miércoles, 15 de julio de 2009

Postales de la Crisis


Diversión para pocos

Obama y la escalada guerrerista

Por Darío Martini

"Hacía mucho tiempo que no me divertía tanto", dijo hoy Barack Obama. El presidente estadounidense, fanático de los medias blancas de Chicago, se dio el gusto de lanzar la bola inaugural del juego de las estrellas de béisbol. Obama no se detuvo ahí, de hecho se alojó en la cabina de los relatores de la FOX, oficiando de comentarista del juego[1].
El presidente de EE.UU también se está divirtiendo en otro terreno; la guerra.
En Afganistán, puso a rodar la más grande operación aerotransportada jamás realizada por los marines luego de la Guerra de Vietnam. Obama ha más que duplicado el número de fuerzas militares estadounidenses que han pasado de 32.000 a 68.000 y siguen sumando. En lo que va del mes de julio, han muerto 46 soldados de la coalición, entre ellos 24 norteamericanos[2].
Esta semana ha sido especialmente trágica para la coalición internacional en Afganistán. Dos marines estadounidenses murieron al estallar varias bombas de la insurgencia a su paso por una carretera de la provincia de Helmand. El lunes, habían fallecido otros siete militares. Sus aliados británicos han perdido 15 hombres en diez días. Ocho murieron en el espacio de 24 horas, entre el viernes y el sábado. Tres de ellos tenían sólo 18 años. Se acercan las elecciones en ese país y la ofensiva no se debe detener.
Según James Petras; ‘la puesta en escena’ de elecciones fijas entre candidatos que son clientes certificados por Estados Unidos es la norma en Iraq y Afganistán, donde la presencia de tropas estadounidenses garantiza una victoria colonial, en Irán y Honduras Washington recurre a operaciones encubiertas para desestabilizar o derrocar a los presidentes en ejercicio[3].
Lejos de cumplir con sus promesas de campaña, Obama redobla la apuesta guerrerista de su predecesor, George W. Bush. Esto no es nada nuevo en la historia de los Estados Unidos.
En 1963, Lyndon B. Johnson asumió la presidencia luego del asesinato de Kennedy. La primera campaña nacional contra la guerra en Vietnam tomó forma durante su campaña de reelección, en oposición al candidato republicano Barry Goldwater. Johnson, (que finalmente obtendría la presidencia con el 61 por ciento de los votos) había prometido terminar con la guerra, declarando; “nunca enviaré a muchachos norteamericanos a hacer el trabajo que los muchachos asiáticos deben hacer”[4].
EE.UU profundizó la guerra en Indochina, cuestión que disparó proporcionalmente la bronca contra el gobierno y que puso al movimiento contra la guerra de Vietnam en el mapa de las grandes rebeliones del último gran ascenso de masas de fines de los sesentas y principios de los setentas. En un acto contra la guerra frente al capitolio, un veterano señalo el edificio pronunciando estas palabras; “No queremos pelear más, pero si tenemos que pelear otra vez, será para apoderarnos de esos escalones”[5].
Hacia el final de su mandato, en 1968, Johnson tuvo que renunciar, (ya en plena campaña) a su nueva candidatura, mientras el movimiento contra la guerra coreaba las consignas del mayo francés.
Hoy las voces contra la guerra en medio oriente se sienten cada vez más. Obama tiene que enfrentar cifras de dos dígitos en la desocupación, las mayores quiebras de la historia, un aumento de la polarización social en el terreno domestico y fuertes presiones de la derecha republicana. Mientras tanto, y pese a todas las críticas y advertencias, la operación de “salida estratégica”[6] de Afganistán sigue en pié.
Lejos de aquellos a los que movilizó durante su campaña electoral con la promesa de un “cambio”, hoy Obama estuvo sentado con los comentadores de la FOX, disfrutando de una popularidad que la crisis internacional y la situación mundial y domestica seguramente pondrán en cuestión.

