La semana pasada, el amigo (G)Rosso me revoleó por la cabeza el "Diccionario del Trotskista Exquisito". El revoleo fue a propósito de los límites y posibilidades de utilizar algunas categorías gramscianas para el análisis de la realidad argentina y latinoamericana y en particular sobre la "hegemonía" del oficialismo. Acá y acá habíamos comentado un poco el tema antes de las primarias y las elecciones nacionales.
Si bien entre (G)Rosso y yo tenemos matices sobre hasta dónde se cerró la crisis política, mirando del 2003 para acá, creo que lo central pasa por otro lado y es el problema de para qué se prepara la izquierda, partiendo de que el marco de crisis internacional, más allá de los tiempos, va a golpear en nuestro país.
El problema para la izquierda en el marco de los relativos éxitos del FIT, es el de mantenerse en una ubicación "pre-estratégica" y entrar de cabeza en la idea, absolutamente consolidada a nivel mundial, de ocupar el flanco izquierdo del régimen. La realidad política actual hace ver más razonable ganar una comisión interna o meter un diputado (ojo no digo que sean cosas equivalentes) que prepararse para vencer o para una derrota honorable según el caso (siempre para pelear, aunque no sea la "lucha final").
Ahora bien ¿cuáles son las coordenadas adecuadas para la discusión estratégica? Sin ser un "especialista en estrategia" como nos criticó nuestro amigo Fernando Aiziczon, creo que los problemas a definir abarcan varios aspectos: las vías de desarrollo de un movimiento obrero clasista y en perspectiva revolucionario, la dinámica posible de la lucha de clases, las vías por las que pueda surgir un partido revolucionario; la dinámica específica de la revolución en Argentina.
En el primer aspecto, la realidad parece lejos del modelo clásico más reformista (tipo partido laborista o PT) tanto como del más bolchevique (soviets) y ha dado un fenómeno que combina aspectos de ambos: el "sindicalismo de base", con peso fundamentalmente en el lugar de trabajo.
La situación actual de la clase obrera marca una contradicción que puede ser dramática en el futuro: mientras una crisis generalizada acercaría a todos los sectores en que está dividida la clase trabajadora, empujándolos a defender sus salarios y fuentes de trabajo, precisamente es esa fragmentación y heterogeneidad (trabajadores que ganan 1200 mangos en un extremo y otros que ganan 17000 en el otro) lo que va a utilizar la burocracia sindical para mantener una base conservadora e intentar evitar por todos los medios la unidad de las filas obreras. A lo que se suma la disputa por los compañeros de las grandes barriadas empobrecidas, cuya dirección está estrechamente ligada al control territorial que ejerce el peronismo y que hoy el oficialismo contiene (con contradicciones) a través de la AUH.
En este marco, el desarrollo de un movimiento obrero clasista debe de algún modo superar la contradicción entre la debilidad de la burocracia en los lugares de trabajo y su control férreo por arriba, lo cual se expresa en que para el "sindicalismo de base" es más fácil ganar comisiones internas que seccionales o sindicatos. Es frente a este problema que recobra importancia la "hipótesis de las coordinadoras", como organismos que puedan nuclear a los sectores antiburocráticos, aunque no esté planteado que se materialice en lo inmediato.
Portantiero y Aricó decían que Argentina era un combinación de Oriente y Occidente, en el sentido de que era un país periférico en el cual la "guerra de posiciones" aparecía mediada por una alianza policlasista. Creo que esa idea (combinación de Oriente y Occidente) se puede tomar en un sentido totalmente distinto, desde otro punto de vista. Argentina es Oriente en el sentido de que la burguesía es débil como clase nacional, pero es Occidente en el sentido de que no se va a dejar sacar el poder así nomás, con lo cual las formas de la lucha de clases pueden ser variadas y combinar desde grandes maniobras de masas como la huelga general, enfrentamientos con el fusil estatal y paraestatal, hasta formas parciales de control territorial durante todo un período previo al poder de la clase obrera.
Estos son algunos de los problemas que habría que debatir para profundizar la discusión sobre cómo desarrollar un partido revolucionario en la Argentina. Pero este post ya se hizo un poco largo.
Si bien entre (G)Rosso y yo tenemos matices sobre hasta dónde se cerró la crisis política, mirando del 2003 para acá, creo que lo central pasa por otro lado y es el problema de para qué se prepara la izquierda, partiendo de que el marco de crisis internacional, más allá de los tiempos, va a golpear en nuestro país.
