miércoles, 29 de junio de 2011

Algo más sobre el debate estratégico y el FIT

Mi anteúltimo post, que subí también al blog del IPS (del que formo parte), generó varias discusiones entre compañeros simpatizantes del FIT que no integran ninguna de las organizaciones que lo conforman y no les cierran los términos del debate. 

En el blog del IPS intenté responder a dos objeciones que eran centrales en los argumentos de los amigos que hicieron sus comentarios: una si el debate no era un poco forzado y la segunda, cuál es la importancia en la actualidad de retomar el pensamiento estratégico de la III Internacional en sus cuatro primeros congresos (y de la IV Internacional antes de su división, agrego). 

Sin embargo, me quedé pensando que desde cierto punto de vista, la falta de debates estratégicos desde hace muchos años ha generado una suerte de "posicionalismo absoluto" (término utilizado polémicamente por Trotsky en sus escritos militares), entendiendo este como una concepción que da por hecho que la estrategia de toma del poder por la clase obrera ha quedado superada y lo más que queda por hacer es ocupar espacios políticos o sindicales, acompañando esto de propaganda socialista. Ojo que no me refiero a las ideas de ninguna corriente en particular, sino a una suerte de "espíritu de época" dado por las condiciones de derrota impuestas a la salida de los '70, con las subsiguientes décadas de neoliberalismo, etc. Incluso los autonomistas, que en el 2001-2003 llamaban a "crear una esfera pública no estatal" comparten esta lógica desde los márgenes del sistema y por eso muchos de ellos se acercaron después a los "gobiernos progresistas" (el propio Toni Negri lo hizo). 

Desde cierto ángulo, uno de los últimos debates de estrategia que se planteó en nuestro país fue el que llevaron adelante los gramscianos argentinos a la salida de los '70 y principos de los '80 desde el exilio mexicano. En particular Juan Carlos Portantiero, con los Usos de Gramsci, en una suerte de "reflexión desde la derrota", si bien intenta ligar a Gramsci con Mao Tse Tung y la guerra prolongada, codifica la concepción de la guerra de posiciones como una estrategia alternativa a la estrategia bolchevique de toma del poder por la clase obrera. 

Me permito citar un poco abusivamente un artículo que se puede leer completo acá y que critica la interpretación contraria de lo que comentábamos hace unos días sobre el legado de la Internacional Comunista: 


(...) Portantiero sostenía que Gramsci había sido el único marxista que comprendió las mutaciones del poder estatal burgués durante los años ‘20 y ‘30. Frente al desafío de la revolución rusa, el capitalismo respondía con una “revolución pasiva” que tenía en la República de Weimar su expresión política y en el fordismo-americanismo su expresión industrial-cultural. En ese contexto, para Portantiero, Gramsci fue el único que desarrolló hasta el final las consecuencias de la política del frente único, adoptada por la III Internacional en 1921: “Nuestra propuesta implica ver a su obra como el testimonio ideológico y político de  una estrategia de largo alcance para la conquista del poder; como el desarrollo más consecuente de las hipótesis planteadas en el III y en el IV Congresos de la Internacional Comunista (1921 y 1922), que supone la revisión primera de los planteos clásicos de ‘toma del poder’, inscritos en la acción de los bolcheviques en 1917. Revisión que en otras condiciones Mao realizará en los hechos y que en su desarrollo incluye, además, otras modificaciones sustantivas: no jacobinismo de los partidos, formas diferentes de plantear la relación entre espontaneidad y consciencia, vigorización de la autonomía de los ‘movimientos de masas’   frente   a   las   ‘vanguardias   políticas’ ,   necesidad   de   análisis pormenorizados de cada sociedad nacional como sistema hegemónico particular.”

Portantiero señalaba que la unidad del pensamiento de Gramsci no está dada por tal o cual concepto sino por una concepción sobre la revolución y la estrategia para llevarla al triunfo. En ese contexto, Portantiero planteaba que la apuesta estratégica de Gramsci pasa por el “diseño de una estrategia no reformista ni insurreccionalista de la toma del poder”. 

“¿Cuál es esa estrategia política? –continúa. Él mismo la define, en términos militares: la de la ‘guerra de posiciones’, como alternativa frente a la ‘guerra de maniobras’. Gramsci reflexiona el pasaje de una a otra, a partir de la terminación del ciclo de ofensiva revolucionaria que vivió Europa entre la Primera Guerra Mundial y –para dar una fecha indicativa– el fracaso de la insurrección alemana de marzo de 1921. Detrás de esa derrota se acumularon varias: en Alemania en 1919 y 1921, en Hungría en 1919, en la propia Italia en 1921 y en Varsovia ese mismo año, cuando el ejército rojo es detenido frente a la capital polaca y obligado a retroceder.” 
  (...)
Según el argumento de Portantiero, desarrollar consecuentemente las conclusiones que se desprenden de la política de Frente Único implica revisar “los planteos toma del poder”. Veremos que esta posición implica transformar la táctica en estrategia. Es decir, renunciar a la estrategia a favor de la táctica, lo cual significa formar parte por omisión de la estrategia de los aliados/adversarios. Pero antes, recapitulemos un poco.
La Internacional Comunista hizo, efectivamente, un viraje político en función de un hecho evidente. Los intentos revolucionarios en Europa Occidental habían sido derrotados porque la socialdemocracia se había ubicado como garante del orden burgués, pero la debilidad de los partidos comunistas no les había permitido a los mismos modificar las relaciones de fuerzas. En ese contexto, la política del Frente Único apuntaba a la conquista del poder, previa conquista de las masas, a partir del llamado a la socialdemocracia para la lucha en común por las reivindicaciones de la clase obrera. Esta política apuntaba a unir las filas obreras ante la situación de retroceso y a la vez acelerar la experiencia de los obreros con su dirección reformista.

En sus intervenciones en defensa de las tesis de Frente Único, Lenin señalaba que en Rusia la guerra imperialista había acelerado la preparación de la revolución, permitiendo a los bolcheviques ganarse a las masas, condición todavía no alcanzada por los comunistas de occidente. En este sentido, la política de Lenin se desmarcaba de los ultraizquierdistas que llamaban a pasar a “la ofensiva” cuando la situación de la lucha de clases era de retroceso y los partidos comunistas de Europa Occidental eran débiles todavía en el movimiento obrero. Haciendo omisión del debate real desarrollado en el III Congreso de la Internacional Comunista, Portantiero amalgamó las posturas “ultraizquierdistas” con la estrategia bolchevique de toma del poder por la clase obrera y opuso esa amalgama al Frente Único, cuando fue el mismo Lenin quien defendió la política de Frente Único contra los ultraizquierdistas. 

Ahora bien, ¿es correcta en términos teóricos la contraposición entre Frente Único y estrategia bolchevique? ¿En qué sentido el Frente Único puede ser una nueva estrategia que reemplace a la de toma del poder por la clase obrera? Para abordar este debate es necesario señalar que el Frente Único no sólo se da en situación de lucha defensiva de los trabajadores. Tomemos el ejemplo de la revolución rusa, que es la madre de la estrategia bolchevique. Los soviets son una institución de frente único de la clase trabajadora abierta a todas sus tendencias políticas. Su existencia marca el surgimiento de una situación de dualidad de poderes entre el poder burgués y el naciente poder obrero. 

Sin embargo, el frente único por sí mismo no puede resolver el problema de quién detenta el poder del Estado, dado que en la clase obrera conviven tendencias políticas reformistas y revolucionarias y por ende distintas estrategias. Por eso, entre febrero y octubre los soviets fueron conciliadores con el poder burgués bajo la dirección de los mencheviques y los eseristas y sólo se dio la toma del poder por la clase obrera cuando los bolcheviques ganaron la dirección de los soviets. Es decir, ni la forma más avanzada, ofensiva y radicalizada de frente único puede remplazar la tarea de un partido revolucionario, es decir, el frente único no remplaza a la estrategia bolchevique, así como la dualidad de poderes no garantiza el triunfo del poder obrero. 

Pasando en limpio, el Frente Único es una parte fundamental de la política marxista, porque hace a la conquista de las masas trabajadoras que todavía no ven a la izquierda revolucionaria como su dirección política (y acá me refiero a frentes únicos que pueden ser mucho más amplios que el FIT pero también al FIT). 

Sin embargo, el Frente Único por sí mismo no resuelve el problema de desplegar un pensamiento estratégico, que permita que las huelgas y conflictos parciales sean tomados como "escuelas de guerra" previas al desencadenamiento de la "guerra de clases misma", donde como dice Trotsky, "la guerra civil constituye una etapa determinada de la lucha de clases, cuando ésta, rompiendo los marcos de la legalidad, viene a ubicarse en el plano de un enfrentamiento público y en cierta medida físico, de las fuerzas enfrentadas". Desde ya que hoy no estamos ni cerca de lo descrito por Trotsky, pero no tiene sentido renunciar a la preparación estratégica en aras de los límites de la coyuntura política. 


Volviendo a la actualidad, aunque el FIT sea una política defensiva contra la proscripción electoral y no la antesala de la toma del poder por el proletariado, creo que no sólo es pertinente el debate estratégico, sino que las propias "operaciones aisladas" que podamos desarrollar desde el FIT deben buscar apuntar a necesidades estratégicas (por ejemplo la defensa de los delegados perseguidos con causas penales y juicios de desafuero) para defender las posiciones conquistadas, como punto de partida de futuras acciones de mayor envergadura. 


lunes, 27 de junio de 2011

Elogio de las dificultades

El otro día mis compañeras de trabajo me preguntaban por qué me anduve engripando seguido y la única respuesta que se me ocurrió fue que este año me pasaron muchas cosas malas, que los lectores de este Blog conocen bien. Y sobre eso quería reflexionar un poco, porque Marx planteó también que la historia avanza muchas veces por el lado malo. Y con mi propia experiencia he constatado que esa idea se aplica tanto a la historia colectiva como a la personal. 

