En la última emisión de Pateando el Tablero Neuquén, realizamos una entrevista con Eduardo Grüner, reconocido ensayista y sociólogo, sobre el balance de las elecciones primarias, las perspectivas del FIT, la situación de los intelectuales en la Argentina y la crisis capitalista mundial. Va la desgrabación para compartir con los amigos.
PelT: ¿Que impresión te deja a vos el panorama general de lo que han sido las elecciones primarias?
EG: Me parece que las elecciones han sido muy interesantes, en el sentido de que han contribuido a clarificar mucho la situación. Queda clara ahora la posición dominante de espacio K y la absoluta debacle de la oposición de “más de derecha”, como la llamo yo, y por otro lado la no menor debacle de este espacio de centro izquierda progre, brumoso neblinoso, que intentó representar en algún momento Pino Solanas. Con lo cual lo que ha sucedido es algo que veníamos discutiendo desde mucho antes: que se ha producido un voto mayoritariamente conservador; un voto a favor de que nada se mueva demasiado, en medio de la agudísima crisis internacional del capitalismo, y se ha clarificado esto de que la llamada oposición de derecha además de ser torpe, inútil y estúpida, es completamente innecesaria porque el gobierno esta realizando prolijamente las tareas burguesas que corresponden a esta etapa, y las distintas fracciones del poder económico, de las clases dominantes, han terminado por un poco resignarse y otro poco entusiasmarse con que, con este gobierno se pueden hacer excelentes negocios y no hay por qué en medio de esta crisis mundial intentar demasiadas aventuras. Y por otro lado los sectores populares, por lo menos amplias capas de la clase obrera que esta en blanco y las capas medias urbanas, la pequeña burguesía urbana, están apostando a que esta relativa situación de estabilidad económica, del así llamado crecimiento económico persista por tiempo indeterminado. Yo personalmente creo que esto tiene patas cortas pero por el momento esta es la situación que tenemos. Situación que no es la misma que teníamos antes de las elecciones primarias, porque me parece que la gran novedad es la aparición de esta fuerza del Frente de Izquierda, que es un dato que se trató por todos los medios de anular, ya sabemos con qué trucos, con qué trampitas de la ley electoral. Sin embargo con enorme esfuerzo, con enorme militancia y con gran capacidad de trabajo se logró romper esa trampa e instalarse como una opción verdaderamente diferente a todas las demás fuerzas políticas, e instalarse de una manera que hoy ya se está discutiendo, se está empezando por lo menos a discutir no solamente qué clase de capitalismo queremos, sino si queremos el capitalismo u otra cosa, y este me parece un dato, aún con toda la modestia del caso, un dato muy cualitativo, absolutamente esencial y que cambia todo el panorama político.
PelT: ¿Cómo ves vos la relación que se viene forjando entre la intelectualidad y la izquierda?
EG: La intelectualidad en sus diversos posicionamientos empezó a tomar, después de mucho tiempo de un trabajo individual y solitario, empezó a tomar en el 2008 a partir del conflicto con el campo, una posición pública mucho más visible, allí se formó el grupo Carta Abierta, pero parecía que era solamente esa porción de las opciones políticas argentinas la que había podido agruparse y tener continuidad y presencia pública.
En este sentido la conformación del Frente de Izquierda me parece que ha dado un impulso a que se conforme otro sector, otra porción de la intelectualidad que agrupe, con todas las críticas, con todas las reservas que se pueda tener, pero aún así que se agrupe en la defensa de una posición mucho mas nítida, mucho más clara, porque es una posición anticapitalista y eso es lo que hay que remarcar, porque no es una posición que se limita a discutir cierto tipo de poderes puntuales, como la así llamada corporación de los medios hegemónicos o la oligarquía terrateniente en su momento, sino que acá se esta poniendo en debate una cuestión mas de fondo, en definitiva si se esta a favor o en contra del capitalismo en la Argentina. Insisto, en este contexto de crisis mundial muy aguda que ya está provocando todo tipo de reacciones, algunas más claras otras más confusas no sabemos muy bien cómo se va orientar o hacia dónde se va a dirigir todo esto, pero por lo menos se esta produciendo a nivel mundial una serie de reacciones en donde obviamente un país como la Argentina y Latinoamérica no son ajenas, ya estamos viendo lo que sucede en Chile, lo que empezó con los estudiantes en Honduras, hay que estar atentos porque esto sigue.
PelT: ¿Cómo ves este espacio nuevo de la asamblea de intelectuales en apoyo al FIT?
