Leo en Boedo (todos los poemas) de Fabián Casas (Eloísa Cartonera, Bs. As. 2010), unas líneas que llevan por título el de este post y dicen:
Porque creímos que en pocas horas
te iban a guardar en el estuche,
en tu cama de la 206
reinaba un clima de expresionismo abstracto.
Los médicos, blancos y limpios, se movían a pila
por el pasillo.
Con una campera berreta y ajustada,
que dejaba su panza al aire,
un viejo le daba papilla en la boca
a tu copiloto de pieza.
Pasillos desinfectados
que inundaba al mediodía
el caldo recalentado.
Propinas a la enfermera, insomnio,
charlas entre familiares comentando el parte
que los doctores, con su letra ininteligible,
dejaban a los pies de tu cama.
Y vos, como una mantis albina,
conectada al suero y al respirador...
Recé porque no entendí
que la luz y la noche se confundieran tanto.
De vez en cuando, pensé mientras te miraba,
nacen personas que viven durante toda su vida
sólo para dar amor a los demás,
sacrificando sus deseos y su importancia personal.
Un fenómeno extraño, para tener en cuenta,
sobre el ruido de fondo de la muerte.
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