Hay un proverbio japonés (es decir proveniente de una cultura muy respetada en lo que a mí respecta) que dice "Cuando la marea sube, el barco flota". Es decir que, cuando mayores son las dificultades, más se ponen en juego las cualidades de un hombre o mujer para afrontarlas. El clásico texto oriental conocido como "Hagakure" (al que hace referencia la conocida película de Jim Jarmusch "Ghost Dog") rescata este proverbio y agrega que es un error imperdonable dejar que las dificultades nos superen. 

Las dificultades son, en suma, constitutivas de nuestra voluntad de cambiar las cosas. Y son un buen termómetro también, para medir las relaciones que hemos conquistado (nada mejor para poner a prueba a los amigos que enfermarse, dice el mismo librito japonés del Siglo XVIII que comentaba antes). 

Y como soy trosko y del barrio de Boedo, no me queda más que decir que no hace falta que me digan cuántos son....
¡¡¡¡vengan pasando nomás!!!!


viernes, 24 de junio de 2011

Algunas reflexiones más sobre el problema de la estrategia en un día de movilización

Anoche quedó demostrado una vez más que el "carácter progresivo del Estado" reivindicado por los intelectuales K, se termina cuando llega la Guardia de Infantería. Incluso queda claro también que el kirchnerismo no tiene problema en apelar a las "relaciones de fuerzas militares" cuando los conflictos sociales cuestionan su política.

Contra esta política, para llevar la solidaridad a los compañeros/as de Santa Cruz, nos encontraremos en un rato más el conjunto de las organizaciones en el centro de Neuquén.

Sin embargo, quisiera continuar con la reflexión sobre el problema de la estrategia que comentaba el amigo Fernando Rosso en su blog, a partir de ciertos debates que tenemos los integrantes del FIT y un texto clásico de la Tercera Internacional, que yo había posteado acá.

La importancia de la discusión estratégica reside en que viene a cubrir un relativo vacío, impuesto por las condiciones de derrota posteriores al ascenso de los años '70. La aceptación de la democracia capitalista como el único horizonte posible por las amplias masas, aceptación abonada por los que en el ascenso habían sido referentes ideológicos y políticos de la izquierda, ha llevado en algunos casos a las fuerzas de izquierda a pensar en términos casi exlusivamente tácticos, centrándose en las operaciones aisladas como conquistas de determinados espacios políticos o sindicales o en el mejor de los casos a tener una compresión teórica de la estrategia pero con muchas dificultades de articulación con la práctica política.

En este sentido, el pensamiento estratégico de la Tercera Internacional en sus cuatro primeros congresos merece ser estudiado nuevamente desde esta óptica, para lo cual se puede hacer el repaso conceptual que sigue:

Los dos primeros congresos de la Tercera Internacional se dan en el marco del ascenso originado en la Revolución de Octubre de 1917. En este contexto, el primero sienta las bases de la nueva organización revolucionaria internacional y se separa de manera tajante del reformismo, planteando el objetivo político del poder obrero mediante la dictadura del proletariado. El segundo congreso sigue en la misma línea, en un contexto en que la Tercera Internacional ha profundizado la política hacia las alas izquierdas de los partidos socialistas que se acercan a los bolcheviques y en ese marco, el texto que citamos en el post anterior busca establecer una relación entre la política parlamentaria y la estrategia insurreccional, en la que se delimita de la práctica de los parlamentarios socialdemócratas reformistas.

Entre 1918 y 1920, en los textos de la Tercera Internacional lo central es que la situación de ascenso de la lucha de clases permite articular el objetivo político (poder obrero), la estrategia (toma del poder por la clase obrera mediante la organización de partidos bolcheviques de vanguardia con peso de masas) y la táctica (lucha política con la socialdemocracia) con escasas mediaciones.  Lo central era forjar los partidos al calor del ascenso y tratar de avanzar hacia nuevas revoluciones aprovechando la marea revolucionaria, superando a los reformistas que estaban en bancarrota después de su posición social-imperialista durante la guerra.

Al año siguiente, la derrota de las ocupaciones de fábricas en Italia, el retroceso del Ejército Rojo a las puertas de Varsovia y la derrota de la "acción de Marzo" en Alemania, imponen un viraje a la Tercera Internacional que se resume en la expresión "conquista del poder, previa conquista de las masas". Esta orientación del Tercer Congreso se sintetiza en la política de Frente Único proletario para la lucha por las reivindicaciones elementales de la clase obrera  y tiene como documento central las "Tesis sobre la táctica".

Contra la situación anterior, que acercaba y hacía más inmediatas las relaciones entre objetivo político, estrategia y táctica, la situación de 1921, con el inicio del retroceso del ascenso revolucionario en Europa Occidental impone mayores mediaciones y otorga por ende más peso a la táctica.

Tanto es así, que el Manifiesto de la Tercera Internacional publicado en el Tercer Congreso llama a oponer la estrategia de los trabajadores a la estrategia del capital, asimilando el concepto de estrategia con la preparación cuidadosa de los combates y con la astucia para no entrar en provocaciones en las cuales los comunistas se enfrenten aislados, como minoría armada contra la burguesía y sus fuerzas represivas.

El Cuarto Congreso profundiza esta orientación, agregando la hipótesis del Gobierno Obrero para Alemania, es decir que la forma posible en que se pueda llegar a la dictadura del proletariado en Alemania puede ser la lucha por un Gobierno Obrero, que rompa con la burguesía y arme a la clase trabajadora, acelerando la experiencia de los trabajadores con la socialdemocracia.

Esta orientación se basaba en la idea de que la burguesía era más fuerte en Europa Occidental que en Rusia, que la socialdemocracia tenía una sobrevida política por la reactivación económica posterior al desastre de la guerra mundial y que si bien toda revolución disloca el aparato estatal, éste era más fuerte en Europa Occidental que en Rusia, donde los bolcheviques tomaron el poder contra un Estado burgués en formación dirigido por coaliciones inestables en medio de la dualidad de poderes entre el gobierno provisional y los soviets. Trotsky señalaba que posiblemente, al revés de Rusia, en Europa Occidental se diera primero la guerra civil y después la toma del poder.

Después de la derrota de la revolución alemana del '23, el inicio del "centrismo burocrático" en la Tercera Internacional bloquea toda reflexión estratégica. El V Congreso va a ser el de la "bolchevización" para desplazar y callar a los elementos opositores y el VI Congreso el de la fosilización del programa marxista, criticada por Trotsky, acá. El VII Congreso en 1935 implica la restauración de la política menchevique de alianza con la burguesía, mediante los "Frentes Populares", a lo que Trotsky opone la continuidad de la estrategia bolchevique mediante el Programa de Transición y la Politica Militar Proletaria frente al estallido de la Segunda Guerra Mundial. 

Con disculpas del repaso anterior, lo que quería decir es que en la actualidad, la relación entre objetivo politico, estrategia y táctica está directamente desarticulada por la ausencia de radicalización y la débil continuidad del pensamiento marxista revolucionario. Y el esfuerzo que tenemos que hacer es volver a pensar esta relación para dar mayores fundamentos de una práctica política revolucionaria y forjar organizaciones de combate (social, político y, llegado el momento, militar) contra la burguesía y su estado.

En este sentido, me parece desacertado lo que plantean nuestros aliados del PO de Neuquén sobre que el PTS se niega a definir una "agenda legislativa" porque "lo nuestro es la lucha de clases" y que  eso es contradictorio con "presentarse a elecciones". 

Lo que sucede es que estamos en una situación en la cual cualquier posición conquistada puede convertirse a su vez, por la falta de radicalización en la lucha de clases, en una presión conservadora. Entonces lo que se nos plantea en Neuquén es cómo utilizar la banca conquistada para la batalla contra la proscripción a nivel nacional y en ese sentido qué mejor que potenciar el fuerte movimiento social que le dio carnadura y de esta forma construir una fuerza política revolucionaria y combativa. La intervención en la Legislatura desde ya que puede aportar mucho en este sentido, pero a condición de tener claramente esta perspectiva.

En Neuquén, el MPN tiene dos centros de gravedad: los barrios que controla mediante el aparato de punteros y los trabajadores petroleros, que controla mediante la burocracia de Pereyra. 

La amplia vanguardia que da la pelea desde lo social, sindical y cultural está separada de las masas controladas por estos aparatos. La campaña del FIT permitió llegar con una política de independencia de clase a unir aunque sea en una elección a estos dos sectores, con muy buena recepción en los barrios obreros y más humildes. 

Sin embargo, para forjar una fuerza revolucionaria y combativa en la provincia, tenemos que dotarnos de una estrategia para unir de forma permanente eso que el MPN y la oposición patronal dividen: los sectores más activos con las masas de las grandes barriadas y los trabajadores petroleros que tienen la capacidad de parar la provincia en pocas horas. Y esto no puede quedar en una campaña ni se puede plantear únicamente desde una agenda legislativa. 

Pasando en limpio, mi opinión es que tenemos que pensar cómo usamos esta banca para dar pasos en ir forjando esa alianza social que puede hacer temblar al MPN y las petroleras. En ese sentido, se reafirma que la "agenda legislativa" tiene que ir de la mano con la "agenda de la lucha de clases", unidas por una estrategia para vencer. Desde esta perspectiva, formamos parte del FIT y apostamos a que se desarrolle. 

martes, 21 de junio de 2011

Sobre la banca del FIT y algunas referencias históricas

El sábado se realizó en el Salón Azul de la UNC un plenario de balance de la gran elección del FIT. A sala llena, más de 200 compañeros y compañeras, entre trabajadores ceramistas (con una nutrida delegación de Cerámica Stefani de Cutral Co), papeleros, de aguas gaseosas, estatales, docentes, estudiantes secundarios y universitarios, artistas, participaron del debate que duró varias horas. Estuvieron presentes referentes docentes de la Agrupación Rosa de ATEN que habían sacado una carta a título personal apoyando al Frente, una delegación del PO encabezada por Gabriela Suppicich y los compañeros/as de Convergencia Socialista. Contamos también con la visita de compañeros del sector clasista y antiburocrático del SMATA de Córdoba, encabezada por Hernán Puddu. Hubo muchas intervenciones que dieron cuenta de la profundidad de la campaña militante desarrollada y el balance fue muy positivo. 

