Por Fernando Rosso y Juan Dal Maso
Los resultados electorales dejaron varias cuestiones para analizar, sobre las que blogueros y periodistas han ido escribiendo en la semana.
Si el 54% de CFK en 2011 había sido el resultado de varios años de acumulación del poder del kirchnerismo en el contexto de recomposición de la autoridad estatal pos crisis del 2001 (con la ayuda de un rebote económico y una oposición disgregada como nunca), una suerte de postal del éxito relativo de su política restauradora; esta elección del 2015 es la que reúne mayores elementos de una "crisis de autoridad":
1- La sociedad argentina, contenciosa y compleja, con una tradición nacional conservadora políticamente pero arisca socialmente, a la que hicieron su aporte los pueblos originarios, los gauchos, los exiliados de la Comuna de París y la Revolución Rusa, los tanos y gallegos anarquistas, el sindicalismo, el comunismo, el trotskismo y el "peronismo obrero"; no puede ser un mero campo de traslado de los mecanismos bonapartistas de decisión interna del peronismo.
Es decir: la "jefa" puede elegir a dedo el candidato, pero la gente de a pie no practica la misma disciplina que rige en el pelotero de La Cámpora.
2- Desde otro punto de vista, a esta tendencia "centrípeta" desde arriba, se contraponen las tendencias "centrífugas" de la interna del PJ bonaerense y la crisis del "poder territorial" que se expresó en la "primavera árabe del conurbano".
Entre ambas tendencias contradictorias y complementarias, se aumentó notablemente la "autonomía del votante" (obviamente dentro de los límites impuestos por un sistema que favorece a los partidos más poderosos y en el marco de una situación conservadora), que va desde el famoso "voto per codere" que permitió por ejemplo la alta elección de María Eugenia Vidal en la PBA, hasta el voto contra la casta política al servicio de los capitalistas, que se expresó en el triunfo de Nicolás del Caño en la interna del FIT.
3- Esta inicial "crisis de autoridad" parece ser más bien una crisis de los aparatos políticos y su relación con las que fueran durante décadas sus clientelas electorales (en especial en la PBA), sin ser una "crisis del Estado en su conjunto", lo cual es coherente con la situación en general conservadora desde el punto de vista político y con las variables económicas controladas (con el clásico atado con alambre) aunque dentro del "agotamiento del modelo".
El debilitamiento de uno de los pilares de contención del peronismo en un centro estratégico del país (una de las B, de los que algunas vez llamamos la “Triple B”: barones, burocracia y “bonaerenses”), tiene consecuencias estratégicas y habla no sólo de una situación política, sino también de cambios sociales.
En los distritos del conurbano profundo, donde la estatalidad no lo es “todo”, pero sigue siendo mucho; triunfa cómodamente el Frente para la Victoria. En otros, donde se complejiza el entramado social debido a la recomposición y el resurgimiento de la clase trabajadora (que muchos introducen arbitrariamente dentro de la “clase media”), implica que el peso de los “barones” y la dependencia estatal disminuya y se relativice.
A esto se le agregan las divisiones del peronismo, con Massa en el 2013 y con las grietas que cruzan a la coalición oficial FpV-PJ (o kirchnerismo y peronismo) que impidió llevar una candidatura única en el PBA (Randazzo!) y que terminó en una interna “fratricida” de los que no quisieron la ducha de humildad.
Estas fueron las expresiones en la coyuntura de desplazamientos de largo plazo: el peronismo fue cuestionado también el 2001, el kirchnerismo se mostró como “distinto”, nuevo (el desvío), para volver a restaurar culposamente lo viejo. Y esto, sin mediar derrotas del movimiento obrero, no es gratis.
Con esta crisis del sistema de los “barones”, el factor de contención por excelencia queda en manos de la burocracia sindical.
4- El fenómeno del rechazo a la casta política debe ser tomado en serio (no se explica el surgimiento del Chavismo en Venezuela sin este fenómeno). Es un fenómeno internacional que se verifica en las recientes experiencias que van desde Occupy, pasando por #Yo soy 132, hasta PODEMOS. Sin embargo, en la Argentina tiene una historia propia y otras características.
Fue precisamente el fenómeno dominante en 2001, que no logró un anclaje de clase (por debilidad de la izquierda y mala situación inmediata del movimiento obrero) y luego fue expropiado y cooptado por la restauración kirchnerista.
Sin embargo, durante todos estos años fue resurgiendo al calor de las cuestiones sociales que el kirchnerismo no sólo no resolvió sino que agravó: como el trabajo en negro, el saqueo extractivista, el agravamiento de la violencia contra las mujeres, la prepotencia policial, las alianzas con la burocracia sindical y los topes al salario, entre otras.
Esto explica que el FIT tenga apoyo entre los trabajadores asalariados sindicalizados que han protagonizado distintas experiencias de lo que fuera el "sindicalismo de base" tanto como de los jóvenes, las mujeres y trabajadores precarios que no tienen sindicato y su única representación es el FIT.
Al revés de algunos iluminados de pocas luces, cuyo balance del triunfo de Nicolás del Caño es que los vagos y malentretenidos no saben votar bien, la hipótesis a desarrollar sería la contraria:
Que este fenómeno de rechazo a la casta política que se identifica con la izquierda trotskista y sus consignas en lugar de caer en la “no política”, sea un paso adelante para avanzar hacia una nueva identidad de clase en el movimiento obrero.
En este marco, aunque quedan dos meses para consolidar y ampliar los resultados de Agosto hacia la pelea de Octubre, ya las PASO dejan planteada una tarea que se esbozó con el éxito del 2013: la emergencia política que consolida el FIT y que es expresión, en parte de un desarrollo social (en las mujeres, los trabajadores y la juventud); empieza a generar nuevas fuerzas para una tarea estratégica: la lucha por la recuperación de los sindicatos y por la recomposición clasista del movimiento obrero, para seguir desarrollando una política hegemónica a gran escala.
1 comentario:
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Sobre la frase que dice: "Con esta crisis del sistema de los “barones”, el factor de contención por excelencia queda en manos de la burocracia sindical.", creo que es excesivamente categórica y a mi parecer la burocracia se encuentra en una etapa de debilidad relativa dividida en 5 centrales, sin conquistas grandes sino más bien con un fuerte desprestigio de masas y en las bases que en algunos sectores estratégicos capitaliza una oposición democrática, clasista y a veces revolucionaria como el PTS. La reunificación pos octubre de la CGT se impone por la fuerza de la necesidad. Pero no creo que una "reunificación para el ajuste" los vuelva más populares.
Pero lo que mostró agosto y mucho antes también es que tras el menemato, el movimiento obrero dejó de ser "la columna vertebral" del movimiento, o cuanto menos tiene una decena de pinzamientos, hernia de disco y otras dolencias.
Más allá de las "mesas sindicales" fue llamativa la poca gravitación de la burocracia sindical en el terreno político, hayan jugado en la interna que hayan jugado. Sino preguntemos a Piumato.
Lo que sí es cierto, es que bajo la dictadura patronal es mucho más difícil hacer circular los aires "anti casta", por eso más valor tiene las trincheras conquistadas en todo el ciclo K que tenemos que pensar como resignificar tras el salto político que franjas de vanguardia vieron reflejado en la lista encabezada por Del Caño.
SQ
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