miércoles, 13 de julio de 2011

León Trotsky, poeta-guerrero

Transcribo de Cómo se armó la Revolución (Ed. IPS/CEIP 2006), unos párrafos de gran belleza de un discurso pronunciado por Trotsky en el teatro de Kazán, el día de la toma de la ciudad, el 11 de Septiembre de 1918. 

Nosotros estimamos mucho la ciencia, la cultura, al arte y junto con sus instituciones -escuelas, universidades, teatros, etc.- queremos hacerlos accesibles al pueblo. Pero si nuestros enemigos de clase quisieran mostrarnos de nuevo que todo eso sólo existe para ellos, y no para el pueblo, nosotros diríamos "¡Muerte a la ciencia y al arte, muerte al teatro!" Nosotros, camaradas, amamos el sol que nos alumbra, pero si los ricos y opresores quisieran monopolizar el sol, nosotros diríamos: "que se extinga el sol y reine la oscuridad, las tinieblas eternas...."

Este ha sido, precisamente, el sentido de la lucha bajo las murallas de Kazán, de la lucha que tiene lugar en el Volga y el Ural. Se trata de saber a quién pertenecerán las casas, los palacios, las ciudades, el sol, el cielo: si pertenecerán a las gentes del trabajo, a los obreros, los campesinos, los pobres o a la burguesía y los terratenientes (....)

Nos acusan de ser malos patriotas. Sí, camaradas, mientras al frente de nuestro país estuvieron los burgueses, los terratenientes burócratas que arreaban el rebaño de soldados rusos para que vertiera su sangre en defensa de los intereses de aquellos; mientras las cosas eran así, nosotros fuimos malos patriotas de sus privilegios, de sus beneficios, porque hemos sido siempre patriotas de la clase obrera. Pero ahora en nuestro país dominan los obreros y los campesinos pobres. Es otro país, y sobre su suelo fecundado por la violencia, la esclavitud y el sudor de muchas generaciones, la clase obrera se alzó en toda su estatura, por primera vez en la historia universal, y dijo "yo soy aquí el amo, no hay otro amo más que yo". Y por esta Rusia nosotros sentimos la más ardiente pasión, por ella estamos dispuestos a dar nuestra cabeza, a verter nuestra sangre hasta la última gota (....)

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