martes, 31 de mayo de 2016
lunes, 30 de mayo de 2016
Francia 2016: apuntes de situación
El movimiento de lucha contra la reforma laboral en Francia, con la reciente manifestación del 26/05 en París y el endurecimiento de la huelga de las refinerías, ofrece algunas aristas para el análisis de ciertos problemas teórico-políticos de gran importancia para el marxismo, que demuestran de paso su actualidad.
Señalaremos algunas de estas cuestiones, agradeciendo especialmente al compañero Damien Bernard de Rèvolution Permanente por sus aportes sobre la situación francesa y sus disyuntivas.
Señalaremos algunas de estas cuestiones, agradeciendo especialmente al compañero Damien Bernard de Rèvolution Permanente por sus aportes sobre la situación francesa y sus disyuntivas.
Los CRS no leen a Poulantzas
Venimos viviendo un cierto revival "poulantziano" animado por las experiencias de Syriza y PODEMOS. Partiendo de considerar superada toda posibilidad de "dualidad de poderes" (Trotsky), los enfoques tendientes a oponer una teoría "amplia" del Estado, caracterizada por la puesta en relieve de su base consensual y la posibilidad de una transición al socialismo sin ruptura revolucionaria han gozado de cierta fortuna durante los últimos años, como alternativa a una teoría supuestamente "restricta" del Estado entendido como órgano de opresión de una clase sobre otra (Lenin).
El cuerpo especial de represión de la policía francesa ha liquidado en el transcurso de unos pocos meses la supremacía de estos enfoques, por lo menos en su versión más naive.
Lógicamente, esto no quiere decir que el Estado francés no se base en mecanismos de "consenso" y solamente se sostenga por la represión. Precisamente su política se dirige hacia el objetivo de terminar de liquidar uno de sus aspectos "consensuales": lo que queda de las conquistas del llamado "Estado social".
Tampoco se puede negar la fuerza ideológica del "republicanismo", sentido común promovido desde el Estado a fin de identificar democracia y orden. Destaquemos de paso que el accionar de Hollande y Valls está generando una deslegitimación a nivel de masas de esta gran idea-fuerza del régimen burgués.
Asimismo, la política "anti-terrorista" y guerrerista de Hollande ya venía ensayando, con la implementación del Estado de emergencia, la construcción de una suerte de "consenso coercitivo" para salir por arriba, con más bonapartismo, del laberinto creado por las encerronas del capitalismo francés.
La política de represión sistemática hacia las manifestaciones contra su reforma laboral reaccionaria, intensificada a partir de que el gobierno percibió que sería imposible imponerla de otro modo, es una buena demostración de cómo en los momentos "directamente decisivos" (es decir aquellos en los que la única opción que queda es la fuerza), el Estado "ampliado" se vuelve "restricto", transformando esta característica en predominante.
Esto demuestra por otra parte, el error de aquellos que interpretan la teoría gramsciana del Estado integral como "más consenso que represión", pero esa es otra historia...
Estudiantes y obreros
Francia ha sido durante varias décadas uno de los "centros de gravedad" de la "muerte del sujeto". Ya en 1974 decía Jacques Rancière que las Universidades francesas estaban pobladas de legiones de académicos y estudiantes discutiendo con qué salsa se comerían al sujeto, a contramano de los obreros de la LIPP, que retomaban la palabra y la acción en defensa de sus derechos, construyendo su propia subjetividad sin preguntar a los filósofos si podían hacerlo.
En este contexto, la idea de una centralidad de la clase trabajadora en la lucha contra el capitalismo fue reemplazada, en el mejor de los casos, por las sumatorias de movimientos sociales con reclamos específicos, dígase o no, como base para una socialdemocracia de izquierda, que nunca se concretó. Con un curso creciente hacia la derecha del viejo PS y la socialdemocratización del viejo PC, quedaron los movimientos sociales como expresión de lucha constante y de impotencia estratégica simultáneamente.
En este marco, cobraron peso tanto las propuestas de formaciones de "izquierda amplia", esencialmente electorales, tanto como aquellas autonomistas o neutopistas, basadas en acciones de pequeños grupos muy combativos pero desconectados de la clase obrera.
El actual proceso de lucha, plantea la simultaneidad y confluencia de la lucha de los estudiantes con la de los obreros, mostrando en pequeña escala todavía lo que potencialmente es una alianza revolucionaria que puede estremecer a la sociedad francesa, como ya lo hizo en el pasado.
A su vez, demuestra el valor que tuvieron experiencias como las de Goodyear, Continental o Phillips-Dreux, en los años anteriores, que fueron el emblema de la resistencia obrera ante los despidos y cierres de fábricas, en momentos en que las grandes mayorías estaban sumidas en la pasividad.