Uno de los temas sobre los que se debatió es acerca de qué actitud tener frente a la banca conquistada. En términos generales había acuerdo en que la banca no reemplaza las organizaciones de masas en las cuales los integrantes del FIT damos peleas políticas cotidianamente y tenemos que seguir dándolas y que sobre todo debe ser vista como una trinchera conquistada en territorio enemigo que tiene que estar al servicio de la lucha extraparlamentaria y de la "agenda" de la lucha de clases, empezando por la solidaridad con la huelga de Santa Cruz y  la campaña por el desprocesamiento de los más de 500 compañeros/as procesados en la región.

Como decía Hernán Camarero "Habría que revisar las experiencias que hubo de desarrollo parlamentario de la izquierda. Hay una historia muy larga, muy extensa, pero ahora aprovechando la oportunidad de tener un legislador habría que echar mano de esa historia y hacer un balance, para ver qué elementos pueden servir, en qué elementos apoyarse y qué elementos pueden servir justamente para no hacer."

Teniendo en cuenta esta recomendación, quería compartir con los lectores/as algunos textos referidos a la posición marxista respecto de la lucha parlamentaria. 

En primer lugar, un documento del Segundo Congreso de la Tercera Internacional (1920) titulado "El Partido Comunista y el Parlamentarismo" , texto que define las posiciones de principio y el rol de la lucha parlamentaria desde la perspectiva de una estrategia revolucionaria y en segundo lugar, una intervención de Antonio Gramsci en el parlamento italiano, en la que enfrenta al propio Mussolini, a propósito de una ley que impulsaba el fascismo supuestamente contra la masonería pero dirigida centralmente contra las organizaciones obreras. 

En Neuquén hay un debate estratégico pendiente, que de alguna manera la constitución del FIT ayuda a poner más en primer plano, sobre cuál es la continuidad política de las luchas que llevan adelante los componentes de una amplia vanguardia sindical, social y cultural que existe en la provincia. 

Los textos que linkeo más arriba son un aporte al debate. 

lunes, 20 de junio de 2011

Cine, libros, calles del barrio

Ahora que tengo un teléfono cómodo para tomar notas me surge la posiblidad de pasar en limpio lo que se me venga a la mente, con el consiguiente perjuicio para los lectores de este Blog, que seguramente llegan buscando alguna discusión política o ideológica y se encuentran con mis poemas desparejos.

Ahí van algunos más....


Cinéfila

Desde chiquito mi vieja
me hizo la cabeza
con los siete samurais
que luchaban al servicio de un pueblo de campesinos.
Sin darse cuenta me impuso
el gusto por el cine
y un rígido sentido del deber.

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Siesta filosófica

Me senté al lado tuyo
y me puse a leerte
la ética demostrada según el orden geométrico.
Hablamos por un momento
de las pasiones alegres
de que Spinoza era una artesano
perseguido por los rabinos
por querer que la filosofía
dejara de ser sierva de la teología.
Te dormiste antes de la beatitud
y tuve que volver al Siglo XXI
mientras vos te sumergías en la Ciudad de Dios.

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Cine Cuyo

El Cine Cuyo de Boedo
es un clásico de mi infancia.
Mirábamos películas de Van Damme en continuado
y después deambulábamos por el barrio.
Con los años dejamos de vernos
y nos pusimos grandes.
Ahora el barrio vive
una suerte de apogeo comercial.
Pero el cine es un templo evangélico
que nos recuerda los límites de la restauración turística.

domingo, 19 de junio de 2011

Otra vez sobre El Gran Pez

Si bien el día del padre es una fecha impuesta claramente por el enemigo de clase, lo cierto es que el día de hoy yo hubiera llamado a mi viejo para saludarlo. Mi viejo, atendiendo a ultranza la etiqueta masculina tradicional, me hubiera dicho que estaba mucho mejor, que le dolían menos las piernas y que todos los días caminaba un poco, en vez de decirme que se sentía para el orto y que lo que menos quería era caminar.

Un día como hoy se me vienen a la cabeza montones de momentos compartidos con él, como cuando me trajo una ametralladora de juguete después de mi primera visita al quirófano a los 6 años, cuando jugábamos al fútbol en el parque Lezama y me decía que los mejores jugadores eran los brasileros, cuando vimos los goles de Maradona a los ingleses y después cuando nos afanaron el mundial '90,  cuando vimos una pelea vergonzosa del roña Castro contra Terry Norris, cuando contaba sus viajes y decía que Istambul era una bella ciudad pero los turcos eran "hirsutos", cuando se le iluminaba la cara hablando del Quijote, cuando fuimos a ver al Select Lavalle "Infierno Rojo" y "Ninja Americano" en continuado, cuando decía "los entrerrianos somos corajudos" y me mostraba una epecie de nudillo enorme que armaba con la falange del dedo mayor.

Mi viejo fue mi viejo, pero sobre todo fue un gran misterio. Siempre quedaba algo por fuera del relato conocido, que yo sospechaba que seguramente era lo más interesante. Tuvimos oportunidad de conocernos bastante, de todos modos. Y no me quejo. Solamente le reprocho un poco haberme dejado en el incómodo lugar del hombtre de la familia, función para la cual tengo nula capacitación. Una vez más, me preparó para el ritual iniciático, pero no me dio la receta para atravesarlo.

sábado, 18 de junio de 2011

Entrevista con Hernán Camarero: Los intelectuales, el Frente de Izquierda y la clase obrera

A continuación, va la desgrabación de la entrevista que realizamos con Hernán Camarero (historiador del movimiento obrero y parte del FIT ) en la última emisión de Pateando el Tablero Neuquén (15/06). La entrevista aborda el balance el debut electoral del FIT en Neuquén, la relación de la experiencia de los ceramistas y la izquierda en Neuquén con el clasismo de los '70 y el estado actual de las relaciones entre los intelectuales y la vanguardia de la clase trabajadora. Cuando pueda subir el audio, lo linkeo, mientras tanto, recomiendo su lectura....

PelT: Hernán, vos formaste parte de los intelectuales que ha firmado el apoyo al FIT a nivel nacional, en Neuquén tuvimos las elecciones el fin de semana, donde un diputado obrero del Frente de Izquierda accedió a una banca en la Legislatura. ¿Qué balance podemos hacer de la elección del FIT en Neuquén?


HC: Bueno, como parte activa del apoyo al Frente de Izquierda acá en Buenos Aires obviamente seguimos lo de Neuquén con bastante expectativa. Sabíamos que la izquierda iba a hacer una buena elección. Ya había en un sentido triunfado por la campaña, que yo seguí bastante y me pareció muy interesante como campaña obrera y socialista y el resultado fue positivo. Creo que haber conseguido esos porcentajes, esos más de diez mil votos, y sobre todo poner en la legislatura a un candidato obrero que emerge de la experiencia tan progresiva y tan importante como fue y es la de Zanon y el sindicato ceramista, es un proceso muy importante para dinamizar, para generar un impacto en la campaña de conjunto a nivel nacional del Frente de Izquierda.

En mi caso y el de muchos compañeros y colegas con los que hablé todos han seguido con mucha intensidad y estamos todos muy contentos con el logro de que entrara Alejandro López a la legislatura, además por el perfil con el que entró, el hecho de anunciar que va a cobrar el salario como obrero y destinar el resto a sostener las luchas obreras, me parece que marca un perfil muy interesante para una bancada obrera, es un hecho muy importante para marcar una diferenciación con el parlamentarismo burgués.

PelT: Hay muchos hitos de la experiencia del Sindicato Ceramista, la toma y puesta en producción de la fábrica, la Coordinadora Regional del Alto Valle, el nexo con la comunidad para defender la fábrica ante los intentos de desalojo, lo mismo en Stefani, el plebiscito para defender la fábrica, todo esto basado en un estatuto clasista y antiburocrático que estipula que los dirigentes vuelvan a la línea de producción y eso crea un gran antecedente. Como decías vos lo del primer legislador obrero en la provincia de Neuquén va a significar muchísimo. ¿Qué balance se puede hacer si comparamos estas experiencias con otros momentos del clasismo en la Argentina?

HC: Se está sumando un plus. Siempre digo como historiador del movimiento obrero argentino que tenemos una historia riquísima. El movimiento obrero argentino tiene una historia muy rica de luchas, de combates, de construir alternativas de izquierda, socialistas y revolucionarias. Habría que revisar las experiencias que hubo de desarrollo parlamentario de la izquierda. Hay una historia muy larga, muy extensa, pero ahora aprovechando la oportunidad de tener un legislador habría que echar mano de esa historia y hacer un balance, para ver qué elementos pueden servir, en qué elementos apoyarse y qué elementos pueden servir justamente para no hacer.

Respecto al clasismo particularmente, está muy asociado a la experiencia de fines de los ’60, que tuvo hitos como SITRAC-SITRAM y otras experiencias muy combativas de desarrollo de una tendencia clasista revolucionaria. Ahora, justamente el problema que se había dado con aquel clasismo es que no había dado el salto de la lucha sindical, por tomas de fábricas, por comisiones internas combativas, incluso con partidos revolucionarios, no había dado el salto a hacer política y ese fue, creo yo, uno de los límites junto con otros elementos que definieron la etapa, de fines de los ‘60 y principios de los ‘70. La apelación a la guerrilla me parece que fue una vía muerta, pero concretamente para esa generación del clasismo, la dificultad de saltar a una política obrera independiente aparece como un límite muy claro.

En este sentido, la experiencia de esta generación surgida con la lucha de Zanon, de Stefani, etc., está marcando un elemento de diferenciación. A la estrategia de combate por sus reivindicaciones, por la ocupación de las fábricas, por recuperar el sindicato, por hacer otro tipo de sindicalismo, le está agregando esto que es el hecho de hacer política, dar la lucha en el plano político, incluso en el plano parlamentario que es un plano por cierto muy difícil para la clase obrera y la izquierda revolucionaria, por eso hay que andar con pies de plomo en este punto, estudiar la historia, otras experiencias, porque las presiones van a ser muy fuertes. Pero me parece que se arranca bien, con un programa correcto, con algunos recaudos muy adecuados, la rotación en los cargos, el hecho de cobrar el mismo salario de un obrero, estos recaudos son un buen inicio.

