Mientras sigo esperando que (G)Rosso me tire una soga, intentaremos continuar la reflexión planteada superficialmente en un post anterior.
Ahí se dice lo siguiente: Portantiero y Aricó decían que Argentina era un combinación de Oriente y Occidente, en el sentido de que era un país periférico en el cual la "guerra de posiciones" aparecía mediada por una alianza policlasista. Creo que esa idea (combinación de Oriente y Occidente) se puede tomar en un sentido totalmente distinto, desde otro punto de vista. Argentina es Oriente en el sentido de que la burguesía es débil como clase nacional, pero es Occidente en el sentido de que no se va a dejar sacar el poder así nomás, con lo cual las formas de la lucha de clases pueden ser variadas y combinar desde grandes maniobras de masas como la huelga general, enfrentamientos con el fusil estatal y paraestatal, hasta formas parciales de control territorial durante todo un período previo al poder de la clase obrera.
Ahí se dice lo siguiente: Portantiero y Aricó decían que Argentina era un combinación de Oriente y Occidente, en el sentido de que era un país periférico en el cual la "guerra de posiciones" aparecía mediada por una alianza policlasista. Creo que esa idea (combinación de Oriente y Occidente) se puede tomar en un sentido totalmente distinto, desde otro punto de vista. Argentina es Oriente en el sentido de que la burguesía es débil como clase nacional, pero es Occidente en el sentido de que no se va a dejar sacar el poder así nomás, con lo cual las formas de la lucha de clases pueden ser variadas y combinar desde grandes maniobras de masas como la huelga general, enfrentamientos con el fusil estatal y paraestatal, hasta formas parciales de control territorial durante todo un período previo al poder de la clase obrera.
Bueno, en realidad, la comparación que hacían ellos era con el concepto de "capitalismo periférico" con que Gramsci pensaba los países más "atrasados" de Europa. Sin embargo, desde el punto de vista estratégico y no meramente analítico, la operación teórica de los gramscianos argentinos va por donde está apuntado más arriba.
Me pareció interesante retomar esa discusión, para hacer una interpretación distinta, que creo puede servir para volver a reflexionar sobre el problema de la revolución en un marco de crisis capitalista que a su vez se acompaña con un carácter mucho más urbano (y proletario) del mundo respecto de las revoluciones del siglo XX y con una mayor extensión de las formas democrático burguesas (aunque no sin crisis y elementos de bonapartismo) como mecanismo de legitimación del orden social.
Si bien la polaridad Oriente/Occidente está asociada con Gramsci y sus Cuadernos de la Cárcel, lo cierto es que forma parte de las reflexiones estratégicas planteadas por los cuatro primeros congresos de la III Internacional, aunque Gramsci agarró para otro lado, cuestión que hoy no viene al caso.
En este marco, hay que hacer la salvedad de que el esquema Oriente/Occidente tenía dos defectos que se llaman África y América Latina. Respecto de esta última, recién en 1928/29 la Tercera Internacional comenzó a ocuparse de nuestro subcontinente y en términos gradualistas y etapistas impuestos por la orientación bujarino-stalinista.
Sin embargo, lo productivo de la discusión hace a los elementos de reflexión estratégica sobre la naturaleza de la revolución y guerra civil en Europa Occidental.
Señala Trotsky en Cómo se armó la revolución (Ceip 2006, pág. 573):
En países de alto desarrollo industrial, con alta densidad de población, con enormes centros urbanos y con cuadros de guardias blancos preparados de antemano, la guerra civil puede asumir -y en muchos casos, sin ninguna duda asumirá un carácter mucho menos móvil y mucho más compacto; o sea puede aproximarse a la guerra de posiciones. En general no hay ninguna posibilidad de un posicionalismo absoluto (subrayado mío), especialmente en una guerra civil. Lo que nos ocupa aquí es la correlación de los elementos de la guerra de maniobra y de la guerra de posición. Y es posible decir con certeza que, aún en nuestra estrategia de ultra maniobra en la guerra civil, estaba presente un elemento de guerra de posiciones y en ciertas instancias, éste jugó un importante rol. No hay lugar a dudas, en la guerra civil en occidente, el elemento de guerra de posiciones ocupará un lugar incomparablemente mayor que el que tuvo en nuestra guerra civil (subrayado de LT).
En Lecciones de Octubre (publicado en "Teoría de la Revolución Permanente" [compilación], CEIP, 2005, pags. 240/1) Trotsky retoma este tema, pero desde el ángulo de la relación temporal entre revolución, guerra civil y conquista del poder:
La revolución proletaria en Occidente tendrá que habérselas con un Estado burgués enteramente formado. No quiere ello decir, empero, que tenga que habérselas con un aparato estable, porque la misma posibilidad de la insurrección proletaria presupone una disgregación bastante avanzada del Estado capitalista. Si entre nosotros fue la revolución de Octubre una lucha contra un aparato estatal que aún no había tenido tiempo de formarse desde Febrero, en otros países la insurrección tendrá contra ella un aparato estatal en trance de dislocación progresiva. Como regla general, conforme hemos dicho en el IV Congreso de la Internacional Comunista, cabe suponer que sea mucho más fuerte que entre nosotros la resistencia de la burguesía en los antiguos países capitalistas, y el proletariado obtendrá con mayor dificultad la victoria. En cambio, la conquista del Poder le asegurará una situación mucho más firme, mucho más estable que la nuestra a raíz de Octubre. Entre nosotros no se desarrolló de veras la guerra civil hasta después de la toma del Poder por el proletariado en los principales centros urbanos e industriales, y duró los tres primeros años de existencia del poder soviético. Hay muchas razones para que en la Europa central y occidental cueste al proletariado más trabajo apoderarse del Poder; pero, después de conquistarlo, tendrá las manos mucho más libres que nosotros.
