Los saqueos demuestran el fracaso de la "política social" del cristinismo y desmienten el mito de que la AUH separaba a pobres oficialistas de asalariados privilegiados opositores. El clima de descontento con el gobierno ha llegado en mayor o menor medida a todos los sectores sociales y se expresa en modos diversos, en un año en que "el crecimiento a tasas chinas" cedió su puesto a la "sintonía fina" y las políticas más abiertamente antiobreras. Que puedan tener peso las internas de los partidos burgueses o que pueda haber punteros, no es el punto. Si no hay necesidades insatisfechas largamente (y odio social) nadie saquea codo a codo con los punteros, porque incluso para que se enganchen algunos oportunistas, es necesario que el fenómeno sea real y no inventado.
Párrafo aparte merecen los argumentos de que el que se lleva un LCD estaría demostrando ser un simple vándalo, ya que los pobres solamente llevarían arroz y harina para las tortas fritas. Además de una confesión de partes de lo que piensan sobre los derechos del pueblo, es una expresión, en el terreno de los prejuicios gorilas, de la tendencia del capital a pagar la fuerza de trabajo al mínimo necesario para su reproducción o incluso por debajo de ese mínimo.
En este contexto, es absolutamente vergonzosa la respuesta del gobierno de llenar Bariloche de gendarmes (de paso les pido que tomen nota a los izquierdistas truchos que apoyaban su motín) y querer responsabilizar a las organizaciones obreras por los resultados de una política sistemática de mantener el pobrerío en ghettos. No se queda atrás el gobernador neuquino Jorge Sapag, que viene en un giro "sobischista" contra la lucha de los trabajadores del EPEN (con el apoyo de Berni y Abal Medina) y cuya policía asesinó de un tiro en la nuca a un pibe de 14 años en un nuevo caso de gatillo fácil.
Sin embargo, las acciones desesperadas de los saqueos protagonizadas por los pobres de las grandes barriadas también dejan mal parada a la burocracia de los grandes sindicatos ya que muestran los límites de su política "corporativa", que sistemáticamente se niega a tomar las demandas de los sectores obreros y populares que están por fuera del sector asalariado formalizado afiliado al gremio o central bajo su control.
Partiendo de condenar la represión a los que participan de los saqueos y del repudio al intento de presentar como vándalos a los sectores populares más castigados, es necesario decirle también a los que se entusiasman con estas acciones, que reivindicar a los pobres "radicalizados" contra los obreros "aburguesados" es simplemente el otro lado (como decía Hegel) de esta política de la burocracia que divide a los trabajadores de los pobres urbanos. Esa línea, seguida por la izquierda autonomista italiana en los '70 para lo único que sirvió fue para que sus militantes terminaran presos en jaulas.
La situación actual pone de relieve la necesidad de que la clase trabajadora tenga una política independiente respecto de los partidos patronales y una estrategia de superar las divisiones al interior de la propia clase así como de hegemonizar a los pobres de las grandes barriadas para evitar que sean utilizados en el futuro como base de maniobras de salidas reaccionarias o al revés reprimidos salvajemente, ante la pasividad o el temor de los que sienten que todavía tienen algo que perder.
3 comentarios:
Coincido !!! Pones en letras lo que muchos de nosotros pensamos pero no lo podemos expresar como se debe
Por lo que decis de la division que se "genera" en la clase obrera de pobres y de obreros con mas dinero, esta bueno plantear de alguna forma la valentia de los "podres" por romper con el muro de la propiedad privada. Acuden al legitimo metodo del saqueo, reivindico esta cuestión -como diria resistencia suburbana: "toma lo que es tuyo hermano"-
un saludo.
Me parece que el post precisamente polemiza en uno de los párrafos contra las visiones idílicas de los saqueos, más allá de que hay repudiar la represión.
Saludos. Martín
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