Pero de conjunto la valoración que hago con la otra experiencia del clasismo me parece que está indicando un rasgo bastante peculiar de la experiencia de la izquierda neuquina y sobre todo de los ceramistas.

PelT: ¿Cómo ves la relación entre los intelectuales y el movimiento obrero en Argentina?

HC: Actualmente, tendría un balance crítico, la relación es más bien pobre. Hay por cierto algunas iniciativas, grupos de compañeros o espacios de producción que siempre han tenido preocupación por estar vinculados a las luchas del movimiento obrero pero en general las últimas décadas han sido bastante complicadas. Ha habido todo tipo de tendencias entre la intelectualidad más bien a sumarse al consenso político vigente, En los ’80 fue el alfonsinismo, un giro socialdemócrata impresionante en el cual cayeron incluso intelectuales que tenían una tradición revolucionaria marxista muy importante. En los 90 fue otra alternativa también en clave socialdemócrata o neo-populista, del Frepaso por ejemplo e incluso de la Alianza. Y muy claramente en esta década del 2000, el kirchnerismo; que ha hecho estragos en este sentido, respecto a la posibilidad de desarrollo de una intelectualidad de izquierda crítica que empalme con la lucha del movimiento obrero. Entonces, cómo la veo, la veo como una pelea, en realidad. Hay compañeros que ven esa necesidad y se ponen en movimiento incluso en solidaridad como es la experiencia de Zanon, pero en realidad es verdaderamente una batalla, es una lucha a contracorriente. Me parece que en este sentido la constitución de este Frente de Izquierda es un elemento positivo que puede ayudar. En primer lugar lo que generó es un aglutinamiento, un agrupamiento de algunos centenares de docentes, investigadores, intelectuales y artistas que consideraron un paso muy progresivo la constitución de este Frente y sabemos que detrás de este Frente por supuesto está expresada la lucha de lo más avanzado del movimiento obrero entre ellos lo de Zanon, pero muchas otras cosas además de Zanon, comisiones internas combativas, la lucha de los ferroviarios, la lucha contra la tercerización, la lucha que están dando algunos comisiones internas en varios sindicatos. Me parece que en ese sentido hoy el apoyo el Frente es una vía concreta y directa para apoyar la lucha del movimiento obrero y por eso vamos a realizar la primera asamblea de intelectuales en apoyo al FIT. 

viernes, 17 de junio de 2011

Importante debate sobre intelectuales, kirchnerismo e izquierda


Acá se puede acceder a las intervenciones de Horacio González, María Pía López, Pablo Alabarces, Christian Castillo y Eduardo Grüner. 


Mi opinión es que la charla deja un amplio espacio para seguir debatiendo, porque los intelectuales kirchneristas se hicieron tanto la cabeza de que no había nada más a la izquierda que el kirchnerismo,que recién ahora están descubriendo a la izquierda como un interlocutor, sobre todo los que no quieren ser simples repetidores del discurso gubernamental y tratan de darle a su posición alguna base teórica (lo cual no se hace sin hiatos discursivos porque entre la política efectiva del kirchnerismo y el universo simbólico del peronismo de izquierda hay una distancia importante con lo cual los engarces entre la discusión de las tradiciones intelectuales y su supuesta encarnación en el gobierno K son bastante defectuosos desde mi humilde punto de vista). 

Por otra parte, al apoyo logrado por el FIT entre docentes, investigadores, intelectuales y artistas, plantea la posibilidad de abrir un diálogo con compañeros que hasta hace poco apoyaban al gobierno como "el mal menor" y ahora se acercan a la izquierda. 

Por último, creo que la tesis de Horacio González (formulada en Restos Pampeanos) de que el trotskismo es un elemento exterior a la tradición nacional que a lo sumo puede practicar el entrismo en el peronismo pero no puede dirigirse a la clase trabajadora en nombre propio (tomando la experiencia de Palabra Obrera en los años '50), tiene la dificultad de que a diferencia de la época de gloria del peronismo, la influencia de la izquierda trotskista es más significativa y ha hecho sus propios aportes a la historia de la clase trabajadora argentina e internacional, con experiencias como las de Zanon, Kraft, los tercerizados de los ferrocarriles, así como el PTS es la única corriente que intenta codificar en términos teóricos estas experiencias retomando la hipótesis de una intelectualidad revolucionaria junto a los trabajadores.  

Esto explica también por qué se pudo hacer un debate como este. 

jueves, 16 de junio de 2011

De la praxis a través del combate

La muerte de mi viejo  me puso ante una disyuntiva: escribir o reventar como un sapo. Así que ahí van algunos productos de este estado de ánimo....

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Artes de Combate

Dicen que los espartanos
despreciaban a los arqueros
por rehuir el combate cuerpo a cuerpo
Para mí, el arquero 
y el hoplita son dos formas distintas 
del espíritu guerrero
El hoplita es fuerza y destreza
quebrando el movimiento 
uniforme de la tropa enemiga
El arquero es instinto que asimila
el ritmo del adversario en un tiro certero

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El Doble Carácter de las herramientas

Dicen que el sable
es el arma más noble 
Pero muchas armas antiguas
son herramientas 
de pescadores y campesinos 
que defendieron sus pueblos 
contra los ejércitos de grandes imperios 
y los vencieron

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Pugilato

El combate con los puños
tiene sus propias reglas
como que el metatarso inicia el movimiento
que sigue en el giro de cintura 
y termina en un golpe cruzado
o como que un buen gancho se conecta
con hombro, codo y nudillo en ángulo de 90º
La sincronización de brazos y piernas
permite infinitas combinaciones
Pero lo más importante
es el pacto de caballeros
que está detrás de cualquier 
combate de mano vacía
Es el compromiso de mantener 
los valores del barrio
contra la seguridad de las clases medias

lunes, 13 de junio de 2011

Algunos comentarios sobre la gran elección del FIT en Neuquén

Ayer anduve fiscalizando por Zapala bajo una lluvia de cenizas volcánicas muy interesante para ver por Discovery pero nada recomendable para tragar por boca, nariz y ojos. Es una gran alegría para nosotros haber logrado una banca de los trabajadores en la Legislatura provincial, lo cual no vino de arriba sino que es parte de un trabajo de años y de una campaña militante intensa. 

Ahora toca descansar un rato, aunque sea hasta mañana, pero aprovecho, copa de vino en mano, para meter bocado con algunas cosas que no están de más para discutir un poco de política, que es lo más apasionante...

Me parece que en términos generales en las elecciones neuquinas se mostró un voto conservador, que "ratificó a Sapag" (aunque con muchos votos de las colectoras, lo cual muestra una cierta "crisis de hegemonía" del MPN) y un "voto castigo" que a nivel de los municipios del interior como Zapala y San Martín llevó al poder a respresentantes de la centroizquierda o el kirchnerismo. La centroizquierda se mostró fragmentada y la elección del UNE, que quedó desdibujado, la pésima elección de la UCR y la más zafable del PJ mostraron que la política de hacer una gran oposición patronal, defendida por la conducción de la CTA para terminar con la "hegemonía emepenista", era un discurso "republicano" vacío y sin fuerzas sociales reales que pudieran darle carnadura, fuerzas que no podía nuclear por su propio carácter patronal. 

En cuanto al Frente de Izquierda y de los Trabajadores, me parece el mejor debut electoral que se podía dar, de cara a las primarias nacionales ¿Qué mejor que una buena elección, incluso conquistando nuevos lugares de lucha política para enfrentar la política proscriptiva del gobierno nacional?

A nivel regional, creo que el voto al FIT mostró tres cosas: una, la crisis de la política "posibilista" de la vanguardia neuquina de matarse luchando en lo sindical pero después votar al UNE o cualquier variante patronal. La división y cooptación que fue metiendo el kirchnerismo en Neuquén, más el fracaso (sabido por anticipado) de la línea electoralista patronal de sacar al MPN con los votos y no con una gran lucha de masas, hizo reflexionar a un sector incluso más amplio que los varios miles que luchan y se movilizan, a los que también les causaron un impacto favorable los dos factores restantes: el frente de la izquierda y las candidaturas ceramistas, sobre lo que me refería acá.

Ciertos progresistas locales (algunos colonizados por los fondos del Estado nacional) quieren atribuir la buena elección del frente exclusivamente a la presencia de compañeros de Zanon, intentando separarlos artificialmente de las organizaciones que componen el FIT. Sin embargo, esto va en contra de la realidad y de la historia mismas. La relación de la experiencia de Zanon con la izquierda trotskista lleva varios años y en particular hay un trabajo de más de diez años entre los clasistas independientes y los dirigentes obreros del PTS que integran la agrupación Marrón, sintetizado de alguna forma en el equipo de trabajo que hacen Alejandro López y Raúl Godoy. La existencia del Frente sumó apoyos en un sector muy amplio y las candidaturas de los compañeros potenciaron eso, mostrando un Frente de Izquierda con lazos firmes con la vanguardia obrera. 

Ese es un último elemento para destacar de la campaña del Frente de Izquierda y de los Trabajadores en Neuquén: mostramos una izquierda clasista inserta en la clase trabajadora, por sus principales candidatos tanto por el apoyo del voto obrero en zonas como Parque Industrial y otras. 

Si bien es cierto lo que decía Ariel Petruccelli sobre que el FIT no tenía el monopolio de la representación obrera, también es cierto que fue la única campaña de candidatos obreros con una política de hegemonía proletaria, convocando a los luchadores, intelectuales, artistas, trabajadores estatales y privados, vecinos de los barrios más humildes y eso rindió sus frutos. 