Entonces, Oriente/Occidente, no para establecer esquemas formales, sino para profundizar la reflexión acerca de la dinámica posible de un proceso revolucionario. En este sentido, me parece que la línea de interpretación productiva pasa principalmente por establecer esta relación entre Oriente (burguesía débil, fortaleza relativa del proletariado como clase nacional) y Occidente (preparación consciente de la burguesía y recurso al partido de la contención que deviene partido del orden para evitar la "vía rusa") en tanto formas diversas que asumen las ventajas y dificultades combinadas para la conquista del poder por la clase trabajadora.
La clase dominante argentina está subordinada al imperialismo de cabo a rabo y en este sentido no puede ser una clase "hegemónica" en el sentido gramsciano. Sin embargo, subsanó parcialmente esta debilidad con un aparato estatal que juega el rol de legitimar "políticamente" lo que la burguesía no puede legitimar desde un modelo de "desarrollo societal" (que Portantiero identifica como marca distintiva de Occidente) y esta tarea tiene mucho que ver con el rol del peronismo, como partido de la contención (y también como partido del orden), apoyado en la cana, los gobernadores feudales e intendentes mazorqueros y la burocracia sindical.
Siguiendo la teoría de la revolución permanente de Trotsky (que supera en términos teóricos globales la conceptualización Oriente/Occidente), en Argentina sería más fácil para la clase trabajadora tomar el poder que en E.E.U.U pero más difícil avanzar en la construcción socialista. Siguiendo la reflexión de Trotsky que apuntábamos más arriba, en la Argentina sería más difícil tomar el poder que en la vieja Rusia, no porque nuestro país sea un "país capitalista industrializado" (es un país semicolonial con expresiones brutales de esa condición como el asesinato de originarios y campesinos por guardias blancos y policías al servicio de los terratenientes), sino porque existe un aparato estatal dedicado a garantizar que eso no ocurra (y que no me vengan los peronistas con la estupidez de que creemos que la revolución está a la vuelta de la esquina porque estoy hablando de la función que cumplen y no de los tiempos de la revolución).
Teniendo en cuenta entonces los puntos débiles del aparato peronista, creo que la dinámica posible de "radicalización" va desde la base de las fábricas (hoy expresada en el sindicalismo de base) hacia la dimensión territorial (en la que es claramente más fuerte el peronismo y no tiene la crisis que en la base tiene la burocracia sindical). Incluso, sin poder arriesgar si en un futuro proceso de radicalización obrera se daría un tijera Bs.As./Interior como la de los '70, creo que sí se puede afirmar que el peronismo va a intentar disciplinar a los obreros que sobrepasen a la burocracia no solamente con las bandas gangsteriles de esta última, sino haciendo pesar con todo su tropa territorial ("¡Muchachos vamos a romperle la cabeza a estos zurdos que reclaman por su fuente de trabajo pero les quieren sacar la AUH!" podría ser una arenga punteril).
Este enfrentamiento entre peso social del proletariado y peso territorial del peronismo, daría sin duda combinaciones de todo tipo entre combate posicional y de maniobras, que no necesariamente se transformarían en una guerra civil previa a la conquista del poder (modelo clásico de Occidente), pero deberían hacer que algunos compañeros descarten la idea ingenua de que la crisis capitalista va a tirar para arriba al partido de la clase obrera, no por una labor estratégica propia sino por licuación del poder del adversario (eso es posicionalismo con discurso catastrofista y una caricatura del modelo de Oriente).
Vamos entonces al rol del "sovietismo", criticado por nuestros aliados del PO. Como decíamos en el post anterior referido a este tema, la burocratización de las organizaciones obreras plantea la contradicción de que las corrientes revolucionarias pueden hacerse fuertes en la base, recuperando comisiones internas, siendo un poco más difícil conquistar seccionales (el SOECN es una destacada excepción), casi imposible sindicatos nacionales y las federaciones, un cuento de hadas. Esto, sin contar la CGT. Salvo que creamos en una fábula gradualista de que los trotskistas vamos a ir ganando uno por uno los sindicatos hasta recuperar la CGT, ateniéndonos a los "cuerpos orgánicos", la "hipótesis de las coordinadoras" (sovietismo) es lo único que puede permitir ligar el peso en el lugar de trabajo con una organización que supere las fronteras de los sindicatos burocratizados y a la vez se proyecte territorialmente para crear una alianza obrera y popular que trascienda el espacio de las fábricas y lugares de trabajo (como mostraron en pequeña escala los ceramistas de Zanon y el SOECN).
Si no es con "sovietismo" ¿de qué otra forma resolvemos este problema? Escuchamos alternativas...
1 comentario:
una duda que me surge luego de leer este post, aunque no directamente relacionada con la discusion, es: como se articula con la guerra de posicion y maniobra los centros de gravedad de un partido y los bastiones conquistados por la clase? pensando en términos de una estrategia sovietista para forjar la alianza obrera popular. saludos
Publicar un comentario