del Caño es que los vagos y malentretenidos no saben votar bien, la hipótesis a desarrollar sería la contraria: 

Que este fenómeno de rechazo a la casta política que se identifica con la izquierda trotskista y sus consignas en lugar de caer en la “no política”, sea un paso adelante para avanzar hacia una nueva identidad de clase en el movimiento obrero.

En este marco, aunque quedan dos meses para consolidar y ampliar los resultados de Agosto hacia la pelea de Octubre, ya las PASO dejan planteada una tarea que se esbozó con el éxito del 2013: la emergencia política que consolida el FIT y que es expresión, en parte de un desarrollo social (en las mujeres, los trabajadores y la juventud); empieza a generar nuevas fuerzas para una tarea estratégica: la lucha por la recuperación de los sindicatos y por la recomposición clasista del movimiento obrero, para seguir desarrollando una política hegemónica a gran escala.

lunes, 10 de agosto de 2015

Una pequeña contribución para entender las PASO del FIT y su resultado


Como en este momento exacto no estoy en condiciones de sentarme a escribir, aprovecho para repostear un pequeño artículo que habíamos publicado con Fernando Rosso en Las ideas no caen del cielo, extinto blog actualmente abandonado a la "crítica de los roedores".

Fue publicado el 20 de marzo de 2013, por lo que muchos elementos de la práctica de nuestras bancas del FIT están limitados a las experiencias realizadas en Neuquén, y por ende desactualizados, cuestión que hoy deberíamos ampliar en primer lugar a la banca de Nicolás del Caño y todos nuestros parlamentarios. 

Pero sirve para reflexionar sobre el potencial anticapitalista de algunas de las consignas "democrático-transicionales" que venimos agitando desde 2011 y naturalmente también en esta campaña de las PASO 2015. 

Era parte de una polémica que veníamos haciendo con otro contribuyente de este blog, nuestro amigo Fernando Aizcizon. 

Fin de la presentación.

Hegemonía, igualitarismo democrático y anticapitalismo

El sentido común con el que dialoga Bensaïd en su artículo "Frente Único y Hegemonía"  es del de una sumatoria de movimientos sociales que luchan por ampliar distintos derechos en el marco de la democracia. Idea que es congruente con distintas propuestas de "llevar la democracia hasta el final" que a su vez tienen complemento en una teoría de un estado postcapitalista "combinado": soviets como organismo de democracia proletaria y asamblea nacional basada en el sufragio universal como institución de la democracia ciudadana. Y, como consecuencia lógica, un partido que diluye o cambia su carácter proletario y se transforma en una suma de movimientos. 

Y esto tiene relación con  lo que dice Fernando Aiziczon (FA) en su artículo "Los problemas de la intuición hegemónica", sobre el asunto de cómo articular una política que dialogue con los movimientos realmente existentes y a su vez vaya en el sentido de la hegemonía obrera. Él parecería afirmar: "está bien la discusión teórica y la lucha por mantener un punto de vista correcto en clave de la tradición clásica, pero el problema es cómo se logra articular una política hegemónica en la realidad. En ese sentido, las 'recaídas' de Bensaïd en una posición contraria a la hegemonía de la clase obrera son expresión de las dificultades para la constitución de esa hegemonía, aún más desde el punto de vista de las prácticas de la izquierda".

Una primera respuesta a las preguntas que retóricamente se (y nos) hace F.A. es que el abandono de la perspectiva de la "hegemonía obrera" en Bensaid (y tantos otros) no se debe al desconocimiento como afirma correctamente, sino a la adaptación (es decir a empezar a considerar relativamente inmodificables) a las condiciones derivadas de las derrotas de la clase obrera durante el período llamado "neo-liberal" y a una realidad que, efectivamente, puso en cuestión para el sentido común la potencialidad hegemónica de la clase obrera. El posmodernisimo con sus alas derechas e izquierdas (Negri, Holloway) fue la expresión ideológica de estos años de reacción, y ese fue el contexto aparente de la "inevitable tentación del atajo".

Hay formas varias de seguir la discusión, empezando por plantear que, desde el punto de vista práctico, la lucha por una política "hegemónica" tiene el rol de contrapesar las presiones derivadas de una inserción creciente en un movimiento obrero que todavía tiene prácticas en las que predomina el sindicalismo, es decir que las experiencias tendientes a desarrollar políticas "hegemónicas" son todavía preparatorias, a escala limitada y todavía no mueven fuerzas sociales significativas (como fue, para poner un ejemplo conocido por F.A., la alianza entre el SOECN y el MTD en los momentos más duros de la lucha de Zanon).

