domingo, 3 de julio de 2011

Sobre la coyuntura política


Sin ánimo de repetir cosas que ya se dijeron, me parece retomar lo que fue el tema de esta semana: adónde va el kirchnerismo a la luz de las recientes definiciones de la candidatura de Boudou y las listas de diputados. Remito a los análisis de Fernando Rosso y Ezequiel Meler, que desde ópticas enfrentandas (trotskismo y peronismo, respectivamente) trazan elementos de análisis interesantes.

Todos coinciden, con más o menos énfasis, en que los grandes perdedores del accionar de la "lapicera presidencial" fueron los sindicatos y los "movimientos sociales afines al gobierno".

Esto no es en modo alguno sorprendente, teniendo en cuenta la política refractaria hacia los reclamos gremiales en general y durísima hacia la acción directa en particular, como con la represión reciente a los docentes santacruceños en pleno centro de Bs. As. Manolo Bargue sostiene que a pesar del desplante, el peronismo territorial, los movimientos sociales y la burocracia sindical no se irán a los brazos del establishment, sino que mantendrán la disciplina a la espera de mejores oportunidades y advierte sobre el "hueco" existente en este sector contra el cual disputamos los trotskistas.  

Abel F. dice acá que la dirigencia sindical no puede esperar a "poner" candidatos, sino que tiene que tener dirigentes que puedan ser votados masivamente y no solamente poderosos al interior de sus respectivos aparatos. Y ahí reside uno de los grandes problemas del sindicalismo peronista.

¿Cómo hace para construir nuevos liderazgos una burocracia sindical que por un lado es odiada en los lugares de trabajo (que más de uno de sus integrantes conoce de nombre nomás) y por otro no juega ningún rol como Central Obrera nacional, limitándose a negociar paritarias por sector en las que consigue cada vez menos?

¿Qué gran lucha nacional dio la CGT en estos años (aunque fuera redistributiva y sin salirse del apoyo al gobierno) para generar figuras políticas nacionales que se impongan desde fuera y no por concesión de la autoridad presidencial? La propia práctica del sindicalismo, reivindicada tantas veces por el propio Abel F. lo inhabilita para tener "candidatos votados por la gente".

Más allá de los equilibrios de la alianza en que se sustenta el gobierno, y de su ubicación distante de los sindicatos y movimientos sociales acorde con su política pro-patronal más abierta,  queda el problema del sistema de partidos. Si entendemos que el kirchnerismo fue la forma que asumió la recomposición de la autoridad estatal desde el 2003 en adelante, podemos decir que lo más inestable que queda de aquellos días de crisis orgánica, es precisamente el régimen político.

El kirchnerismo en este sentido ha oscilado entre un discurso de ir a un sistema con una coalición de centroizquierda y otra de centroderecha y una política de reeditar el bipartidismo con la ley electoral proscriptiva de las minorías. Sin embargo al día de hoy ninguna de esas hipotesis ha tomado forma, por un lado porque el propio gobierno necesita votos de la centroderecha y se corre hacia ese espectro de forma sistemática y por otro por la debilidad de la UCR y la dispersión de la oposición sojera.

En suma, un engendro político que solamente se sostiene por el peso que tiene hoy el oficialismo y que no tiene garantía de estabilidad sin las condiciones de crecimiento económico actuales.

Esto no quiere decir que si las condiciones económicas cambian y la crisis internacional impacta más de lleno en la Argentina, la izquierda clasista automáticamente se constituya en dirección del movimiento obrero ni mucho menos. Pero la construcción del FIT por arriba y la del sindicalismo de base por abajo, golpean en  dos aspectos débiles del régimen: la crisis de representación política (ojo, capitalizada principalmente por el propio oficialismo por ahora) y la de la burocracia sindical. Este trabajo paciente en épocas de "reformismo" dará sus frutos en situaciones más convulsivas.

2 comentarios:

JDM dijo...

Copio fragmentos de comentario del amigo FG que me lo mandó por mail:

(...)
En cuanto a lo que dice Abel Fernandez, que los dirigentes son, sobre todo, “poderosos al interior de sus respectivos aparatos”, pero que

Aún no pueden ser “votados masivamente”.