Huelga General y Huelga Metropolitana
En ¿Adónde va Francia?, tanto como en su Diario del Exilio, Trotsky señalaba la centralidad de los sindicatos en tanto organizaciones de masas del proletariado francés, como su carácter de peso muerto, por la política de las conducciones burocráticas.
La situación aún no es tan dramática como la de los años '30. Sin embargo, los sindicatos han mostrado ciertas líneas de acción comunes con el conservadurismo criticado por Trotsky. Frente al rol abiertamente pro-patronal de la CFDT, la CGT se ha cuidado de salir con medidas muy radicalizadas, dejando durante todo el primer período de la lucha contra la reforma laboral que los estudiantes fueran al frente del proceso.
Obligada por la dureza del gobierno, que sancionó la ley por decreto y cuya política ataca directamente el rol de la CGT como central sindical, al promover las negociaciones por empresa y la atomización gremial, la conducción de Phillipe Martínez se puso al frente del reclamo, pero con sus propios métodos: sin un plan de acción consecuente y sin organización desde las bases.
Una vez más, como en otros momentos de la historia de Francia, se presentan los elementos de la huelga, las manifestaciones de masas en las grandes ciudades y la confluencia obrero-estudiantil, a la que ya nos referimos, junto con el fenómeno de Nuit Debout, que expresa un cuestionamiento también ideológico. Está planteada, con toda claridad, una huelga general indefinida para derrotar el ataque del gobierno.
Trotsky señalaba también en ¿Adónde va Francia? que la huelga general plantea el problema del poder, pero no lo resuelve. Otra forma de verlo es invertir la frase: no resuelve el problema, pero lo plantea. Martínez lo sabe y no quiere llegar tan lejos.
Pero más allá de la relación de fuerzas inmediata, la forma que asume el movimiento resulta importante para pensar las "hipótesis estratégicas" de la revolución en Francia.
Por el peso de los centros urbanos, la extensión nacional de la clase obrera, la tendencia a la confluencia de estudiantes y obreros en los momentos de ascenso y el peso de los sindicatos, La Huelga General parece ser la vía privilegiada de un futuro proceso revolucionario en Francia.
Pero para esto, hay que pensarla como algo que vaya mucho más allá de un paro nacional de los sindicatos. Pensar la huelga general como hipótesis revolucionaria requiere acompañar esta gran acción de masas de algunos otros elementos: la auto-organización desde las bases en comités de huelga y asambleas inter-profesionales (que en este proceso no han logrado un desarrollo significativo todavía), su carácter de "huelga metropolitana" no sólo sindical sino también social, uniendo trabajadores sindicalizados, trabajadores inmigrantes y precarios y jóvenes de las grandes barriadas populares (banlieues), agrupados en organizaciones de base que unan la fábrica y el barrio y una política "hegemónica" que incorpore los reclamos de sectores medios arruinados como los taxistas y los pequeños agricultores.
Perspectivas de más bonapartismo y lucha de clases
Pero para esto, hay que pensarla como algo que vaya mucho más allá de un paro nacional de los sindicatos. Pensar la huelga general como hipótesis revolucionaria requiere acompañar esta gran acción de masas de algunos otros elementos: la auto-organización desde las bases en comités de huelga y asambleas inter-profesionales (que en este proceso no han logrado un desarrollo significativo todavía), su carácter de "huelga metropolitana" no sólo sindical sino también social, uniendo trabajadores sindicalizados, trabajadores inmigrantes y precarios y jóvenes de las grandes barriadas populares (banlieues), agrupados en organizaciones de base que unan la fábrica y el barrio y una política "hegemónica" que incorpore los reclamos de sectores medios arruinados como los taxistas y los pequeños agricultores.
Perspectivas de más bonapartismo y lucha de clases
Hollande termina su mandato y su partido tiene todas las de perder en las elecciones de 2017. Esto explica en parte del carácter de "Todo o Nada" que le está imprimiendo a su política para imponer la reforma laboral reaccionaria. Busca dejar conquistado este "mojón" para que la burguesía pueda seguir avanzando, con el gobierno que fuera, en el camino de liquidar los derechos obreros y apuntalar la competitividad del capitalismo francés. De acá al 2017 falta un siglo en términos de lucha de clases, pero sí podemos afirmar hoy que la perspectiva de más bonapartismo, es decir de un refuerzo del autoritarismo estatal como administrador interesado del choque entre las clases, estará a la orden del día en el futuro cercano y posiblemente empiece a ser un dato permanente de la política de la Francia burguesa.