NOTAS:
[1]“Obama estuvo en el Juego de las Estrellas de béisbol” En: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1150783
[2] US Marines killed in Afghan bomb blasts En: http://wollongong.iprime.com.au/index.php/news/national-news/us-marines-killed-in-afghan-bomb-blasts,8446641#Scene_1
[3] James Petras; La estrategia de retroceso de Obama. Honduras, Irán, Pakistán, Afganistán (y el efecto boomerang). (14/07/2009). En: http://www.lahaine.org/index.php?blog=3&p=39126.
[4] Franklin, Bruce; Vietnam y las fantasías norteamericanas. Ed. Final Abierto. 2008. Pág.115.
[5] Ibíd. Pág.126.
[6] Jim Kuhnhenn; Obama looking for Afghanistan exit strategy (Associated Press July 15, 2009) En; http://www.gopusa.com/news/2009/july/0715_obama_afghan.shtml

miércoles, 8 de julio de 2009

Zanón, una experiencia de lucha obrera. Fernando Aiziczon, Buenos Aires, Herramienta-El Fracaso, 2009. 223 paginas.

Esteban Vedia*
Zanón, una experiencia de lucha obrera, es la reelaboración de la tesis de licenciatura que Fernando Aiziczon hiciera en la Universidad Nacional del Comahue. Pero el trabajo también es resultado de la experiencia política del autor, fruto de su encuentro, como estudiante, con la lucha de los obreros. Y es justamente de este cruce entre lo académico y lo político que la obra tiene su singularidad, ya que al tiempo que se propone una reconstrucción militante de esa lucha, tensiona conceptos y explicaciones que exceden la descripción, convirtiéndose en un análisis y una propuesta de explicación del proceso.
La obra toma el periodo que va desde el asentamiento de Zanón en Neuquén, allá por fines de los setentas, hasta la puesta en marcha del control obrero, a mediados del 2002. El libro comienza con una Introducción de índole teórica que precisa que Zanón es la experiencia de mayor radicalización política y organizativa en el espectro de las “fábricas recuperadas”. También discute la pertinencia o no de aplicar los conceptos de los teóricos de los nuevos movimientos sociales (NMS) y aclara que esta búsqueda esta motivada por un “vació teórico” en la tradición marxista: la carencia de una teoría de la acción. Finalmente, en este intento de cruzar los teóricos de los NMS y el marxismo, que Aiziczon mismo reconoce poco productivo, pone en tensión otros conceptos tales como campo de protesta, habitus y cultura política de protesta.
En el Capitulo I (Argentina 1976-2001: del Estado al Mercado) recorre las características de la acumulación del capital durante este periodo para detenerse en las distintas formas de protesta social que van emergiendo al calor del agotamiento del mismo. Es de destacar como reconsidera la especificidad de la protesta social durante este periodo (movimientos de desocupados, etc.) pero que asimismo enmarca dentro de las relaciones capitalistas de producción, indicando la fragmentariedad de la protesta y de sus actores.
En el Capitulo II (Neuquén: campo y cultura de la protesta) sistematiza y desarrolla la hipótesis de que en Neuquén ha devenido, en oposición al Movimiento Popular Neuquino, una cultura política de la protesta asentada en la acción directa. Ese campo esta a su vez compuesto por un habitus militante, que pone en juego capitales políticos que se obtienen por medio de una práctica cultural compartida. Es de importancia meridiana el papel de los activistas de izquierda (partidarios o no) en esta cultura de la protesta como organizadores, animadores, trasmisores de prácticas, sin los cuales Zanón es inexplicable.
El Capitulo III (Zanón y las fábricas recuperadas. Un estado de la cuestión) se ocupa de un balance crítico de lo escrito hasta la fecha. Lo que destaca Aiziczon es que sin ubicar y ponderar el papel del militante, externo e interno, no se alcanza la clave explicativa para comprender la direccionalidad que toman los conflictos sociales.
En el capitulo IV (Las raíces estructurales del conflicto en Zanón) hace un repaso de las políticas de ‘promoción industrial’ que beneficiaron a distintos grupos de capitalistas nacionales y que en Neuquén significó la instalación, con incontables ventajas, de Cerámicas Zanón.
En el Capitulo V (Cerámica Zanón antes del conflicto) reconstruye la cotidianidad de la vida obrera en la fábrica, incluyendo su dimensión política, desde la vuelta de la democracia en 1983 hasta el año 1996, antesala de del conflicto.