Para terminar felicitando a todos los que colaboraron con esta campaña militante, les dejo un video que hicieron los compañeros de TVPTS de Neuquén. 

lunes, 6 de junio de 2011

Ariel Petruccelli sobre el FIT en Pateando el Tablero Neuquén

Foto de http://kasandrxs.radioteca.net/
El miércoles en Pateando el Tablero Neuquén, que se emite por Radio Universidad-Calf todos los miércoles de 21 a 23 hs, Danilo Martínez realizó una entrevista con Ariel Petruccelli.

Copio la desgrabación de las partes referidas al FIT a nivel nacional y en Neuquén. 

Acá se puede acceder al audio completo, en que se refiere también a su último libro "Materialismo Histórico: Interpretaciones y controversias".


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PelT: Estamos con Ariel Petruccelli, profesor de Historia, uno de los intelectuales de la región. Hace un par de semanas dentro de lo que es la campaña del FIT a nivel nacional, el Blog del Instituto del Pensamiento Socialista ha publicado una declaración que ya cuenta con más de 400 firmas en apoyo al Frente de Izquierda. Donde hay compañeros que han hecho su aporte, entre los que está Ariel, manifestando un apoyo crítico, con posiciones particulares que están en el blog. Contanos Ariel.... 

AP: Sí, Yo inicialmente firmé la primera declaración, entre comillas la declaración "oficial" y después con un grupo de compañeros Guillermo Almeyra, Alejandro Belkin y  Agustín Santella, entre otros, diseñamos un declaración alternativa, más crítica, que tiene que ver con lo que pensamos. La mayoría somos gente que pertenecimos ideologicamente a la izquierda, que militamos en distintos espacios,  intelectuales o políticos, algunos estudiantiles, sindicales y que mantenemos algún tipo de lealtad al ideario revolucionario pero de hace muchos años a esta parte no encontrábamos en las organizaciones de izquierda partidarias actualmente existentes algo en lo que nos sintiéramos viéramos reflejados. Eso es algo en todo caso para otra discusión...


La mayoría de nosotros hace muchos años que profesaba algo así  como el abstensionismo electoral. Yo básicamente hacía 20 años que no iba a votar. Ni siquiera votaba en blanco. Pero no por una cuestión de principios, porque las elecciones sean malas ni nada por el estilo. No veía por circunstancias coyunturales que hubiera una oportunidad demasiado importante y me parecía más productivo hacer política o dedicar esfuerzos en otros aspectos. Pero sin dejar de reconocer la importancia de ese terreno de lucha y concibiendo que cualquier movimiento revolucionario viable si ha de existir, debe tener distintos tipos de patas, debe tener una expresión intelectual, una expresión cultural, una expresión política, una expresión ideológica y lo que evaluábamos es que hay una franja muy numerosa de gente de izquierda que no estaba votando a la izquierda de muchos años a esta parte. 

Lo que evaluábamos, por lo menos yo, por qué evaluábamos que en esta coyuntura hay que tener otra actitud, tiene que ver con la nueva ley electoral que ha votado el parlamento, impulsada por el gobierno de Kirchner con apoyo de otras fuerzas políticas, que tiene un claro carácter proscriptivo con respecto a la minorías, sería exagerado decir que es una ley contra la izquierda, pero es cierto que es una ley contra las minorías, en unas circunstancias en que claramente la izquierda es una minoría por lo menos en el campo electoral. Entonces a mí como persona de izquierda francamente no me parece admisible que una maniobra electoral del estado borre del escenario electoral a cualquier bandera revolucionaria. 

Los revolucionarios en todo caso tenemos derecho a decidir quiénes son nuestros representantes o si los vamos a votar o no pero lo tenemos que decidir nosotros y no un decreto o una ley del estado capitalista. Ante ese escenario ante el cual estaba planteada la posibilidad de que que en esa vidriera (que para mí no fue importante durante muchos años, pero sí es importante para muchísima gente que tiene otra preocupaciones y para la cual muchas veces es su único contacto con la vida política, porque no es gente que se agrupe pero sí sigue las elecciones, está receptiva en ese momento) que la posibilidad de un horizonte no capitalista, de una alternativa revolucionaria, sea borrada por un maniobra casi burocrática a mí me parece que eso obligaba en esta coyuntura a cerrar filas y todas la diferencias en el terreno intelectual, en el terreno estratégico, en el terreno táctico, en el terreno metodológico, en esta coyuntura al menos, debían ser subordinadas a intentar una unidad que permita no desaparecer de esa vidriera. 

PelT: En este caso, la declaración tiene este fundamento contra la proscripción, que es una batalla que está dando el Frente, tanto los partidos que lo componen como los trabajadores que se han sumado. En la región tiene un componente particular que son las candidaturas obreras...  

AP: Sí, esa es una bandera histórica de la izquierda y yo la reivindico, me parece bien y estoy a favor. Sí me parece que también hay otras fuerzas políticas que no son revolucionarias y pueden presentar o tienen candidatos obreros que inclusive no necesariamente se los puede considerar enemigos aunque sean adversarios. El FIT no tiene el monopolio de la representación obrera pero sí tiene candidatos obreros, algunos de ellos sobre todo en el caso de Raúl Godoy con el que yo simpatizo mucho y le tengo un gran aprecio, una gran respeto personal, político e intelectual. Por otros candidatos quizás tengo menos aprecio. Pero siempre me parece importante el elemento de quién es el candidato, cualquier programa se sustenta en algún en las personas que lo van a llevar a la práctica y en este caso sobre todo Raúl me parece que es un gran candidato (...) 

domingo, 5 de junio de 2011

Sobre la política "hegemónica" en la campaña del FIT en Neuquén

Se ha debatido y se viene debatiendo sobre la cuestión de la "hegemonía" kirchnerista, la "batalla cultural" que según Sarlo, ganó el oficialismo, etc. Discusiones ubicadas en la extensión gramsciana del concepto de hegemonía hacia el problema de la dominación burguesa. Pero en este caso, me gustaría retomar el problema desde el ángulo inverso, analizando los elementos de una política hegemónica que se pueden constatar hasta acá en la campaña que venimos realizando en Neuquén junto al Frente de Izquierda y de los Trabajadores. 

Venimos de hacer un muy emotivo y concurrido acto de cierre de campaña que se podrá ver en TVPTS en breve. 


Como saben los lectores y lectoras de este blog, un aspecto destacado del FIT en Neuquén es la participación de la Agrupación Marrón Ceramista, que encabeza la lista de diputados con Alejandro López (del sector independiente de la agrupación) y Raúl Godoy (dirigente nacional del PTS e integrante de la Agrupación Marrón). Ambos son referentes históricos de la lucha de Zanon, fueron secretarios generales del Sindicato Ceramista y hoy están laburando de vuelta en la línea de producción, siguiendo el estatuto clasista del SOECN que establece la rotación de los dirigentes. 

Bueno, las candidaturas de estos compañeros han permitido constatar una vez más el peso que ha logrado la experiencia de Zanon en amplios sectores de masas (y cuando digo de masas digo hombres y mujeres completamente separados en lo cotidiano de lo que es la "vanguardia neuquina", es decir ese grupo de entre 5000 y 8000 personas que compone el activo que se moviliza y lucha de manera casi permanente en la provincia). 

Van algunas anécdotas. 

Le digo a un hombre que anda en una motito a unas cuadras del hospital Heller si le interesa el volante del FIT, que van a goberadora y vice Jure y Frañol y que a legisladores los muchachos ceramistas "sí, a estos bandidos los conozco, son pechadores" y remata "estaría bueno que entren para que haya alguno que sepa lo que es trabajar". En el trueque del Oeste, un hombre viejo le dice a Godoy que lo va a votar porque él es "un luchador empedernido" (sic). Un muchacho joven, por el barrio Maronese, me dice "sí, yo a ellos los conozco, le gustan a mi señora" y agrega "siempre están en todas". Otro dice que son un ejemplo porque "mantuvieron las fuentes de trabajo con la lucha" y así montones más en una zona de Neuquén Capital donde pesa mucho el aparato del MPN. Mucha gente destaca tanto el carácter combativo de los obreros como su solidaridad con donaciones de cerámicos o contra la represión en los barrios más humildes. Lo mismo sucede en Cutral Co, donde se cumplió un año de gestión obrera en Stefani, en Chos Malal, etc. 

Para pasar en limpio, junto con la simpatía del sector combativo de los gremios docente y estatal y una franja importante del "progresismo" de Neuquén, que ve bien el Frente de la Izquierda y tiene como referencia a los obreros de Zanon, en los barrios que no tienen relación con este sector relativamente ilustrado y politizado, el FIT ha logrado llegar porque los jóvenes y trabajadores, las amas de casa, incluso los jubilados, ven que los muchachos de Zanon son algo distinto. Y lo que dicen es que por ser obreros que "saben lo que es laburar" y porque han dado una lucha ejemplar, pueden representar a los trabajadores y al pueblo de Neuquén de forma genuina, contra los políticos del MPN y el Frente de los radicales, el PJ y el UNE.

Ese apoyo moral de los sectores más explotados, de por sí un gran triunfo de esta campaña electoral, sirve para mostrar en pequeña escala la potencialidad hegemónica de la clase obrera, cuando una vanguardia de la clase tiene una política tanto para llegar a los sectores más concientes y organizados de la clase trabajadora, los intelectuales y los artistas, pero sobre todo a los sectores más oprimidos, explotados y marginados, generando aunque sea en un nivel elemental la idea de solidaridad obrera y popular y por esa vía la idea de que es necesario una política de independencia de clase. 

Si bien esta identificación tiene un aspecto de predominancia de lo social por sobre lo político (la gente opone el carácter obrero de los candidatos a la imagen del político que "vive de la política"), indica que el pasaje de lo social a lo político es posible, es decir que una experiencia de lucha obrera que ha logrado un apoyo consistente en el pueblo de Neuquén genere a su vez una amplia simpatía por las candidaturas de sus referentes históricos en las elecciones. Ayuda mucho en este sentido la consigna de que en caso de entrar en la Legislatura van a percibir el mismo sueldo que en la fábrica y destinar lo restante de su ingreso como legisladores a los fondos de huelga y las organizaciones. 

