viernes, 24 de junio de 2011

Algunas reflexiones más sobre el problema de la estrategia en un día de movilización

Anoche quedó demostrado una vez más que el "carácter progresivo del Estado" reivindicado por los intelectuales K, se termina cuando llega la Guardia de Infantería. Incluso queda claro también que el kirchnerismo no tiene problema en apelar a las "relaciones de fuerzas militares" cuando los conflictos sociales cuestionan su política.

Contra esta política, para llevar la solidaridad a los compañeros/as de Santa Cruz, nos encontraremos en un rato más el conjunto de las organizaciones en el centro de Neuquén.

Sin embargo, quisiera continuar con la reflexión sobre el problema de la estrategia que comentaba el amigo Fernando Rosso en su blog, a partir de ciertos debates que tenemos los integrantes del FIT y un texto clásico de la Tercera Internacional, que yo había posteado acá.

La importancia de la discusión estratégica reside en que viene a cubrir un relativo vacío, impuesto por las condiciones de derrota posteriores al ascenso de los años '70. La aceptación de la democracia capitalista como el único horizonte posible por las amplias masas, aceptación abonada por los que en el ascenso habían sido referentes ideológicos y políticos de la izquierda, ha llevado en algunos casos a las fuerzas de izquierda a pensar en términos casi exlusivamente tácticos, centrándose en las operaciones aisladas como conquistas de determinados espacios políticos o sindicales o en el mejor de los casos a tener una compresión teórica de la estrategia pero con muchas dificultades de articulación con la práctica política.

En este sentido, el pensamiento estratégico de la Tercera Internacional en sus cuatro primeros congresos merece ser estudiado nuevamente desde esta óptica, para lo cual se puede hacer el repaso conceptual que sigue:

Los dos primeros congresos de la Tercera Internacional se dan en el marco del ascenso originado en la Revolución de Octubre de 1917. En este contexto, el primero sienta las bases de la nueva organización revolucionaria internacional y se separa de manera tajante del reformismo, planteando el objetivo político del poder obrero mediante la dictadura del proletariado. El segundo congreso sigue en la misma línea, en un contexto en que la Tercera Internacional ha profundizado la política hacia las alas izquierdas de los partidos socialistas que se acercan a los bolcheviques y en ese marco, el texto que citamos en el post anterior busca establecer una relación entre la política parlamentaria y la estrategia insurreccional, en la que se delimita de la práctica de los parlamentarios socialdemócratas reformistas.

Entre 1918 y 1920, en los textos de la Tercera Internacional lo central es que la situación de ascenso de la lucha de clases permite articular el objetivo político (poder obrero), la estrategia (toma del poder por la clase obrera mediante la organización de partidos bolcheviques de vanguardia con peso de masas) y la táctica (lucha política con la socialdemocracia) con escasas mediaciones.  Lo central era forjar los partidos al calor del ascenso y tratar de avanzar hacia nuevas revoluciones aprovechando la marea revolucionaria, superando a los reformistas que estaban en bancarrota después de su posición social-imperialista durante la guerra.

Al año siguiente, la derrota de las ocupaciones de fábricas en Italia, el retroceso del Ejército Rojo a las puertas de Varsovia y la derrota de la "acción de Marzo" en Alemania, imponen un viraje a la Tercera Internacional que se resume en la expresión "conquista del poder, previa conquista de las masas". Esta orientación del Tercer Congreso se sintetiza en la política de Frente Único proletario para la lucha por las reivindicaciones elementales de la clase obrera  y tiene como documento central las "Tesis sobre la táctica".

Contra la situación anterior, que acercaba y hacía más inmediatas las relaciones entre objetivo político, estrategia y táctica, la situación de 1921, con el inicio del retroceso del ascenso revolucionario en Europa Occidental impone mayores mediaciones y otorga por ende más peso a la táctica.

Tanto es así, que el Manifiesto de la Tercera Internacional publicado en el Tercer Congreso llama a oponer la estrategia de los trabajadores a la estrategia del capital, asimilando el concepto de estrategia con la preparación cuidadosa de los combates y con la astucia para no entrar en provocaciones en las cuales los comunistas se enfrenten aislados, como minoría armada contra la burguesía y sus fuerzas represivas.