Esto indica que la batalla en curso, que no es la primera, no será la última.
domingo, 22 de mayo de 2016
Vigencia de Gramsci (a propósito de Gramsci conteso de Guido Liguori)
Gramsci conteso. Interpretazioni, dibattiti e
polemiche 1922-2012. Nuova edizione riveduta e ampliata, (Editori Riuniti-university press, Roma, 2012, 472 pgs.) es un gran libro de Guido Liguori, acerca de las distintas interpretaciones realizadas en Italia sobre la obra y el pensamiento del comunista sardo, desde sus contemporáneos hasta la actualidad, ampliando la primera edición de este libro, realizada en 1996.
En razón del amplio período de tiempo abarcado por el autor, sería imposible realizar una reseña completa y detallada de todos los debates a los que hace referencia.
Pero debemos decir que el libro cumple cabalmente el objetivo de presentar un Gramsci disputado por distintas tendencias a lo largo de los años, tanto como una historia y estado de la cuestión del desarrollo de los estudios gramscianos.
Estructurando su abordaje a través de dos interpretaciones que se enfrentan a lo largo de todo el debate intelectual italiano, a saber, la liberal-democrática y la comunista, Liguori plantea una serie de coordenadas muy importantes para comprender los múltiples "usos" que se realizaran de Gramsci, tanto como las distintas idas y vueltas del propio Partido Comunista italiano en este aspecto.
A lo largo de sus páginas, podremos ver los diversos retratos de un Gramsci ordinovista y sovietista, otro jefe del partido y de la clase obrera, un Gramsci gran intelectual patrimonio de todos los italianos, otro traductor del leninismo al suelo patrio y antecedente de la vía italiana al socialismo, un Gramsci en oposición y/o cercanía con el estructuralismo del Althusser de la época cientificista, un Gramsci teórico del Estado ampliado, la hegemonía y el pluralismo en los años del "compromiso histórico", un Gramsci teórico de la crisis del Estado nación en los años de la globalización, un Gramsci liberal-democrático o socialdemócrata, uno partidario de la metapolítica, otro de los estudios culturales, otro de los estudios subalternos. Un Gramsci teórico de la revolución pasiva, otro de la revolución activa; entre otros.
El libro señala asimismo cómo fue dándose el trabajo de publicación de su obra, siendo de particular interés la cuestión de cómo se fue creando entre los propios intelectuales comunistas la idea de que era necesaria una edición crítica que superara las limitaciones de la edición en libros temáticos, dando lugar a la edición crítica curada por Valentino Gerratana, publicada en 1975, la posterior puesta en marcha de la edición nacional de los escritos de Gramsci y la elaboración de la edición "Francioni" que está en preparación, que incluye los Cuadernos de traducciones (1929-1932) publicados en 2007 y ciertas modificaciones respecto de la edición realizada por Gerratana.
Intentaremos en estas líneas, además de recomendar la lectura de este excelente libro, plantear algunas cuestiones sobre las que invita a reflexionar.
Sobrevive y serás un clásico
Más allá de estar de acuerdo o no con las principales elaboraciones de Gramsci, nadie puede desconocer que ha sobrevivido durante largas décadas hasta el día de hoy, no sólo a sus múltiples usos (y abusos) sino a la propia caída del "socialismo real", el hundimiento del propio PCI y la crisis del movimiento obrero tradicional. Esto quizás no se expresa tanto en la continua recreación de la utilización de algunas de sus categorías, muy productivas para pensar problemas políticos varios (a lo que nos referiremos más abajo) sino y sobre todo en que sigue siendo un autor a estudiar y profundizar el conocimiento de su obra.
Esta permanencia de Gramsci lo constituye como un clásico del marxismo y su explicación posiblemente radique en algunas cuestiones como:
-La amplitud de temas sobre los que reflexiona desde los temas más propios del marxismo clásico hasta otros como los intelectuales, la literatura, la cultura popular y el folklore, el lenguaje, la escuela, etc. A esta amplitud se suma que los temas son tratados con gran agudeza, por lo cual sus observaciones siempre sirven para pensar.
-El tratamiento de la problemática filosófica del marxismo en términos críticos respecto tanto del llamado marxismo soviético como de las corrientes idealistas, lo cual le permite adelantarse a divisiones propias del marxismo filosófico de los años de la segunda posguerra como las de hegelianos y antihegelianos, humanistas y antihumanistas, subjetivistas y estructuralistas, entre otras. Frente a todas estas tendencias que fueron unilaterales, la lectura de Gramsci, que reivindica la filosofía de la praxis como una tendencia independiente de todas las corrientes burguesas, pero obligada a un trabajo de "traducción" de lo más avanzado de aquellas (criterio que guía sus polémicas contra Croce). Esta reivindicación de una "ortodoxia" que reside en la combinación del carácter autosuficiente en sus fundamentos y abierto en su actitud polémica del marxismo le ha permitido establecer una posición original en el problema filosófico, que logró superar el paso del tiempo.