En Capitulo VI (La Lucha por la recuperación del sindicato) reconstruye la intrincada red de relaciones que se fue constituyendo alrededor del núcleo de activistas, en el que destaca Raúl Godoy, militante del trotskista Partido de los Trabajadores Socialistas. Aparece así todo el peso del papel de los activistas. Relata como esta red se fue articulando por medio de actividades sociales y culturales (asados, campeonatos de fútbol, etc.) y como a partir de estas pudo recuperar la Comisión Interna y luego el Sindicato (SOECN, que también agrupa a otras tres fábricas). Al mismo tiempo destaca como los aportes del trotskista Raúl Godoy cristalizaron en nuevas prácticas basadas en la democracia obrera y la acción directa.
En el Capitulo VII (La recuperación del sindicato y la construcción del una tradición combativa, 1998-2002) relata los primeros pasos de esta gesta obrera, recuerda como la muerte del joven obrero Daniel Ferras, el sábado 15 de Julio del 2000, disparó la bronca contra la patronal, dando inicio a un ciclo de luchas que termina con la ocupación y puesta en funcionamiento bajo control obrero de la fábrica. Destaca la capacidad de los obreros de ganarse ‘el apoyo de la comunidad’ con una persistente actividad de difusión del conflicto.
En el Capitulo VIII (Antes del Control Obrero) analiza cómo durante los ajetreados meses del año 2001 los obreros de Zanón fueron tejiendo redes de solidaridad política y social, regional y nacional, alrededor de su conflicto. Destaca entre estas redes la solidaridad militante con las corrientes de desocupados (especialmente el Movimiento de Trabajadores Desocupados del populoso barrio San Lorenzo) y el rol y el protagonismo de la cultura de la protesta en estas redes.
El libro termina con el Capitulo IX (Política y cultura en la construcción de la identidad ceramista). Allí sostiene que el proceso de luchas y resistencia de los ceramistas se puede dividir en dos momentos, uno dirigido hacia adentro, de constitución y consolidación del núcleo afectivo de los ceramistas; y otro hacia fuera, de expresión de esa afectividad y de consolidación una identidad clasista. Identidad en la que mucho tuvo que ver, dice Aiziczon, la intervención del PTS y Raúl Godoy. Sin embargo esta identidad no es homogénea ni esta exenta de contradicciones. Concluye planteando las condiciones que posibilitaron la emergencia de Zanón: primero, el despliegue de un activismo de base (alimentado y acompañado por nuevos dirigentes); segundo, la solidaridad de las organizaciones; y tercero, la presencia del arco militante.
Para finalizar, realizo unas breves consideraciones críticas sobre el trabajo de Aiziczon. La tesis más fuerte del autor es que el caso de Zanón no se puede explicar sin la presencia de activistas (sujetos militantes de la cultura de la protesta neuquina) tanto dentro de la fábrica como fuera de ella. Esta tesis se apoya en otra, más general, que sin ponderar el peso de los activistas no se puede comprender la direccionalidad de ningún conflicto. Pues bien, este es el punto más débil del trabajo de Aiziczon, ya que en el texto la direccionalidad esta subsumida, oculta, bajo las prácticas culturales de los activistas neuquinos. Así, la historia de Zanón que nos presenta Aiziczon es una historia sin política o mejor dicho, donde las estrategias políticas de los actores (sindicatos, movimientos de desocupados, partidos, etc. incluido el SOECN o el PTS) pierden su especificidad, su singularidad, quedan veladas detrás de las afinidades culturales. Así, por poner un ejemplo entre muchos, la política para “ganarse a la comunidad” queda inscripta como un acierto sin más cuando en realidad corresponde a una clara orientación de “hegemonía obrera” por parte del SOECN. Aiziczon acierta al plantear que la direccionalidad de cualquier conflicto debe ser comprendida en términos de la influencia de los activistas, pero la dimensión política (estratégica y táctica), el cómo, cuando y porqué de esa direccionalidad debe salir a la superficie para que el análisis cultural no borre las intenciones y efectos no deseados de las orientaciones políticas.
Esta debilidad no debe hacer perder de vista el aporte que Aiziczon realiza, no sólo al campo de la historia en general, sino sobre todo a los militantes en particular, que encontraran en este libro una fuente de reflexión e inspiración.
* Prof. en Historia, Universidad Nacional del Comahue.