El Cuarto Congreso profundiza esta orientación, agregando la hipótesis del Gobierno Obrero para Alemania, es decir que la forma posible en que se pueda llegar a la dictadura del proletariado en Alemania puede ser la lucha por un Gobierno Obrero, que rompa con la burguesía y arme a la clase trabajadora, acelerando la experiencia de los trabajadores con la socialdemocracia.

Esta orientación se basaba en la idea de que la burguesía era más fuerte en Europa Occidental que en Rusia, que la socialdemocracia tenía una sobrevida política por la reactivación económica posterior al desastre de la guerra mundial y que si bien toda revolución disloca el aparato estatal, éste era más fuerte en Europa Occidental que en Rusia, donde los bolcheviques tomaron el poder contra un Estado burgués en formación dirigido por coaliciones inestables en medio de la dualidad de poderes entre el gobierno provisional y los soviets. Trotsky señalaba que posiblemente, al revés de Rusia, en Europa Occidental se diera primero la guerra civil y después la toma del poder.

Después de la derrota de la revolución alemana del '23, el inicio del "centrismo burocrático" en la Tercera Internacional bloquea toda reflexión estratégica. El V Congreso va a ser el de la "bolchevización" para desplazar y callar a los elementos opositores y el VI Congreso el de la fosilización del programa marxista, criticada por Trotsky, acá. El VII Congreso en 1935 implica la restauración de la política menchevique de alianza con la burguesía, mediante los "Frentes Populares", a lo que Trotsky opone la continuidad de la estrategia bolchevique mediante el Programa de Transición y la Politica Militar Proletaria frente al estallido de la Segunda Guerra Mundial. 

Con disculpas del repaso anterior, lo que quería decir es que en la actualidad, la relación entre objetivo politico, estrategia y táctica está directamente desarticulada por la ausencia de radicalización y la débil continuidad del pensamiento marxista revolucionario. Y el esfuerzo que tenemos que hacer es volver a pensar esta relación para dar mayores fundamentos de una práctica política revolucionaria y forjar organizaciones de combate (social, político y, llegado el momento, militar) contra la burguesía y su estado.

En este sentido, me parece desacertado lo que plantean nuestros aliados del PO de Neuquén sobre que el PTS se niega a definir una "agenda legislativa" porque "lo nuestro es la lucha de clases" y que  eso es contradictorio con "presentarse a elecciones". 

Lo que sucede es que estamos en una situación en la cual cualquier posición conquistada puede convertirse a su vez, por la falta de radicalización en la lucha de clases, en una presión conservadora. Entonces lo que se nos plantea en Neuquén es cómo utilizar la banca conquistada para la batalla contra la proscripción a nivel nacional y en ese sentido qué mejor que potenciar el fuerte movimiento social que le dio carnadura y de esta forma construir una fuerza política revolucionaria y combativa. La intervención en la Legislatura desde ya que puede aportar mucho en este sentido, pero a condición de tener claramente esta perspectiva.

En Neuquén, el MPN tiene dos centros de gravedad: los barrios que controla mediante el aparato de punteros y los trabajadores petroleros, que controla mediante la burocracia de Pereyra. 

La amplia vanguardia que da la pelea desde lo social, sindical y cultural está separada de las masas controladas por estos aparatos. La campaña del FIT permitió llegar con una política de independencia de clase a unir aunque sea en una elección a estos dos sectores, con muy buena recepción en los barrios obreros y más humildes. 

Sin embargo, para forjar una fuerza revolucionaria y combativa en la provincia, tenemos que dotarnos de una estrategia para unir de forma permanente eso que el MPN y la oposición patronal dividen: los sectores más activos con las masas de las grandes barriadas y los trabajadores petroleros que tienen la capacidad de parar la provincia en pocas horas. Y esto no puede quedar en una campaña ni se puede plantear únicamente desde una agenda legislativa. 

Pasando en limpio, mi opinión es que tenemos que pensar cómo usamos esta banca para dar pasos en ir forjando esa alianza social que puede hacer temblar al MPN y las petroleras. En ese sentido, se reafirma que la "agenda legislativa" tiene que ir de la mano con la "agenda de la lucha de clases", unidas por una estrategia para vencer. Desde esta perspectiva, formamos parte del FIT y apostamos a que se desarrolle. 

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