Ayer el diario La Nación salió a difundir el módico sueño de resurgimiento del partido radical, a partir de su buena elección en la provincia de Corrientes. Contabiliza la cantidad de intendentes, diputados e intenta mostrarlo como un aparato territorial, que tiene peso en muchos lugares y sólo le falta dar un pasito para su resurgimiento como partido nacional, superando el actual estadio de "panradicalismo".
Panperonismo y panradicalismo son un resultado de la crisis del sistema de partidos del 2001 en adelante. Sin embargo, mientras el peronismo ha demostrado una y otra vez su capacidad de sostenerse y constituirse como "fuerza nacional", aunque en los hechos sea una coalición de gobernadores feudales, intendentes mazorqueros y policías mafiosas, el radicalismo, destruido como "partido de las clases medias", sin peso suficiente en las grandes concentraciones de la PBA y postulándose como "partido de los sojeros", tiene muchas dificultades para hacer lo que La Nación está pidiendo.
En efecto ¿cómo se puede "hegemonizar" a los habitantes de las grandes barriadas populares y a amplio sectores del movimiento obrero, con una mezcla de republicanismo y baja de las retenciones? El que encontrare la respuesta afirmativa a esa pregunta, lo más probable es que esté soñando despierto. La cuestión es que la Tribuna de Doctrina no abandona su "sueño dogmático" pre-nacional y pre-2001 de un país 100% oligárquico del ganado y las mieses; "modernizado" ahora por las sojas. Scioli o Massa, son una resignación al "programa mínimo", de ese objetivo de máxima.
Incluso el contexto general de relativa unidad burguesa alrededor de que haya una salida ordenada de CFK, el "nuevo consenso" poskirchnerista que postula la continuidad de la política económica con algunas "correcciones", hace más inviable la resurrección radical, que por el momento parece que seguirá confinado a instancias provinciales o municipales.
Por el lado del kirchnerismo, habiéndose recompuesto la unidad del oficialismo, con la Presidente mostrándose con Insaurralde y éste acordando con Kunkel en promover la campaña derechista de crimininalizar a los menores de edad, confirman que este tránsito al poskirchnerismo ya está en marcha.
Lejos de una vuelta a un tranquilo bi-partidismo de la alternancia, el futuro del país burgués seguirá dependiendo de la resolución de la interna del peronismo que en primer término "aparece" como disputas políticas, en el peor sentido del término. Pero que, combinado con el agotamiento del "modelo", y la sucesión sin resolución clara, incuba nuevas posibles crisis nacionales.
Mientras tanto, un nuevo aniversario de la desaparición de Jorge Julio López. Y el consenso profundo, en el que acuerdan todos: radicales, peronistas y centroizquierdistas, es que siga la impunidad, escondida en los archivos.
Juan Dal Maso/Fernando Rosso
Juan Dal Maso/Fernando Rosso
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