Ayer, habiéndose cumplido un mes del asesinato de los jóvenes militantes del FPDS de Rosario, que se suman a Mariano Ferreyra y todos los demás compañeros asesinados en protestas en los últimos dos años, me puse a pensar lo siguiente: más allá de que estos hechos se empiezan a hacer más habituales, como forma de terror focalizada y complementaria con el recrudecimiento de la persecución penal legal a los luchadores y militantes, la mayoría de nosotros no sabe del todo cómo lidiar con algo como la muerte.
El "espíritu de época" tiende a banalizar la entrega militante y las formas de recordación de los compañeros caídos, como una especie curiosa de lógica sacrificial.
Así que bue... me acordé del texto de Trotsky que lleva por nombre el de este post. Recomiendo su lectura.
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