El cierre abrupto de un debate que se inició acá y que siguió acá, acá y acá ensayado por Pablo Rieznik en la última Prensa Obrera, me dejó pensando sobre lo siguiente: Rieznik dice que Matías Maiello no le respondió sus críticas al libro de Christian Castillo y en cambio se dedicó a plantear una serie de discusiones fuera de lugar. Que es ridículo decir que tenemos coincidencias programáticas pero diferencias estratégicas. Sin embargo, el propio Rieznik menciona al pasar que el PO y el PTS tenemos o tuvimos posiciones totalmente distintas, no ya de caracterización, sino sobre la política a llevar adelante respecto del movimiento piquetero, Zanon, ferrovarios y otros ejemplos. Rieznik parece plantear que no hay que exagerar las diferencias, pero las enumera cada vez que puede. Solamente que no les atribuye una causa inteligible, salvo el "espíritu faccionalista" del PTS. (Somos grandes, capo...)
Pensando un poco sobre esto, creo que la idea de que el programa correcto en general es garantía de una práctica y una estrategia revolucionarias está abonada por los muchos años en que la izquierda trotskista ha tenido que resistir el retroceso en la lucha de clases, lo cual alejó por un tiempo del horizonte la reflexión sobre el enfrentamiento con el "poder real", volviendo la cuestión estratégica algo propagandístico. Sobre esto hemos comentado ciertos tópicos en algunos de los posts que se ubican bajo el rótulo "Entradas más leídas" a mano derecha del lector/a. No vamos a repetir.
Sin embargo, en las exhortaciones a retomar el pensamiento estratégico de la III Internacional practicadas desde este blog, nos está quedando medio flojo el rol de Trotsky en la lucha por la IV Internacional y la continuidad que ésta dio a las reflexiones estratégicas de la Tercera.
Decíamos acá (y disculpen la autocita pero es más cómodo que escribir todo de vuelta):
Los dos primeros congresos de la Tercera Internacional se dan en el marco del ascenso originado en la Revolución de Octubre de 1917. En este contexto, el primero sienta las bases de la nueva organización revolucionaria internacional y se separa de manera tajante del reformismo, planteando el objetivo político del poder obrero mediante la dictadura del proletariado. El segundo congreso sigue en la misma línea, en un contexto en que la Tercera Internacional ha profundizado la política hacia las alas izquierdas de los partidos socialistas que se acercan a los bolcheviques y en ese marco, el texto que citamos en el post anterior busca establecer una relación entre la política parlamentaria y la estrategia insurreccional, en la que se delimita de la práctica de los parlamentarios socialdemócratas reformistas.
Entre 1918 y 1920, en los textos de la Tercera Internacional lo central es que la situación de ascenso de la lucha de clases permite articular el objetivo político (poder obrero), la estrategia (toma del poder por la clase obrera mediante la organización de partidos bolcheviques de vanguardia con peso de masas) y la táctica (lucha política con la socialdemocracia) con escasas mediaciones. Lo central era forjar los partidos al calor del ascenso y tratar de avanzar hacia nuevas revoluciones aprovechando la marea revolucionaria, superando a los reformistas que estaban en bancarrota después de su posición social-imperialista durante la guerra.
Al año siguiente, la derrota de las ocupaciones de fábricas en Italia, el retroceso del Ejército Rojo a las puertas de Varsovia y la derrota de la "acción de Marzo" en Alemania, imponen un viraje a la Tercera Internacional que se resume en la expresión "conquista del poder, previa conquista de las masas". Esta orientación del Tercer Congreso se sintetiza en la política de Frente Único proletario para la lucha por las reivindicaciones elementales de la clase obrera y tiene como documento central las "Tesis sobre la táctica".
Contra la situación anterior, que acercaba y hacía más inmediatas las relaciones entre objetivo político, estrategia y táctica, la situación de 1921, con el inicio del retroceso del ascenso revolucionario en Europa Occidental impone mayores mediaciones y otorga por ende más peso a la táctica.
Tanto es así, que el Manifiesto de la Tercera Internacional publicado en el Tercer Congreso llama a oponer la estrategia de los trabajadores a la estrategia del capital, asimilando el concepto de estrategia con la preparación cuidadosa de los combates y con la astucia para no entrar en provocaciones en las cuales los comunistas se enfrenten aislados, como minoría armada contra la burguesía y sus fuerzas represivas.
El Cuarto Congreso profundiza esta orientación, agregando la hipótesis del Gobierno Obrero para Alemania, es decir que la forma posible en que se pueda llegar a la dictadura del proletariado en Alemania puede ser la lucha por un Gobierno Obrero, que rompa con la burguesía y arme a la clase trabajadora, acelerando la experiencia de los trabajadores con la socialdemocracia.
Esta orientación se basaba en la idea de que la burguesía era más fuerte en Europa Occidental que en Rusia, que la socialdemocracia tenía una sobrevida política por la reactivación económica posterior al desastre de la guerra mundial y que si bien toda revolución disloca el aparato estatal, éste era más fuerte en Europa Occidental que en Rusia, donde los bolcheviques tomaron el poder contra un Estado burgués en formación dirigido por coaliciones inestables en medio de la dualidad de poderes entre el gobierno provisional y los soviets. Trotsky señalaba que posiblemente, al revés de Rusia, en Europa Occidental se diera primero la guerra civil y después la toma del poder.
Después de la derrota de la revolución alemana del '23, el inicio del "centrismo burocrático" en la Tercera Internacional bloquea toda reflexión estratégica. El V Congreso va a ser el de la "bolchevización" para desplazar y callar a los elementos opositores y el VI Congreso el de la fosilización del programa marxista, criticada por Trotsky, acá. El VII Congreso en 1935 implica la restauración de la política menchevique de alianza con la burguesía, mediante los "Frentes Populares", a lo que Trotsky opone la continuidad de la estrategia bolchevique mediante el Programa de Transición y la Politica Militar Proletaria frente al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Propongo entonces ver el Programa de Transición, que Trotsky había pensado como un manifiesto programático para orientar a los grupos cuartainternacionalistas, no como EL PROGRAMA en general, sino como la principal respuesta teórico-política al bloqueo de la reflexión estratégica que la burocracia de la III Internacional impuso a partir del V Congreso y desembocó en la colaboración de clases con la burguesía democrática en el VII Congreso.
Esta continuidad está dada por varios aspectos, entre los que cabe señalar la lucha política con el reformismo, la necesidad del Frente Unico de la clase obrera, los soviets como forma de organización obrera que preanuncia el nuevo estado, el gobierno obrero y campesino como consigna para popularizar la dictadura del proletariado (emparentada pero no idéntica a la consigna de Gobierno Obrero del IV Congreso de la III Internacional), la lucha contra el imperialismo y la guerra. A esto se suman las posiciones elaboradas por Trotsky acerca de problemas concretos de la lucha de clases en Alemania, Francia, España, la URSS, América Latina y Estados Unidos, que no podemos abordar acá.
Sin embargo, la propia dinámica del Programa de Transición, es decir la movilización sistemática de las masas obreras en alianza con otros sectores oprimidos, utilizando consignas que ligan su reclamo con el cuestionamiento de la propiedad privada, hasta plantear la cuestión del poder, no resuelve en sí misma el problema de cómo se toma el poder. Por eso, programa y estrategia están ligados pero son cosas distintas, que deben ser pensadas con la densidad que corresponde a cada una.
Esto ya se hizo medio largo y me tengo que ir a laburar.
Continuará.