Una tarea preparatoria de actualidad es  la lucha por la "educación" de la vanguardia de la clase obrera con políticas de perspectiva "hegemónica". Por eso, por ejemplo, el desarrollo de agrupaciones o movimientos de mujeres no tiene un mero interés táctico para el crecimiento cuantitativo del partido, sino un interés más estratégico para "moldear a la vanguardia" (y moldearnos nosotros mismos por aquello de que "el educador merece ser educado") no sólo en la intuición, sino en la necesidad estratégica de la hegemonía, es decir, contienen un aspecto cualitativo. E inversamente imponen combatir en los movimientos por fracciones que comprendan que su emancipación "hasta el final" y el fin de los agravios que sufren es imposible bajo el reinado del Capital, al que sólo un sujeto (que no es supuesto, sino real) puede destruir desde sus cimientos. Y lo mismo puede afirmarse de los movimientos ecologistas, o simplemente aquellos que reclaman una democracia más generosa o se manifiestan contra la "burocratización creciente de la democracia".

Un ejemplo "práctico": las demandas democrático-radicales

Una de las cuestiones a tratar desde el punto de vista teórico para responder a la indagación de F.A., es la relación entre las demandas democráticas en el programa marxista y la perspectiva socialista; y cómo se podrían articular en clave "hegemónica" (es decir que permitan a la clase obrera conquistar la "jefatura" de los demás sectores oprimidos de la sociedad).

En general, las corrientes que buscan articular "democracia" y "socialismo" (las comillas van porque así planteadas son dos grandes abstracciones en las que entra de todo), hacen especial hincapié en la institución del sufragio. Como el sufragio garantiza una igualdad formal, su incorporación a una "democracia socialista", sería la forma de tener una representación más amplia que la de una democracia estrictamente basada en soviets, más fácilmente manipulable hacia el totalitarismo. Desde esta perspectiva, la "profundización de la democracia" va de la mano con la lucha por el socialismo y resulta premisa ineludible de esta última.

Mucho menos tenida en cuenta es la relación entre el igualitarismo democrático y la lucha por el socialismo. Nos referimos a las demandas y consignas que hizo propias la Comuna de París, que provenían del jacobinismo y son la clave de una democracia más generosa: que todos los cargos públicos tengan la misma remuneración de un obrero o una maestra, que sean revocables, que se haga una cámara única de representantes que tome las funciones legislativas y ejecutivas y se termine la institución presidencial, que los jueces sean elegidos por el pueblo, entre otras. Este programa fue rescatado por Lenin en El Estado y la Revolución, en que el Estado-Comuna se complementaba con los soviets para generar una teoría del Estado proletario y su institucionalidad opuesta por el vértice a la de la democracia burguesa. A tal punto fue la importancia que le dio Lenin a estas consignas, que consideraba que significaban un "viraje" de la democracia burguesa a la democracia proletaria.

Dice Lenin, "En este sentido, es singularmente notable una de las medidas decretadas por la Comuna, que Marx subraya: la abolición de todos los gastos de representación, de todos los privilegios pecuniarios de los funcionarios, la reducción de los sueldos de todos los funcionarios del Estado al nivel del "salario de un obrero ". Aquí es precisamente donde se expresa de un modo más evidente el viraje de la democracia burguesa a la democracia proletaria, de la democracia de la clase opresora a la democracia de las clases oprimidas, del Estado como "fuerza especial " para la represión de una determinada clase a la represión de los opresores por la fuerza conjunta de la mayoría del pueblo, de los obreros y los campesinos. ¡Y es precisamente en este punto tan evidente -- tal vez el más importante, en lo que se refiere a la cuestión del Estado -- en el que las enseñanzas de Marx han sido más relegadas al olvido! (el resaltado es nuestro)

En el mundo actual, la degradación de la democracia burguesa, en la que incluso muchas veces ni siquiera se respetan los resultados obtenidos en el propio sistema organizado por el Estado, hace que los fenómenos políticos predominantes a nivel internacional tomen de algún modo este problema, planteando la cuestión de que la casta política al servicio de la clase dominante no representa a las mayorías: los indignados en el Estado Español, el "yo soy 132" mexicano, o el mismo "que se vayan todos" argentino. La extensión de las democracias a nivel planetario (las causas de este fenómeno merecen otra discusión), junto con el "neoliberalismo", ha generado un sentido común de que es el único sistema posible, pero a su vez un gran desprestigio de sus principales instituciones, en menor medida del sufragio, pero incluso con expresiones que cuestionan que el sufragio sea el único modo de intervención de las masas en la vida política, como las antes mencionadas.