EG: Es un espacio muy interesante, que debo confesar que a mí mismo me sorprendió. En sus inicios, al principio recibí un par de llamadas de compañeros del Frente de Izquierda, que me pidieron simplemente que pusiera una firma en una solicitada, y de pronto me encontré con que había ahí 500 firmas. Como yo dije en una de las asambleas, y esto vale la pena tenerlo en cuenta, Carta Abierta nunca tuvo 500 firmas, eso por supuesto es un dato bruto que hay que ver cómo se desarrolla, pero ya hubo dos asambleas con más de 200 personas cada uno de ellas, 300 la primera 200 la segunda, y creo que la próxima que se realiza el 1º de septiembre va a ser, debería ser mucho más importante, porque viene alentada por este verdadero triunfo que ha conseguido en el contexto de las circunstancias el Frente de izquierda. Yo creo que la sola conformación del Frente dio un gran impulso a este espacio; además este espacio no se ha limitado simplemente a reunirse en asambleas y discutir una cantidad de cuestiones, algunas específicas que hacen al ámbito de la cultura, del trabajo intelectual del trabajo artístico pero sobre todo, en el contexto de las elecciones, cuestiones políticas más generales. Tampoco se ha limitado a hacer esto, sino que muchos de los que allí participan han llevado adelante una tarea, cuya militancia no puede compararse con la militancia mucho más esforzada y sacrificada de la gente de las fábricas, de la gente de los barrios, de la gente de los movimientos territoriales, pero ha aportado su granito de arena escribiendo o haciendo los spots de la campaña del Frente de Izquierda, etcétera; yo creo que ahora la gran tarea que tenemos por delante es la de dar un salto cualitativo, lograr una mayor conexión con los otros espacios de militancia, con las otras clases y sin mella de eso, el llevar adelante una discusión en la verdadera generación de una teoría crítica para pensar cómo sigue esto, el desarrollo tanto del Frente como de la asamblea de intelectuales, mas allá incluso de las elecciones de octubre porque sabemos que ese es un momento que ahora necesariamente va a concentrar todos nuestros esfuerzos, pero la presencia de algo como el Frente de Izquierda en la sociedad y en el sistema político argentino va mas allá de la instancia electoral.
PelT: Escuchándote recién, nos acordábamos de que hace varios años Ellen Meiksins Wood dio una conferencia en la Facultad de Sociales de la UBA, muy interesante, haciendo reflexiones sobre la actualidad de la teoría marxista y al momento de plantear su posición política apoyaba con todo a Lula. Hay otros ejemplos, pero en general durante estas últimas décadas, las posiciones de los intelectuales marxistas fueron bastante moderadas en lo político. Este posicionamiento que se está dando apoyando explícitamente al FIT ¿te parece que es una excepcionalidad argentina o podría estar hablando de procesos que puedan darse en la intelectualidad a un nivel más general?
EG: No diría que es una excepcionalidad argentina, y además no es cuestión de exagerarla. Por ahora, todavía hay una buena cantidad de intelectuales que –aunque cada vez con más contradicciones, me da la impresión- apuestan a los “bordes” del kirchnerismo, por así decir. Los intelectuales somos gente muy rara, somos individuos que provienen generalmente de la pequeña burguesía, que fluctúan mucho en sus posicionamientos políticos, de acuerdo a una cantidad compleja de circunstancias que muchas veces ellos mismos o nosotros mismos no podemos controlar, pero también ellos están sometidos a las transformaciones y a los avatares de lo que sucede a su alrededor; pero sin duda -vos me estás hablando de Ellen Meiksins Wood-, uno puede acordarse de Habermas o de tantos otros que en un momento de la historia de las últimas décadas, de la caída del muro de Berlín, de todo lo que se dijo de la crisis del marxismo, de la aparición de corrientes de pensamiento postmarxista -dicho sea entre paréntesis, era muy graciosa esa denominación, porque era como que no querían abandonar del todo la palabra marxismo, pero al mismo tiempo estar en otra parte o mas allá-, sufrieron la tentación de cierto escepticismo respecto de la posibilidad de una transformación radical de las estructuras imperantes y optaron por una cierta socialdemocratización de sus posiciones políticas. Esto sucedió sobre todo con los intelectuales europeos, pero también sucedió con muchos intelectuales latinoamericanos que pasaron del marxismo a la socialdemocracia, o a los movimientos llamados nacional-populares, se transformaron de revolucionarios en “progresistas”. Todo esto es muy comprensible, pero me parece que las cosas están cambiando vertiginosamente; yo no soy para nada un optimista irresponsable, no soy de los que dicen estamos en una situación pre-revolucionaria. No, hay que ver, hay que estudiar la situación con cuidado, pero indudablemente algo se está moviendo y muchos intelectuales han vuelto sobre sus pasos en el mejor sentido del término, es decir han comprendido que vale la pena -aunque las transformaciones de fondo no se produzcan incluso en vida de ellos-, vale la pena apostar a algo que definitivamente pueda ser de verdad una cosa distinta, más allá de las posibilidades más u menos inmediatas o cercanas que haya de esta transformación. Yo creo que esto es sumamente saludable porque lo hacen, o lo hacemos, sin renunciar a nuestras propias ideas, a nuestra propia autonomía crítica. Yo le decía el otro día a un compañero, medio en serio medio en broma: si por algún “milagro” mucho mayor que el que se produjo en las primarias, el Frente de Izquierda ganara las elecciones el 23 de octubre, yo pasaría automáticamente al día siguiente a la oposición (de izquierda, claro), o al menos mantendría mi espíritu crítico con todo aquello que me pareciera mal. Pero el conservar eso no quita que con decisión uno se ponga del lado de lo que definitivamente es lo mejor, es lo único diferente, es lo que puede ofrecer auténticamente una alternativa para el desastre, que es lo que está produciendo el capitalismo al nivel mundial. Como lo decía Rosa Luxemburgo: sabemos que la única opción al capitalismo no es necesariamente sólo el socialismo, si no es el socialismo es la barbarie más absoluta y va a ser todo mucho peor. Entonces, me parece que poco a poco los intelectuales están entendiendo que toda la potencia mayor o menor de su pensamiento crítico debería estar puesta al servicio por lo menos de una apuesta a que no sea la barbarie sino otra cosa.