Si en esta semana de campaña que queda, logramos que los candidatos del FIT entren a la Legislatura, será un gran paso dado en este sentido y un aporte a las experiencias del movimiento obrero, que incluso en los '70 (si bien no es comparable el nivel de radicalización ni la extensión de los sectores organizados en ese entonces y ahora) no se pudo lograr porque los referentes sindicales combativos más importantes no quisieron ser candidatos para no enfrentar al peronismo. 

miércoles, 1 de junio de 2011

Sobre el "mal menor" y el "voto útil"

Tanto a nivel nacional como a nivel de la provincia de Neuquén, hay partidarios del llamado "mal menor", votar a Cristina para que no gane Macri (antes de que se bajara de la candidatura presidencial) u otro derechista. O votar a Farizano para que se vaya el MPN. En el caso de Neuquén hay una discusión específica, que abordamos anteriormente en este blog, sobre cómo hacer para terminar con la hegemonía emepenista. Al día de hoy, la táctica de no hacer olas para sacarlo con los votos en 2011, alentada por la CTA y la oposición burguesa (sin perjuicio de la interna entre la UCR y el UNE) demostró ser funcional a la consolidación de la "gestión" de Sapag, que aprovechó la paz social del 2010, junto con las buenas relaciones con el gobierno nacional y el "megayacimiento" recientemente anunciado con bombos y platillos. En el caso de Cristina, incluso algunos compañeros que apoyan al Frente de Izquierda para que pase la proscripción de las primarias, proponen votar lo menos malo para los trabajadores en la segunda vuelta de la elección nacional.

Sin embargo, este argumento que suele empalmar con cierto sentido común que busca elegir entre "lo que hay", prescinde de la situación de conjunto por un lado y de un punto de vista de clase por el otro ¿Qué sentido tiene optar entre ser reprimido con la policía o mediante causas por el art. 194 del Código Penal? Podría decirse que hay una diferencia sustancial entre ser reprimido físicamente y jurídicamente. Sin embargo, el kirchnerismo también apeló a la represión física en el Casino, Kraft, Parque Indoamericano, contra los Qom, etc, incluso con muertos. Además del asesinato de Mariano Ferreyra perpetrado por la burocracia aliada del gobierno y luego caída en desgracia. O sea su política de reprimir "con el Código Penal" es preventiva y se trasnformará en represión lisa y llana cuando haga falta. En este sentido, optar por el "mal menor" termina siendo una cuestión de bajar las expectativas hasta terminar aceptando la primacía de los bandos capitalistas en disputa como algo dado, en lugar de promover una política de independencia de clase.

Antonio Gramsci, que suele ser citado tanto por marxistas como por burgueses como un gran cientista político, afirmaba que: "Hay siempre un mal menor respecto de aquel predecentemente menor y frente a un peligro mayor respecto de aquel precedentemente mayor. Cada mal mayor deviene menor frente a otro mayor y así al infinito. No se trata por tanto de otra cosa que de la forma que asume el proceso de adaptación a un movimiento regresivo, cuyo desarrollo es conducido por una fuerza eficiente, mientras la fuerza antitética está decidida a capitular progresivamente, en pequeñas etapas, y no de un sólo golpe, lo que llevaría, por el efecto psicológico condensado, a hacer nacer una fuerza competidora activa o a reforzar la ya existente"  (Cuadernos de la cárcel, cuaderno 9, parágrafo 7 "Argumentos de cultura. El Mal Menor").

Capitular progresivamente en diversas etapas frente a un movimiento regresivo, con el resultado de bloquear el surgimiento de una fuerza activa antagónica al partido del orden. Agrego entonces, que de esta forma se prolonga la dominación política del bando predominante (no digo hegemónico porque el kirchnerismo puede verse más como el resultado de una crisis de hegemonía de conjunto que como expresión de una hegemonía estable, etc.). Por eso no tiene sentido apoyar al Frente de Izquierda en las primarias para después apoyar a Cristina en Octubre. Ni votar en Neuquén por Farizano para que no gane el MPN. 

Ambas formas de optar por el "mal menor" se terminarán volviendo en contra de los trabajadores. Sobre todo teniendo en cuenta la política que Cristina viene anunciando hacia las protestas y los reclamos sindicales, con la mayor cantidad de procesados por luchar que haya habido en "democracia".

Como bien señala una carta publicada por importantes referentes de ATEN la semana pasada: "Para los que dicen que el 'voto útil' es optar por alguna de las variantes patronales, respondemos: El  kirchnerismo ha hecho frentes espurios a través de las colectoras, con cualquier sector, sin discutir programa alguno sin principios con el único objetivo de no dejar el poder; el radicalismo con De Narváez en Buenos Aires, buscando sólo llegar al poder. No son una alternativa para los trabajadores ¿'Útil' para quién es ese voto?  Si este frente lograra tener representantes en el parlamento, podrían llegar desde diferentes puntos del país a rodear de solidaridad cada conflicto con el dinero que es de todos y que los diputados de la burguesía usan para beneficio personal. Ese es el 'voto útil' para los trabajadores."

Esta discusión política tiene que trascender la campaña del Frente de Izquierda y de los Trabajadores para abrir un debate en los sectores combativos del movimiento obrero, el movimiento estudiantil, la intelectualidad de izquierda y los artistas, sobre cuál tiene que ser el proyecto político y la estrategia de la izquierda. En este sentido, es fundamental dejar asentado un mojón de independencia de clase respecto de todas las variantes patronales, como condición de cualquier construcción hacia el futuro, como bien lo expresan en Neuquén las candidaturas de los compañeros de Zanon, Alejandro López y Raúl Godoy. 

Contribución de Grüner al Blog del IPS

Copio del Blog de Debates del IPS

 