El proyecto de Ley presentado por Raúl Godoy en Neuquén para que los diputados y funcionarios ganen lo mismo que una maestra, ligado directamente con la durísima lucha que llevan adelante las/os trabajadoras/es de la educación nequinos, es un ejemplo de cómo, partiendo de la tradición marxista clásica, pueden realizarse experiencias que a su vez planteen la necesidad de nuevas reflexiones acerca de cómo se articula una política hegemónica, en este caso, ligando el igualitarismo democrático, la lucha de clases y el cuestionamiento del régimen político que está al servicio de las relaciones de explotación. Y no es, como muchas veces se dice, una "excepcionalidad neuquina", sino producto de una práctica política que parte de las premisas de la realidad pero para incidir en ella de forma revolucionaria.

En este marco, las consignas "democrático-radicales" de la Comuna, aunque se mantengan en el estricto terreno de las formas políticas, tienden a tener un valor más cercano al rechazo al capitalismo o mejor dicho, al cuestionar la forma en que la burguesía extendió su dominación durante los años de restauración burguesa (democracias degradadas bajo el neoliberalismo), plantea una posible continuidad entre el igualitarismo de las consignas democrático radicales y la posición de clase del marxismo, que va del cuestionamiento de la casta que administra el sistema a las relaciones que componen el sistema mismo. En este sentido adoptan un carácter "transitorio". renuevan su fuerza vital en el mundo actual y permiten el desarrollo de una política "hegemónica" desde la clase obrera hacia el resto de los sectores oprimidos que cuestionan sus formas políticas de dominio degradadas.  Facilitan en el combate práctico la tarea de develar las relaciones entre estos "límites" de la democracia burguesa y los fundamentos económicos y las necesidades de la dominación de clase, es decir, habilitan o allanan el camino la compresión en las masas que tienen aspiraciones del tipo "gobierno barato" y que esta resolución está totalmente ligada a la "expropiación de los expropiadores".

Reafirma Lenin "La completa elegibilidad y la amovibilidad en cualquier momento de todos los funcionarios sin excepción; la reducción de su sueldo a los límites del "salario corriente de un obrero": estas medidas democráticas, sencillas y 'evidentes por sí mismas', al mismo tiempo que unifican en absoluto los intereses de los obreros y de la mayoría de los campesinos, sirven de puente que conduce del capitalismo al socialismo".


FR/JDM

Versión en portugués en Esquerda Diário 

Se impone Nicolás del Caño en la interna del FIT

Se impone Nicolás del Caño en la interna del Frente de Izquierda


Cobertura completa en La Izquierda Dario

miércoles, 5 de agosto de 2015

Spanish State: Pablo Iglesias and his Gramsci "à la carte"



(Spanish version from La Izquierda Diario, May 7, 2015)

Fernando Rosso & Juan Dal Maso

In his recent article published in Público and republished in the friendly blog Gramscimanía, Pablo Iglesias gives an interpretation of the theory of Antonio Gramsci, tending to justify his electoral politics, after the earthquake suffered by the leadership of PODEMOS facing the resignation of the "number three", Juan Carlos Monedero.

There is a certain internal coherence in the article, however, it is riddled with ideological operations which together express a reduction of the Gramscian thought. Let us see why.

sábado, 1 de agosto de 2015

Peronismo e Izquierda (sobre el "voto trosko")

trotsky

Por Fernando Rosso y Juan Dal Maso

Hay bases estructurales y una experiencia histórica que explican la emergencia de la izquierda trotskista en suelo patrio, más allá de las disputas de la coyuntura más o menos inmediata. El “voto trosko” es un fenómeno más complejo, no apto para observadores desprevenidos. Aquí algunas hipótesis sobre su emergencia.