Aunque no todos me lo digan, me consta que algunos amigos ven como algo pintoresco mi interés por la cultura oriental en general y por las artes marciales en particular.
También me consta que suelen tomar un poco más en serio esta inclinación cultural después de que hacemos guantes un rato, pero esa es otra historia, en la que no se trata de ganar, sino de dar y recibir, como en todas las formas de comunicación.
Volviendo al tema, mi interés por la viejas tradiciones guerreras tiene que ver con lo siguiente: Me parece que en los tratados de las artes marciales japonesas (lamentablemente no he tenido acceso aún al coreano Muye Dobo Tongji, salvo en mínimos fragmentos) que dan mucho peso a la posibilidad de aplicación de las técnicas y métodos del combate individual al combate a gran escala, se plantea, quizás contra la propia idiosincracia de sus autores (en particular Yagyu Munenori que era maestro del Shogun Tokugawa) una idea profundamente democrática y potencialmente revolucionaria: todo aquel que conozca las técnicas y métodos del combate tiene lo necesario para ser un general, solamente requiere un cambio de escala, que sólo puede lograrse con un disciplina estricta.
Si bien hay otras ideas como el fanatismo, la obediencia ciega, la dedicación al jefe y otras (destinadas al sostenimiento de las estructuras de dominación feudal) que contradicen esta lectura, creo que el núcleo central que se puede rescatar por alguien que defienda posiciones marxistas en la actualidad tiene que ver con esto.
De última, si hay mucho desacuerdo ... lo arreglamos afuera...
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