Contribución de Eduardo Grüner a los debates del Blog

IPS Karl Marx | 1 junio, 2011 | Comentarios (0)
  1. Ante todo, me permito decir que es digno de alborozada celebración que se haya abierto este debate. Hace mucho que los intelectuales de izquierda argentinos no emprendían un intercambio crítico sobre los temas político-culturales de fondo de nuestra sociedad. Es imprescindible mantenerlo, ampliarlo, profundizarlo, y sin callarse nada: puesto que lo hacemos sobre la base de una posición mínima común, todas las diferencias, matices, cuestionamientos y dudas deben ponerse sobre la mesa con la máxima energía y apasionamiento –aunque sin perder el rigor teórico y analítico de que seamos capaces–; hacerlo fraternalmente y sin chicanas sólo puede beneficiar la democratización y, como se dice, el “sinceramiento” de este espacio en ciernes. Que cada uno de nosotros mantenga su autonomía crítica y confronte sus propias ideas con las de los otros –incluido el Frente en su conjunto y las organizaciones que lo conforman–, lejos de ser un obstáculo, es un aporte potencial de gran importancia, probablemente inédito en la historia reciente de las izquierdas (no solamente) locales: lo que estamos creando es un “campo de intervención” (como dicen Katz/ Lucita/ Marchini). El mantenimiento de esa independencia crítica (por más “individualista pequebú” que sea, como dije sobre mí mismo en una nota anterior) es, al menos en esta etapa inaugural, un requisito para pluralizar la discusión y fogonear toda su vivacidad sin apelar a recetarios fáciles ni dogmatismos, a prejuicios de las líneas partidarias, a las tentaciones (hasta cierto punto comprensibles y hasta legítimas) de “bajadas de línea” unilaterales o “cooptaciones” apresuradas. El papel del intelectual “independiente” que apoya “críticamente” a un Frente de estas características tiene sus complicaciones; las tiene para el individuo, y las tiene sobre todo para el propio Frente, que debe aprender a “soportar” con paciencia reservas, críticas, dudas, debilidades por parte de aquellos que nos obcecamos en conservar aquella autonomía precisamente porque creemos, equivocados o no, que ella aporta una cierta novedad “plural” a la imprescindible renovación de las prácticas de la izquierda. Sin embargo, habría que cuidarse asimismo del defecto inverso: a saber, el que bajo la etiqueta quizá demasiado elástica del “apoyo crítico” nos pueda hacer caer en la actitud liberal de –más allá de la libertad de poner o no la firma o el voto– considerarnos “almas bellas” descomprometidas de las decisiones (nada fáciles, soy el primero en admitirlo) que hemos tomado. Hay que reconocer que la respuesta de Altamira a Almeyra sobre este tema es por lo menos desconsiderada y poco feliz; sin embargo, habría que hacer un esfuerzo por correrse de los nombres individuales y las susceptibilidades personales. Quiero decir que es importante que la sociedad –y en especial los sectores populares, los estudiantes, los docentes, lo que en general se puede llamar la “izquierda social y cultural” que aún puede vacilar en transformarse en izquierda política– perciba que por parte de estos intelectuales hay una decisión tomada, una “apuesta pascaliana”, si se quiere decir así. Por supuesto, una apuesta no es un contrato de por vida: cualquiera de nosotros debería sentirse con el derecho –como lo estamos ejerciendo– de criticar lo criticable y revisar lo revisable, y en ultimísima instancia de retirarnos si alcanzamos nuestro límite de tolerancia (lo digo simplemente para extremar el argumento). Por otra parte, hasta ahora en ningún momento la conducción del Frente nos ha demandado, o siquiera sugerido, a los “independientes”, que moderemos o disimulemos críticas y diferencias. Nobleza obliga. En una palabra, y aunque la distinción pueda parecer muy sutil, una cosa es el apoyo con reserva de crítica –esta, sostengo, debería ser la posición– y otra el apoyo crítico , que, siendo bienvenido, no compromete a nada, ni siquiera a poner una firma. El sólo hecho de plantear un debate es ya un compromiso voluntariamente adoptado, y una vez adoptado, no tendría mucho sentido diluirlo, disimularlo, relativizarlo hasta hacerlo irreconocible, en definitiva deslizar el apoyo crítico hacia apoyo “débil”, como diría un intelectual “posmo”. Me permito citar una frase, no de algún revolucionario ultraizquierdista, sino del magnífico escritor católico-conservador Gilbert K. Chesterton: “Hay que mantener la cabeza abierta. Pero abrir la cabeza, como abrir la boca, se hace para morder algo sólido”.
  2. Dicho lo anterior, todos los contribuyentes al debate señalan la enorme cantidad y complejidad de cuestiones a discutir, sobre todo si –como decíamos– se quiere hacerlo desde una posición teórico-política firme y rigurosa pero sin preconceptos ni recetas prefabricadas. No voy a poder siquiera enumerarlas todas, no digamos ya elaborarlas. Empiezo por la más inmediata y coyuntural, a la que todos, de una u otra manera, aluden: ¿Qué hacer en octubre, si hay segunda vuelta? (se entiende que la pregunta vale sólo para los individuos o para alguno de los grupos “externos”: descuento que el Frente de ninguna manera va a llamar a votar a Cristina, como es lógico). Personalmente, no tengo aún una respuesta definitiva. De aquí a entonces la situación será muy dinámica y fluida, y habrá que ver cómo se presenta el ánimo popular, las correlaciones de fuerza, etcétera. Mientras tanto, no estaría mal que aprovecháramos la pregunta para desarrollar un debate con final abierto sobre algunas cuestiones más generales que esa pregunta recubre. En primer lugar (sobreentendiendo que lo primerísimo es desde luego garantizar la asistencia a las internas de agosto) es obvio que la coyuntura electoral debe ser utilizada al máximo posible para que se escuche lo más fuerte que se pueda (no va a ser nada fácil: tendremos todos los medios, oficialistas y opositores, en contra y “ninguneándonos”) un programa político completo y verdaderamente alternativo a las variantes existentes. Al mismo tiempo, sin embargo, sabemos que en la democracia burguesa el voto no puede sino ser en buena medida “instrumental”. Sobre esta base, algunos postulan que en una eventual segunda vuelta habría que votar la opción menos “dañina”, el “mal menor”, o la opción que objetivamente favoreciera más un contexto en el cual desarrollar las propias políticas. El argumento es atendible, e insisto en que es imprescindible discutirlo. Me limitaré, por ahora, a plantear telegráficamente lo siguiente: sin duda que para la clase obrera y los sectores populares sería “menos dañino” que ganara Cristina antes que la derecha más salvaje; pero, sea en primera o segunda vuelta, Cristina va a ganar, ¿quién puede, hoy, imaginar otra cosa (y desde luego, si por algún imponderable esta situación cambiara dramáticamente en los próximos meses, hay que discutir todo de nuevo)? Siendo así, vamos a la segunda parte de la cuestión: ¿es tan seguro que el triunfo de Cristina representaría un contexto facilitador para la izquierda? La historia reciente no parece avalar esta hipótesis con tanta evidencia. Y si Cristina gana contundentemente, lo previsible es que esa tendencia se va a reforzar, lejos de “ablandarse”. Entonces, si llegáramos a esta conclusión, y siempre pensando “instrumentalmente”, ¿para qué malgastar ese voto, encima teniendo potencialmente que explicar que votamos un “paquete” donde vienen Insfrán, Gioja, Menem y los tutti quanti que representan diametralmente lo opuesto de lo que sostenemos en nuestro apoyo al Frente? No creo ser un ingenuo ni un principista abstracto, y estoy dispuesto a una política de “manos sucias” (como diría Sartre) si no quedara más remedio. Pero si no sirve para nada, mejor abstenerse. De todas maneras, como decíamos el proceso puede ser muy cambiante, y hay que mantener, sí, la “cabeza abierta”, aunque siempre para morder algo sólido: aún si llegáramos a la conclusión de que hay que votar a Cristina en la segunda, debería ser inequívoco que es un voto puramente “instrumental”, hecho desde la más nítida y firme oposición por izquierda al famoso “modelo”. Y aún esto, pensándolo bien, sería insuficiente: debería quedar claro que no es que estemos “a la izquierda” del modelo, sino que directamente no aceptamos su lógica, que postulamos totalmente otra cosa para la sociedad argentina, aunque nos veamos obligados por la debilidad de nuestra fuerza (valga la paradójica expresión) a hacer política dentro de la lógica actual. En fin, sea como sea, esta discusión se solapa con otras de orden aún más general, del tipo: ¿se debe desde la izquierda apoyar las medidas de un gobierno burgués que sean inmediatamente beneficiosas para los sectores populares, y defenderlas ante los intentos de la derecha más recalcitrante por anularlas? Nuevamente, no se puede tener una receta pret-a-porter para una pregunta que obviamente depende de circunstancias histórico-coyunturales, contextos precisos y, en fin, el “análisis concreto de la situación concreta”. Algunos compañeros, en este mismo blog, plantean muy sensatamente que la gran mayoría de esos sectores –aún aquellos que son conscientes de que no se han producido transformaciones profundas que les cambien sustantivamente su situación de fondo– todavía guardan importantes esperanzas de que el “modelo” K “profundice” en aquello que todavía “falta” para lograr la plena inclusión, etcétera; sería absurdo de nuestra parte negar esa realidad inercial, y alucinar que la sola aparición del Frente va a modificar esas esperanzas insuflando una lúcida “conciencia” allí donde esos sectores tendrán que hacer la experiencia práctica de la previsible frustración. Ahora bien, esta conclusión tiene sus consecuencias políticas prácticas: por las razones que sean, una importante porción de la clase obrera y el pueblo está dentro de los espacios “K”; descartando toda forma de oportunismo o “entrismo”, eso coloca al Frente en una cierta cuerda floja sobre hasta dónde “acompañar” aquella experiencia. Pero, muy esquemáticamente: otra vez, aunque llegáramos a la conclusión de que algunas medidas pueden apoyarse, sería ya no “instrumental” sino ahora sí oportunista no decir claramente, al mismo tiempo: a) que tales medidas (sea en el plano estrictamente económico como en el de los DDHH, etc.) pueden ser aceptables paliativos tomadas una por una, pero no se inscriben en ningún proyecto integral y consistente de transformación estructural de la lógica de dominación y explotación; b) que al “modelo” no le falta nada, ni hay nada que “profundizar”: el “modelo” es así ; aún cuando se lograran apreciables mayores índices de ocupación, aumento del ingreso e “inclusión” (lo cual no parece muy probable en el actual contexto inflacionario y de ampliación de la crisis mundial) y se verificara una notoria hegemonía del formato “neodesarrollista/ industrialista” sobre el “sojero/agroexportador” (lo cual no se ve cómo podría suceder con el actual “pragmatismo” y –sin desconocer que existan algunas medidas puntuales– ausencia de una planificación estatal consecuente en ese sentido), aún así la lógica básica permanecería incólume; c) que, por lo tanto, el apoyo a algunas medidas “positivas” no tiene por qué comprometer la crítica estructural al conjunto del “modelo” y el planteo de la necesidad de algo radicalmente diferente. Para decirlo con una fórmula sucinta: del gobierno burgués se pueden apoyar algunas “partes” sin ceder en la crítica al Todo/ de un proyecto de transformación radical se debe apoyar el Todo sin ocultar la crítica a las “partes” .
