La nota publicada ayer por Carlos Pagni en La Nación dice que la idea de pelearse en la coyuntura con Moyano para conseguir más votos de la clase media es para Cristina un arma de doble filo. Pagni sugiere que un Moyano en la oposición, volviendo a armar el MTA sería letal por el poder de fuego de los sindicatos que controla en cuanto a su capacidad de paralizar el funcionamiento normal del país (recordemos que el objetivo de un país normal es una niña bonita del discurso oficial).
Mi impresión es que más allá de la coyuntura y teniendo en cuenta lo que venimos denunciando respecto del creciente alineamiento del gobierno con los planteos empresarios, el gobierno necesita cambiar la relación con la burocracia sindical, no en el sentido de dejar de apoyarse en ella, sino en el de que ésta se juegue a una política pro-patronal abierta (nada de participación en las ganancias, aceptación sin más de aumentos miserables aún más que los que algunos gremios han ido aceptando, etc).
Moyano ha construido un discurso de defensa de las conquistas logradas "gracias al gobierno", junto con su pasado "anti-menemista" con lo cual Gerardo Martínez sería mucho mejor para una tarea de esas características, mientras para Moyano sería por lo menos hoy inaceptable ser un burócrata subordinado en una CGT conducida por Martínez, mucho menos si pudiera ir preso por las causas que le siguen los jueces afines al gobierno.
Si la interna peronista que hoy toma forma en la crisis de la relación entre el gobierno y la CGT se expresara en rupturas y realineamientos en la burocracia sindical, con el crecimiento de la hostilidad empresaria hacia los reclamos obreros y con el sindicalismo de base golpeando los flancos de la burocracia y las patronales, la situación podría volverse mucho más explosiva en términos de lucha de clases y de crisis política.
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