Y que esto revela una debilidad estructural del sindicalismo. Por un lado está el poder personal de las conducciones sindicales. El mejor ejemplo es Moyano y su riqueza personal.

Pero por otro lado no constituyen liderazgos de masas dentro del propio movimiento obrero, más allá de sus respectivos sectores.

Podría decirse que esta falta, o incapacidad, de liderazgo es resultado del mismo retroceso y derrota de las conquistas sociales del MO en la década menemista, proceso en el cual la burocracia fue cómplice y beneficiaria económica.

Si bien la CGT es un sujeto social importante, a pesar de su menguado poder de movilización, sin embargo no es actor político debido a su dependencia, durante años, de la política patronal. Esta “estrategia” le impidió construir su liderazgo

(…)

El sindicalismo tradicional perdió las miles de intermediaciones que históricamente había tejido con las bases y sectores populares obreros. Parte de este proceso, en y por

El Proceso Militar Y por El desempleo masivo en la etapa neoliberal

Con la consiguiente desarticulación de las organizaciones obreras, vaciamiento de gremios, etc.

Al desempleo y pobreza generados, que tomaron carácter estructural, le siguieron otras formas de intermediación:

(…).

En Clausewitz, sobre la naturaleza de las fuerzas morales, rescato lo que me parece vigente (aclaro que encontré mucho de idealismo y de metafísica en las proposiciones de Clausewitz, principalmente un desprecio por el análisis de lo concreto – “lo vulgar y común”, como le llama- y una preferencia por “lo estático, con un sentido general”, aunque su propio talento lo lleve a elementos “objetivos”):

El estado de ánimo y las cualidades morales son muy variables.

Las fuerzas morales no reemplazan las condiciones físicas de las fuerzas:

“La teoría no puede desterrar a las fuerzas morales de su esfera de acción, porque los efectos de las fuerzas físicas y morales están completamente fusionados y no pueden ser separados”

“Los principales poderes morales son: la capacidad del jefe, las virtudes militares del ejército y su sentimiento nacional”.

Dejando de lado al “jefe” y el “sentimiento nacional”, creo que el principal poder moral para la clase trabajadora es su “virtud militar” entendido en el sentido del despliegue de toda su potencialidad táctica (en el trabajo político militante cotidiano, la lucha sindical parcial, construcción de la organización), para así imponer su estrategia en el largo plazo.

(…)

De manera similar, no fueron las ideas del Iluminismo, por sí mismas, las que enterraron el “espíritu” del viejo Feudalismo, sino la Imprenta y el desarrollo del comercio, y todo el “proceso subterráneo” –y no tan subterráneo- que ello trajo como consecuencia.

Para clarificar un poco más: Kovaliov dice sobre las religiones en general,

“las religiones surgen en una sociedad que ya es de por sí religiosa” (Historia de Roma, Cap.: El Cristianismo)

es decir cuyos hábitos de vida, costumbres, relaciones sociales, etc. La hacen propensa a “pensar” religiosamente.

Diré tautológicamente:

La clase trabajadora, y los sectores populares, dejarán atrás el espíritu reformista… cuando “de hecho” hayan terminado con el reformismo real, tal y como se les aparece para su vida cotidiana: cuando se hayan quitado de encima el chantaje del punterismo político, la opresión de las burocracias pro-patronales, y toda esa cantidad de intermediarios de la política burguesa. Y ésta es una tarea de la clase trabajadora misma, es irreemplazable. No hay otro Sujeto Social con la capacidad para realizarlo.

(...)

fi dijo...

haciendo incapie en el jefe y en el sentimiento nacional,manifiesto que los ideales son meros ejemplos para quienes no aprendieron a vivir, que aquellos mismos que quisieron defenestrar el termino dictadura del proletariado,son los mismos que no quicieron ni quieren trabajar, por eso espreso que devolver el compromiso de lucha a la clase trabajadora y fortalecer la herramienta politica de los trabajadores es tarea del partido revolucionario junto a la clase obrera y estudiantil