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Mientras tanto, se constituyó en Neuquén el espacio Carta Abierta a nivel local, motorizado por eduardo Masés y Beatriz Gentile, docentes de la UNCo, ésta última funcionaria de la secretaría de DDHH del gobierno nacional, junto con Humberto Zambón y Osvaldo Pellín, miembros del PS neuquino, alineados con el kirchnerismo, entre otros.
El documento fundacional de Carta Abierta Neuquén propone crear "un espacio de reflexión y debate" para "avanzar en un camino de recuperación y profundización de nuestra vida democrática como en el reconocimiento de una necesaria distribución de la riqueza".
Para encarar estos temas, parten de señalar que: "En estos más de 140 días se ha puesto de manifiesto la existencia de visiones y modelos de país antagónicos que lejos de plantearse sólo como un debate de ideas, ha tensionado y puesto en discusión principios fundamentales de la república y del estado de Derecho".
En primer lugar, debemos señalar que presentar el conflicto entre el gobierno y la patronal agraria como un enfrentamiento entre dos "modelos de país antagónicos" es (por decir lo menos) demasiado generoso con el kirchnerismo, que con su esquema de dólar alto y bajos salarios, favoreció tanto el negocio sojero y la concentración de la tierra como las ganancias de los sectores industriales, manteniendo a su vez la ley videlista que rige el trabajo de los peones rurales. Fue el "modelo de país" del kirchnerismo, en sus lineamientos económicos fundamentales, el que preparó las condiciones para el enriquecimiento y la prepotencia de las patronales del campo. La famosa "redistribución" de la que habla el gobierno nada tiene que envidiar a la codicia sojera: el superávit fiscal se utiliza para mantener el precio del dólar y de los bonos de la deuda por los que el Estado paga altísimas tasas de interés y para subsidiar a la UIA, a las transportistas, etc., entre otras curiosas políticas "redistribucionistas".
Los inicios de la crisis económica internacional empezaron a golpear este esquema y a generar una disputa por el reparto de la renta extraordinaria entre la patronal agraria y el gobierno alineado con la burguesía de la industria y los servicios privatizados. Este es el único antagonismo del que se puede hablar, el de dos sectores patronales en pugna.
Por eso, disfrazar la puja entre dos bandos capitalistas por el reparto de la renta como una lucha entre los que quieren ganar más y los que quieren redistribuir, como hacen los intelectuales de Carta Abierta Neuquén es una manera poco elegante de disfrazar una clara toma de posición a favor del gobierno y sus patronales amigas.
En este sentido, y en la misma sintonía con las denuncias contra el "clima destituyente" que viene realizando el espacio a nivel nacional, los integrantes neuquinos de Carta Abierta toman posición contra "la derecha de mercado que hoy expresada tras la máscaras de las entidades del campo y la de sus aliados circunstanciales, no está dispuesta a resignar su rol de privilegio".
El lock out agrario es de por sí una medida reaccionaria, tanto por sus objetivos (hacer que los exportadores no paguen retenciones), como por el método antipopular del desabastecimiento. Sin embargo, y a contramano de las denuncias sobre el supuesto "clima destituyente", la derecha sojera no definió con la acción directa la pulseada con el gobierno, sino que dejó a ésta en segundo plano y se valió del lobby y el tejido de alianzas al interior del mecanismo parlamentario para torcerle el brazo al kirchnerismo. Es decir, triunfó sobre el gobierno no "contra" la democracia sino utilizando los mecanismos "democráticos" del "Estado de derecho", aprovechando en su favor el intento del gobierno de darle una "salida institucional" al conflicto. El rol reaccionario que ha jugado el Congreso, muestra que la única forma de ampliar los derechos democráticos de las mayorías populares no es reclamando "más democracia" al Estado y sus instituciones sino estructurando una postura de los trabajadores y el pueblo independiente de cualquier sector patronal.
"En este sentido –prosigue la carta- afirmamos nuestro apoyo a las políticas públicas que expresen de manera efectiva, una mayor y mejor redistribución de la riqueza que tienda a eliminar la exclusión social y deje expedito el camino hacia la participación e igualdad de oportunidades". El hecho de que estas supuestas políticas no se puedan nombrar concretamente ni en tiempo presente ¿no es una confesión de partes acerca de que tales políticas no existen? Aquí la carta muestra su lado más débil. Contra la "derecha de mercado", defiende una política de "redistribución" que a párrafo seguido no puede siquiera ser nombrada, mucho menos ejemplificada.
En este aspecto, la Carta Abierta neuquina está un poco por detrás de lo que se viene debatiendo en el mismo espacio a nivel nacional, donde cobra fuerza la idea de que la política social del gobierno "no ayuda a fortalecer las organizaciones sociales" (sic).
Luego de señalar la necesidad de similares políticas para el ámbito provincial, la carta concluye con la necesidad de "crear nuevos lenguajes, abrir los espacios de actuación y de interpelación para avanzar en la constitución de una nueva Argentina y de nuevos imaginarios sociales capaces de superar los viejos y fundacionales mitos identitarios".
¿No será mucho para un espacio que ni siquiera logra enumerar las políticas que dice apoyar?
Finalmente, posibilidades de intervención desde lo cultural e intelectual las hay, de la misma manera que existen formas de unir el quehacer cultural-intelectual a la realidad, pero no apoyando al gobierno, sino en un sentido contrario al esbozado por la Carta Abierta: junto a los trabajadores de la educación y la salud, los mapuches, las mujeres que defienden sus derechos, los estudiantes, los organismos de DDHH que luchan por el castigo a los genocidas en la región y los trabajadores de Zanon que enfrentan las amenazas de desalojo tanto como la política de Sapag de comprar los créditos más grandes y dejar que la fábrica vaya a remate.
La lucha por el castigo a los genocidas y la lucha de los trabajadores y trabajadoras de Zanon, ocuparán una parte central en la agenda política neuquina de los próximos meses.
Allí hacen falta también intelectuales y artistas que logren articular sus saberes específicos con los de los sectores combativos de la clase obrera.
Por eso, nuestra bandera es: Ni con el gobierno ni con "el campo", junto a los trabajadores.
Para poner de relieve la verdad histórica de sus luchas pasadas y redoblar esfuerzos para que triunfen en las del presente
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