Serie Economía Marxista, 3ª entrega

Por Esteban Vedia
Mercancía y dinero (tercera parte)
En las anteriores entregas hemos recorrido el camino que se inicia en la mercancía para comprender el origen del dinero. Primero vimos cómo la mercancía es una relación que contiene al valor de uso y al valor de cambio, vimos cómo es el trabajo humano la sustancia común de todas las mercancías y cómo el tiempo de trabajo socialmente necesario es la medida social del mismo. Por último vimos cómo el dinero se origina en esa misma oposición de valor y valor de uso. El secreto del dinero quedaba develado.
El fetichismo de la mercancía
Marx llamaba “fetichismo de la mercancía” al proceso por el cual las relaciones económicas, sociales, se objetivaban y quedaban ocultas a la vista. Así las relaciones de valor aparecían como relaciones entre cosas (mercancía-dinero) cuando en realidad eran relaciones entre personas, oculta por la relación entre cosas.
Este carácter enigmático de los productos del trabajo deviene porque la igualdad de los trabajos humanos adopta la forma material de la igualdad objetiva de valor de los productos del trabajo. Esto quiere decir que si dos mercancías diferentes tienen una cantidad igual de valor, una misma cantidad de tiempo de trabajo contenida en ellas, se manifiesta entre ellas como una igualdad de sus valores, representados en dinero. Así la medida del gasto de fuerza de trabajo humano por su duración, cobra forma de la magnitud del valor que alcanzan los productos del trabajo. Por último, las relaciones entre los productores, en las cuales se hacen efectivas las determinaciones sociales de sus trabajos, revisten la forma de una relación social entre los productos del trabajo.
Lo que a nuestra vista, aparece como una forma fantasmagórica de una relación entre objetos (mercancía-dinero), entre cosas, es sólo la relación social determinada entre las personas.
El carácter de valor que presentan los productos del trabajo, no se consolida sino por hacerse efectivos en la práctica como magnitudes de valor. Estas magnitudes cambian de manera constante, por los cambios en las fuerzas productivas, independientemente de la voluntad, las previsiones o los actos de los sujetos de intercambio. Su movimiento social posee para ellas la forma de un movimiento de cosas bajo cuyo control se encuentran, en lugar de controlarlas. Así por ejemplo hoy, la crisis económica, la desocupación y otros fenómenos económicos, aparecen como procesos naturales, objetivos, cuando en realidad expresan cambios acumulados en las relaciones capitalistas de producción.
Marx defendió la idea de que se requiere de una producción de mercancías desarrolladas de manera plena antes de que brote, a partir de la experiencia misma, la comprensión científica de que los trabajos privados son reducidos en todo momento a su medida de proporción social en las relaciones de intercambio de sus productos, el tiempo de trabajo socialmente necesario se impone de modo irresistible como ley natural reguladora (ver primer articulo de la serie). Su desciframiento borra la apariencia de la que la determinación de las magnitudes de valor alcanzadas por los productos del trabajo es meramente fortuita, pero en modo alguno elimina su forma de cosa.
Antes de continuar, repitamos (ver primer articulo de la serie) que así como el valor se representa en el dinero y el dinero se erige en representante de los valores, los precios, expresiones dinerarias de los valores, representan no directamente los valores sino el cuanto pueden subir o bajar la denominación dineraria por encima o por debajo de esos valores. Ese más o menos responde a cosas secundarias como la oferta y la demanda, etc. Así, en el capitalismo, los precios y los valores la mayoría de las veces no coinciden, el valor aparece así como un promedio social.
El proceso de intercambio