  3. Todo lo anterior –siempre ascendiendo en el orden de las generalidades– nos llevaría a la necesidad de analizar en profundidad, como plantean varios, la naturaleza, estructura y rol del Estado en la actualidad. Sin ser un especialista en el tema, no conozco que desde el debate entre los “regulacionistas” y los “derivacionistas” de la década del 80 se hayan producido grandes novedades en el pensamiento marxista, o de la izquierda en general. No pueden considerarse excepciones a esta carencia posturas como las de Holloway o Negri, que en definitiva terminan desentendiéndose de la cuestión. Más compleja y matizada es la hipótesis de Alain Badiou sobre una política “a distancia del Estado” (que no es exactamente lo mismo que sin el Estado), si bien supone una discusión más estrictamente filosófico-política que sobre las relaciones política estatal/ economía/ estructura social . Sea como sea (y dando por descontado que hay que darse una política hacia el Estado, apuntando a su transformación estructural, paralela a la de las relaciones de producción) el tema es por supuesto de importancia primordial, entre otras muchas cosas porque (como también lo señalan algunas contribuciones) el actual “modelo” argentino da por bueno (y para peor, por efectivamente “actuante” hoy) una suerte de proto-cesarismo o para-bonapartismo (no sé bien como denominarlo) actuando “de arriba hacia abajo” y con falsas aspiraciones de Welfare State. Esto, como sabemos, está muy alejado de la verdad –incluso sin entrar a cuestionar la obviedad de que el Estado de Bienestar sigue siendo capitalista–, pero es un “sentido común” que en buena medida explica la multitudinaria y esperanzada adhesión a Cristina que se señala, con lo cual se transforma además en uno de los principales resortes ideológico-culturales de la hegemonía del régimen. Ese “sentido común” ha logrado naturalizar algo que desde una perspectiva marxista –por más “abierta” que fuese– es un completo despropósito: que la “batalla cultural”, como se dice ahora (otra falacia: en la sociedad de clases la “cultura” es siempre una batalla permanente, como tan profundamente lo ha analizado Bakhtin: ella forma parte íntima de lo que Meszáros denomina el sociometabolismo del Capital, que es mucho más que el “capitalismo” en sentido estrechamente económico; de manera similar, Fredric Jameson ha mostrado cómo no solamente la cultura es cada vez más “económica” –bajo el régimen de la “industria cultural” todo producto de cultura es concebido desde el vamos como mercancía–, sino que la economía es cada vez más “cultural” –la dimensión simbólica introducida por la informática, los medios masivos de comunicación, la publicidad, etc. son un resorte constitutivo de la lógica del “sociometabolismo”–), que la “batalla cultural” es, decíamos, en última instancia, entre el Estado y el Mercado; es decir, retrocediendo más allá de Hegel, el Estado sería una entelequia “universal abstracta” que planea en un topos uranos platónico sobre las miserias de la lucha de clases y la dominación “intra-económica”. Y bien, no: el Estado es parte del “Mercado”, y aún así está mal dicho, puesto que –y bastaría ojear rápido el capítulo I de El Capital– el resorte fundamental de la lógica del sistema no se ubica en la “esfera de intercambio” (eso es el Mercado, que existe desde muchísimo antes que el capitalismo), sino en las de las relaciones propiamente capitalistas de producción: mientras estas no sean transformadas de raíz, la “batalla cultural” no es más que un tironeo por la distribución de la renta dentro de la lógica decisiva del sistema en su conjunto; desde luego que dentro del capitalismo en principio es preferible una intervención estatal sobre el “Mercado” que eventualmente pueda hacer un poco menos inequitativa esa distribución. En algunos casos la izquierda puede y debe defender esas intervenciones (siempre señalando sus limitaciones inevitables dentro de la lógica del sistema). Pero esa no es la “pelea de fondo”. En fin, el tema es enorme y de complicadas ramificaciones, en tanto se articula con el de las relaciones diferenciales del Estado con distintas fracciones de la clase dominante (y la consiguiente dialéctica de colaboraciones/ tensiones dentro de ella, como se vio con el conflicto de las retenciones, de la ley de medios, etc.), así como con el del papel de la burocracia sindical (asimismo no exento de tensiones con el gobierno) y el de las políticas “clientelísticas” para la fuerza de trabajo desocupada o “informal”, por sólo nombrar los ejemplos más gruesos. Se necesita, pues, tener más claridad conceptual y política sobre las transformaciones que el Estado burgués ha venido sufriendo en las últimas dos décadas, y cómo se están expresando en la especificidad latinoamericana y argentina: ¿es, lo que tenemos hoy, auténtico “bonapartismo” en el sentido clásico (aún adicionándole el sufijo sui generis que se usaba para el peronismo de 1946/55)? ¿es una combinación relativamente “original” entre bonapartismo y neoliberalismo, sin duda diferente al populismo neo-conservador del menemato? Y cualquiera sea la respuesta a esas preguntas, ¿hay una definición lo suficientemente genérica como para etiquetar la diversidad de experiencias –bonapartistas o lo que sean– que se identifican con los nombres de Kirchner, Chávez, Correa, Morales, Mujica, etc.? Es imposible, hoy y aquí, diseñar una estrategia política consistente sin contar con una mínima nitidez en estas caracterizaciones. No vamos a convencer a nadie –en la actual situación de “romance estatalista” de buena parte de las masas– con el esquema de que todos los Estados burgueses son iguales, o con apelaciones abstractas al “poder obrero y popular” como alternativa, sin que antes seamos capaces de demostrar la naturaleza precisa del Estado “realmente existente”.
  4. Otro motivo de debate en el blog ha sido (o está siendo) la situación internacional. Como se ha dicho aquí mismo, la “primavera de los pueblos” parece haber empezado a cruzar el Mediterráneo, aún con toda la confusión, las vacilaciones y contradicciones del caso. ¿Podemos hablar ya de una “situación prerrevolucionaria”? Como se dice que respondió Mao cuando le preguntaron su opinión sobre la Revolución Francesa, “todavía es demasiado pronto para saber qué significa”. Nuestros tiempos no son los chinos, claro. Lo que sin duda podemos decir es que no estamos en modo alguno, aún, ante una situación “revolucionaria”: la clase obrera y las masas populares no han entrado decisivamente en la liza, no digamos ya que se hayan dado una política y una organización autónomas con objetivos claros. Pero sin duda la situación internacional se está “recalentando”. Las sublevaciones en el mundo islámico (que por supuesto son diversas y deben ser estudiadas en la particularidad de cada caso, si bien están todas atravesadas por una demanda generalizada de democratización más o menos “horizontal”) han descolocado la geopolítica de las potencias imperialistas y sus “agentes” en la región, llegando incluso a poner en riesgo las “relaciones carnales” entre EEUU e Israel. Esta dislocación se da incluso en el nivel de los discursos ideológicos y su “hegemonía cultural”: a la luz de estas rebeliones ya no se puede sostener fácilmente la identificación entre islamismo y “fundamentalismo”, mucho menos terrorismo “Al-Qaediano” (y vale la pena recordar que aún el “fundamentalismo” no es necesariamente lo mismo que “terrorismo”, aunque sea una de sus condiciones de posibilidad). El caso Libia tiene una alta especificidad y complejidad, y no es casual que haya provocado uno de los momentos “fuertes” del debate en este blog. Mi impresión, por ahora, es que ninguna de las posiciones “polares” está exenta de ser sometida a contra-argumentos: a quienes sostienen que debemos oponernos absolutamente a que Khaddafi sea derrocado con la ayuda de las armas imperialistas (la posición castro-chavista, por decirlo rápido), se les podría responder con múltiples ejemplos históricos en los cuales los pueblos han tenido que subordinar los principios más generales a la lucha contra el opresor más inmediato (dos casos clásicos y muy diferentes del siglo XX –no importa ahora lo que opinemos de cada uno de ellos– son los de Lenin abordando el tren blindado alemán, y los combatientes del IRA, durante la II Guerra Mundial, aceptando armas nada menos que de Hitler); al revés, a quienes sostienen que cualquier medio es bueno para sacarse de encima a Khaddafi, se les puede replicar que, además de lo delicado que es saber exactamente hasta dónde subordinar los principios, eso podría suponer una hipoteca a mediano plazo mucho más difícil de levantar que la dictadura de Khaddafi, y que debería ser el pueblo libio por sí mismo el que decidiera cuáles son esos “buenos medios”. En todo caso, el principio inequívoco y absolutamente irrenunciable es el de la más completa autodeterminación de los pueblos, tanto respecto del imperialismo como de las clases dominantes nacionales . Esta es una postura general y “de máxima”: habrá que ver cómo (y si) se llega hasta ahí, y si se puede (o no) hablar de un proceso de “revolución permanente” que ante la crisis irresuelta transforme las demandas puramente democratizantes en otra cosa –para lo cual, nuevamente, haría falta aquella política independiente de obreros, campesinos, etc.–, en la perspectiva máxima de una “Unión de Repúblicas Socialistas del Medio Oriente”, por hacer el símil con la consigna que Trotsky levantaba para América Latina (facilitada en este caso por una mucho más monolítica “superestructura” lingüístico-cultural y religiosa). En cuanto al “cruce del Mediterráneo” y el movimiento de indignación “que-se-vayan-todista” español, tiene sus propias peculiaridades: como nuestro diciembre 2001, no se puede alegremente decir que sea “apolítico”, sí que por el momento es básicamente “reactivo” y no responde tampoco a un proyecto alternativo preciso. Al revés de nuestro 2001 –con todos los defectos que sabemos que tuvo– no parece que esté inmediatamente planteado el por lo menos fragmentario proceso de asambleas barriales, fábricas recuperadas, etc. que conocimos aquí, y que, como se ve hasta hoy, logró recomponer algunas direcciones clasistas y combativas en algunos sindicatos y movimientos sociales. ¿La gran ganadora electoral española ha sido, como se dice, la derecha? En términos electoralistas cuantitativos, sin duda. Pero no es descartable que una parte de los votos al PP sean “descontentos” que aún no les da para sumarse a los “indignados” y prefieran la lógica del “¿Para qué votar a la copia (el PSOE) cuando tenemos el original” (del neoliberalismo conservador)? Tengamos en cuenta que también han sido favorecidos los abertzales vascos del Bildu y (en menor medida) la IU. La situación está muy revuelta, y de allí puede salir algo estimulante. Además, no se trata sólo de España, o incluso de España+Medio Oriente. Ya hay muchos “eslabones débiles” de la cadena capitalista europea (Portugal, Grecia, Irlanda… ¿cuánto falta para Italia y aún Francia?) que podrían caer –o “recaer”, en el caso griego– bajo el efecto “contagio”. Hay, además, una cuestión de la que se ha hablado poco: la repercusión que estos procesos podrían tener entre las masas inmigrantes superexplotadas y marginales de los países islámicos distribuidas por toda Europa (aunque concentradas sobre todo en España, Francia e Italia, países “mediterráneos”). Es un cóctel explosivo al que habrá que prestarle una atención cercana y cotidiana.
  5. Todos estos son temas que deberemos discutir y ante los cuales el Frente debería tener una posición al menos general, si no en sus más pequeños detalles (que sería utópico pretender resolver antes de octubre). Por supuesto, no puede quedarse en un debate de académicos e intelectuales, sino que debería traducirse en discusiones amplias y profundas con todas las fracciones del “campo popular”. Sabemos las dificultades –incluso conceptuales y “lingüísticas”– que eso implica, como lo hemos sabido siempre, desde Marx en adelante (recuérdese la famosa escena de La Clase Obrera va al Paraíso en que el obrero mecánico italiano, luego de asistir a un debate teórico-político entre estudiantes universitarios le dice a su mujer: “¡Estos muchachos son bárbaros: no se les entiende nada!”). Es así: tampoco vamos a arreglar ese problema para octubre (entre paréntesis, que las elecciones sean en octubre merecería una buena campaña publicitaria; propongo el slogan: “¿17 de octubre u octubre del 17? ¡Esa es la verdadera “batalla cultural”!). Bromas aparte, mientras tanto tenemos que seguir con la discusión. Queda –entre muchos otros que seguramente estoy olvidando– el famoso tema del “imaginario revolucionario” , así como otro tema que, intuyo, está de algún modo vinculado, y que también ha sido motivo de alguna rispidez en los intercambios del blog: el de la “liberación nacional”, quizá hoy reactualizado –entre otros fenómenos– por el avance de la “izquierda nacional” de Bildu (confieso que mi lado materno vasco tiene algo que ver con este interés). Me propongo tratar de pensar algo para someterlo a discusión en las próximas semanas, y propongo que procuremos hacerlo todos, en la medida que podamos. Es algo mucho más complejo, que supone un grado de elaboración teórica, política, “filosófica”, etc., más alta que el de estos rápidos apuntes. Pero vale la pena, me parece.