Sin entrar a analizar las especulaciones desatadas con los cambios del gabinete, hay algo que es seguro: lo que se viene no es precisamente un "giro a izquierda", sino todo lo contrario. Aunque (lo que queda de) Página 12, insista en que "no hubo ascenso" del milico represor Berni, que había expropiado las funciones de Garré, lo cierto es que el hombre salió ganando y aparentemente es una "esperanza blanca" de CFK en la PBA.
Aunque algunos ilusos se siguen entusiasmando con la "continuidad del proyecto" (cada vez más difícil de explicar lo cual hace aún más oscuras las "proclamas" de Carta Abierta), lo cierto es que la "gran política" (en sentido burgués) del kirchnerismo se terminó con NK y la camarilla oficialista desde hace rato se dedica a "las luchas de preeminencia entre las diversas fracciones de una misma clase política", que toma la forma de lucha por la "sucesión".
El balance de los diez años de gobierno, aunque se hagan todas la piruetas posibles para tragar los sapos necesarios (tarea en la que los progresistas ostentan el 10º Dan) es que el kirchnerismo cumplió una función conservadora de recomposición de la autoridad del Estado, embellecida por el verso de la "presencia del Estado en la economía", la "vuelta del Estado" y otras expresiones similares, de la cual solamente pueden exhibir la AUH.
Refutando este discurso vacío, las funciones del Estado que hacen a la calidad de vida de la clase trabajadora (educación, salud, transporte público, vivienda) no fueron modificadas en lo más mínimo e incluso empeoraron con grandes crímenes sociales (como se vio con la masacre de Once y las inundaciones en La Plata), leyes tendientes a achicar los presupuestos de educación y salud y promover la precarización laboral en el sector público.
Como contracara de lo anterior y para dejar bien claro el carácter de clase del gobierno, aumentó el poder del aparato represivo, votaron las leyes Blumberg, llenaron las cárceles de presos, volcaron la Gendarmería a la calle a cumplir funciones de policía y pusieron en pie el Proyecto X para espiar a los luchadores obreros y la izquierda.
Volviendo a lo que decíamos al principio, priman "las luchas de preeminencia entre las diversas fracciones de una misma clase política" porque al estar más o menos contenida la crisis económica y al no haber todavía ataques generalizados contra la clase trabajadora (aunque sí contra sus sectores más combativos tanto en el movimiento obrero, como en los pueblos originarios ) el nivel de la lucha de clases es todavía muy limitado.
La incógnita a despejar, una vez más, es en qué punto nos encontramos de la experiencia de la clase trabajadora con el cristinismo y por esa vía con el peronismo (en la medida limitada en que pueden emparentarse), en la cual no es un dato menor la podredumbre de la burocracia sindical, bancada por los gobiernos, tanto el de CFK como los del "peronismo disidente", como el recientemente "renunciado" Dragún en Córdoba, después de que su patota atacara a los despedidos de Volkswagen.
A diferencia de Bolivia, donde la separación del movimiento obrero con el gobierno de Evo Morales tuvo la doble expresión de la huelga de la COB y el surgimiento del PT (con todas las contradicciones propias de ambos procesos), el "acontecimiento inaugural" del 20N en la Argentina no tuvo continuidad, ya que la burocracia sindical puso el peso social del movimiento obrero al servicio de la recomposición de la oposición patronal y en ese sentido el "proceso de ruptura" quedó en un impasse, por lo menos en cuanto a sus expresiones en la lucha de clases. Pero puede tener expresión política en el Frente de Izquierda y de los Trabajadores, con lo cual puede darse que el proceso de confluencia de un sector de la clase trabajadora con la izquierda se invierta y en lugar del clásico "de lo sindical a lo político" la cosa sea al revés por lo menos durante unos meses. Pero para eso hay que salir del rutinarismo de la izquierda políticamente previsible y seguir pegando donde más duele, como hicimos con el Proyecto X a nivel nacional o con la denuncia de la casta política al servicio de los capitalistas, desde la legislatura neuquina.