El proceso de intercambio se representa en la figura M-D-M, donde M son las mercancías y D el dinero, que cumple una función mediadora. M-D es la venta y D-M es la compra. En este caso se representa la operación por la cual un poseedor de M vende, la cambia por dinero y con éste realiza una compra, es un intercambio mercantil simple.
Así, en el proceso de intercambio, en el cual se enfrentan los poseedores de mercancías, las cuales son no-valores de uso para sus poseedores y valores de uso para sus no-poseedores, las mercancías deben realizarse primero como valores antes que puedan realizarse como valores de uso. Esto quiere decir que si yo vendo una mercancía la vendo porque yo ya no le encuentro otra utilidad, para mi no tiene más uso que ser un puro valor. Y al contrario, si yo compro una mercancía, la compro porque veo en ella una utilidad concreta, la compro para satisfacer una necesidad. Y finalmente quiere decir que para que yo pueda consumir (valor de uso) debo antes comprar (valor).
Por otro lado, como lo explicamos en la segunda entrega, en el proceso social de intercambio se aparta del mismo una mercancía determinada (sal, oro, etc.) en la cual todas las demás representan su valor, cumpliendo así una función específicamente social. Así una mercancía no parece transformarse en dinero porque todas las demás mercancías representan en ella sus valores, sino que a la inversa, éstas parecen representar en ella sus valores porque es dinero. El movimiento mediador se desvanece en su propio resultado, no dejando tras de si huella alguna.
La transformación del dinero en capital
A diferencia de la forma mercantil simple, vender para comprar o M-D-M, en el capitalismo ya desarrollado el producto último de la circulación mercantil es el dinero, y como tal ésta es la primera manifestación del capital. Así el dinero en cuanto dinero y el dinero en cuanto capital sólo se distinguen en cuanto a la forma de circulación. En M-D-M el dinero es mero medio de circulación. En D-M-D, o comprar para vender, el dinero ya circula como capital. Aquí el dinero deviene capital, aquí el dinero no se gasta, no se consume, sino que se adelanta para comprar mercancías para volverlas a vender. Aquí el dinero se transforma en capital, funciona como capital. En M-D-M el objetivo es el valor de uso, en D-M-D es objetivo es el valor de cambio (intercambio de dinero por dinero).
Pero para que se complete esta forma, para que el intercambio tenga sentido debe haber una diferencia cuantitativa, de magnitud, en los dos extremos de la forma, porque en D-M-D hay intercambio de equivalentes, no hay diferencia alguna. La nueva formula debería ser, entonces, D-M-D’, donde D’ es igual a D más un incremento (D’= D+∆D, el símbolo ∆ representa incremento). A dicho incremento, o al excedente por encima del valor originario, Marx lo denomina plusvalor. Así la formula D-M-D’ transforma a D en K (capital). Y el capitalista es el vehículo consciente de este movimiento.
El capital (K) es un valor que se valoriza en el cambio de forma, hay un proceso de autovalorización. Sin embargo D-M-D, en la medida de que hay un incremento o D-M-D’, contradice la ley del valor ya que no hay intercambio de equivalentes, esta es la contradicción de la formula general del capital.
El problema está justamente en el incremento de D (∆D o plusvalor). Primero debemos aclarar que en su forma pura, respetando la ley del valor o que las mercancías se intercambian según el tiempo de trabajo socialmente necesario, D-M-D es un intercambio de equivalentes. Pero si se intercambian equivalentes no se origina plusvalor alguno. Por lo tanto debemos dirigir nuestra atención a D-M-D’ y sobre todo al incremento de D (∆D), al plusvalor. El plusvalor debe surgir de la esfera de la circulación, porque tiene que surgir de un intercambio de equivalentes, y no puede surgir de de la circulación porque deben intercambiarse no equivalentes. Tenemos así una contradicción que resolveremos dirigiéndonos hacia el proceso de producción del plusvalor. Ese será el tema de nuestras próximas entregas.