El problema para la izquierda en el marco de los relativos éxitos del FIT, es el de mantenerse en una ubicación "pre-estratégica" y entrar de cabeza en la idea, absolutamente consolidada a nivel mundial, de ocupar el flanco izquierdo del régimen. La realidad política actual hace ver más razonable ganar una comisión interna o meter un diputado (ojo no digo que sean cosas equivalentes) que prepararse para vencer o para una derrota honorable según el caso (siempre para pelear, aunque no sea la "lucha final").
Ahora bien ¿cuáles son las coordenadas adecuadas para la discusión estratégica? Sin ser un "especialista en estrategia" como nos criticó nuestro amigo Fernando Aiziczon, creo que los problemas a definir abarcan varios aspectos: las vías de desarrollo de un movimiento obrero clasista y en perspectiva revolucionario, la dinámica posible de la lucha de clases, las vías por las que pueda surgir un partido revolucionario; la dinámica específica de la revolución en Argentina.
En el primer aspecto, la realidad parece lejos del modelo clásico más reformista (tipo partido laborista o PT) tanto como del más bolchevique (soviets) y ha dado un fenómeno que combina aspectos de ambos: el "sindicalismo de base", con peso fundamentalmente en el lugar de trabajo.
La situación actual de la clase obrera marca una contradicción que puede ser dramática en el futuro: mientras una crisis generalizada acercaría a todos los sectores en que está dividida la clase trabajadora, empujándolos a defender sus salarios y fuentes de trabajo, precisamente es esa fragmentación y heterogeneidad (trabajadores que ganan 1200 mangos en un extremo y otros que ganan 17000 en el otro) lo que va a utilizar la burocracia sindical para mantener una base conservadora e intentar evitar por todos los medios la unidad de las filas obreras. A lo que se suma la disputa por los compañeros de las grandes barriadas empobrecidas, cuya dirección está estrechamente ligada al control territorial que ejerce el peronismo y que hoy el oficialismo contiene (con contradicciones) a través de la AUH.
En este marco, el desarrollo de un movimiento obrero clasista debe de algún modo superar la contradicción entre la debilidad de la burocracia en los lugares de trabajo y su control férreo por arriba, lo cual se expresa en que para el "sindicalismo de base" es más fácil ganar comisiones internas que seccionales o sindicatos. Es frente a este problema que recobra importancia la "hipótesis de las coordinadoras", como organismos que puedan nuclear a los sectores antiburocráticos, aunque no esté planteado que se materialice en lo inmediato.
Portantiero y Aricó decían que Argentina era un combinación de Oriente y Occidente, en el sentido de que era un país periférico en el cual la "guerra de posiciones" aparecía mediada por una alianza policlasista. Creo que esa idea (combinación de Oriente y Occidente) se puede tomar en un sentido totalmente distinto, desde otro punto de vista. Argentina es Oriente en el sentido de que la burguesía es débil como clase nacional, pero es Occidente en el sentido de que no se va a dejar sacar el poder así nomás, con lo cual las formas de la lucha de clases pueden ser variadas y combinar desde grandes maniobras de masas como la huelga general, enfrentamientos con el fusil estatal y paraestatal, hasta formas parciales de control territorial durante todo un período previo al poder de la clase obrera.
Estos son algunos de los problemas que habría que debatir para profundizar la discusión sobre cómo desarrollar un partido revolucionario en la Argentina. Pero este post ya se hizo un poco largo.
2 comentarios:
Copio comentario de Alejandro Montecinos, que me llegó al mail, pero acá aparece como borrado:
Muy interesante y alentador artículo. Es un llamado real a profundizar y elaborar reflexiones estratégicas acerca de las actuales condiciones de revolución anticapitalista, de revolución de los trabajadores. Es interesante constatar esa dualidad Occidente Oriente de la dinámica de la lucha de clases en Argentina, efectivamente es una buena entrada. Ahora bien, suena coherente poner más fichas en la forma específica de guerra de posiciones y movimiento que planteas, más que en la formulación de PT... ¿Pero cuales son las vías de construcción de un partido revolucionario de los trabajadores en argentina? Sin duda la fórmula clásica de PT que propuso Trotsky es, creo, la más interesante y la menos discutida dentro de quienes buscamos la superación de capitalismo por el socialismo...
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