jueves, 18 de diciembre de 2008

El “Uso” que faltaba



Como si faltara algún “uso” instrumental (según la expresión del ya clásico libro de Portantiero) al cual someter a Gramsci, el Vaticano agita desde hace unas semanas el parche de su supuesta conversión al catolicismo. Parece una joda para Tinelli, por lo que dudé bastante de escribir algo respecto de este tema. Por suerte, la nota de Susana Viau publicada en Crítica el día de ayer, me recordó que no había que dejarlo pasar.

Sucede que esta “revelación” ha sido tomada como bandera por los católicos militantes, sobre todo en Europa, para cruzar lanzas con el marxismo y remendar las banderas hechas jirones de la influencia católica en retroceso. Por ejemplo, con sólo buscar en Google, uno puede encontrar cosas como lo que se puede leer en cierta página denominada Forum Libertas:

“El caso de la conversión de Gramsci es uno más de entre los numerosos adversarios radicales de la Iglesia que en los momentos finales de su vida han querido acercarse a Dios. Una muestra, sobre todo, de la misericordia divina que tanto necesitamos todos. También de que el hombre ansía algo más que horizontes cortos y lo de aquí ni llena ni da soluciones a todo. Por fin, que Dios y la Iglesia son pacientes y siguen llamando a todos con los brazos abiertos hasta el último minuto, incluidos aquellos que los tuvieron siempre como enemigos”

Que Cristo haya resucitado a Lázaro, vaya y pase, aunque sea mentira. Que Don Bosco haya multiplicado las castañas, altamente discutible, por decir lo menos. Pero que Gramsci se haya hecho religioso justo antes de morir parece más una expresión de que nos vieron la cara que una revelación tardía.

Gramsci se negó sistemáticamente a pedir clemencia para que el fascismo le aliviase la condena. No suena creíble que quien no se arrodilló ante Mussolini lo haya hecho ante unos cuadritos puestos en una pared o una estampita destinada a los besos de los enfermos. Además, si bien Gramsci, dadas sus filiaciones sorelianas y crocianas, tenía una visión sociológica-cultural y no iluminista de la religión, su posición acerca del rol de la Iglesia en la vida política italiana y mundial se da de bruces con una reconciliación individual con la religión católica.

Todos los que han intervenido en el debate reconocen que no hay pruebas de la versión eclesiástica, mientras los testimonios de las monjas se contraponen a los del propio hermano de Gramsci y otros allegados. Hay gente que lo ha refutado mucho mejor de lo que podría hacerlo yo, así que no me voy a detener en eso.

La interpretación obvia de la versión de que Gramsci adoptó la fe católica antes de morir: Nos quieren decir que el marxista italiano renegó de las ideas que sostuvo durante toda su vida militante. Que el catolicismo triunfó sobre el marxismo, en el cuerpo del propio Gramsci.

Más allá de las circunstancias particulares que promovieron estas supuestas revelaciones, lo que es interesante señalar es que vivimos una época en la cual hay una corriente de derecha a nivel mundial que persigue una “reforma moral e intelectual” reaccionaria. Tal es el caso de Sarkozy, llamando a terminar con el legado del ’68 que sería la clave de la decadencia de la nación francesa. Tal es el caso de Ratzinger, el papa católico, que define al marxismo entre los enemigos ideológicos a combatir por la Iglesia. En un contexto de decadencia de los valores capitalistas recalcitrantes y de retroceso de la influencia de la Iglesia también, la escaramuza por la “conversión” de Gramsci es parte de una batalla más amplia por la constitución de los imaginarios que surgirán durante los años por venir. Y no es casual, que dada la influencia del pensamiento de Gramsci en diversos sectores de izquierda, desde los más combativos a los más moderados, se haya tomado al marxista italiano como “caso testigo”.

Más allá del contexto, lo llamativo es la audacia de la conjetura. Quizás en un futuro cercano, los brillantes ideólogos reaccionarios nos sorprendan con que Lenin se hizo de la Iglesia Ortodoxa o que Trotsky era fanático de la Cábala.

Los jóvenes estudiantes y trabajadores que se levantan en Grecia contra la política antiobrera y antipopular de Karamanlis y su fuerza de choque policial, indican que la preocupación de los reaccionarios no está mal orientada. Se vienen tiempos difíciles para el conformismo con el orden existente. El creciente interés por ciertos aspectos de las ideas marxistas, que hemos comentado más abajo en este mismo blog, indica que las ideas por las que Gramsci resistió una larga década de cárcel, podrán generar cosas más importantes que una polémica con algunos curas.

Tiempos en que caerán las estampitas y las figuras sagradas.
Tiempos en los que el marxismo tendrá muchas cosas para decir y más oídos que quieran escucharlas.

2 comentarios:

Juan Iván Niez dijo...

Para los que no somos marxistas, aunque si simpatizantes, en realidad es una más de las mentiras que con toda impunidad predican apóstoles como Bienadicto XVI o la señorita Agnes (la sor tere). Viven tan al pedo y a costa de un pueblo que aún hambreado los mantiene que "demuestran su gratitud" con habldurías imposibles de demostrar. Celebro que hayan mentes ilustradas que defiendan sus posiciones y las confronten. Brindo por un gran 2009!!!!!!

Juan Iván Niez dijo...

Juan,no creo justamente que sea el uso que faltaba. Tal vez les toca a uds, los marxistas, un poco más de cerca por ser Gramcci una figura emblématica en lo profundo de sus ideales. Pero para los que no lo somos ni queremos serlo igual nos rompe las pelotas toda la maquinaria que las religiones y la católica en particular con personeros como Bienadicto y la señorita Agnes (la sor tere)a la cabeza, pretenden uniformar nuestras creencias con mentiras y esta resulta siendo una más. Lamento que se metan con Antonio que ya no está par defenderse. Celebro que haya mentes ilustradas para defender sus tradiciones. Feliz 2009!!!!!!!