-Reflexiona sobre problemas de estrategia y teoría política tales como los de las relaciones entre guerra de movimiento y de posición, revolución permanente y hegemonía, Estado integral, sindicatos y partidos como órganos de policía, relación entre coerción y consenso para establecer la dominación burguesa, crisis orgánica y revolución pasiva sobre los que forzosamente debe preguntarse toda organización política, movimiento social, obrero o popular que se proponga algún tipo de enfrentamiento serio con el orden capitalista y su Estado. Aquí la productividad de categorías como las de crisis orgánica, revolución pasiva y hegemonía resultan centrales para comprender los modos en que entra en crisis la autoridad estatal, aquellos mediante los que busca recomponerse y las problemas que debe afrontar la clase trabajadora si quiere superar un estadío de lucha parcial y adquirir una ubicación política.
Hegemonía, reforma y revolución
Si bien el libro tiene el objetivo de ofrecer un compendio de los principales debates sobre Gramsci sin dar un lugar excesivo a las opiniones del autor, que introduce algunos comentarios críticos respecto de distintas lecturas pero con muchísima sobriedad, hay dos ideas importantes que hacen a la propia lectura que Liguori realiza de Gramsci, que son para destacar.
Una es la idea de que la teoría de la hegemonía presupone la existencia de clases sociales. Esto puede parecer una obviedad desde el punto de vista del marxismo, pero la amplia difusión de la concepción de Laclau, que se basa precisamente en asimilar todo punto de vista de clase con un esencialismo y la hegemonía como su superación, la hace muy pertinente. El desconocimiento de los intereses de clase, que remiten a la estructura social capitalista, trae aparejada la división de las clases subalternas en distintos movimientos organizados alrededor de issues (es decir temas, cuestiones o problemas) referidos a reclamos puntuales y/o sectoriales, es decir que no sobrepasan el horizonte del capitalismo. En este sentido y contra los ríos de tinta que se han escrito al respecto, la hegemonía es inseperable del horizonte de lucha anticapitalista.
En segundo lugar, frente a aquellos que buscan presentar a un Gramsci que se separó del bolchevismo y el comunismo y se allanó a las mieles de la democracia liberal, para Liguori el comunista sardo construye en los Cuadernos de la cárcel una concepción que supera la oposición entre la lucha por reformas y la lucha por la revolución, caracterizada por una prefiguración "procesual" de la revolución, en términos similares a los planteados por Carlos Nelson Coutinho en Marxismo y política. La dualidad de poderes y otros ensayos.
La cuestión de la teoría de la revolución presente en los Cuadernos de la cárcel, no resulta para nada sencilla. Algo hemos escrito en los artículos Hegemonía y revolución permanente y Gramsci: tres momentos de la hegemonía.
Pero la formulación que realiza Liguori resulta asimilable a las estrategias desarrolladas por Togliatti -muy respetado por el autor- durante la segunda posguerra y al eurocomunismo de Berlinguer, sin establecer los nexos posibles entre estas y la posterior disolución y transformación del PCI en PDS.
En este sentido, si bien en líneas generales resulta correcta la idea de que Gramsci plantea una concepción de la revolución como proceso de largo aliento o de más largo aliento que en la concepción de Lenin y Trotsky -para ellos también se trataba de un proceso y no de una mera explosión a la manera de un acontecimiento-, el análisis por Gramsci de los problemas político-militares de la revolución excede la imagen que opone "proceso" y "explosión" de modo rígido.
Gramsci para todos
Por último, resulta muy destacable la idea defendida por el autor de que el creciente desarrollo de estudios filológicos cada vez más detallados, precisos y hasta perfeccionistas es absolutamente necesaria pero no debe transformarse en una barrera para el lector no iniciado.
El conocimiento de las ediciones críticas, así como de los estudios gramscianos resulta clave para quienes busquen indagar de modo preciso en su pensamiento, pero no debería transformarse en un fin en sí mismo, como si se tratara de un pensador cualquiera, por lo que su "uso" para pensar las condiciones actuales de lucha contra el capitalismo resulta indispensable.
En este sentido, frente a ciertas posiciones "aristocráticas" que buscarían igualar a Gramsci con Bruno, Plotino o Vico, cabe la respuesta de Fabio Frosini, citada por Liguori: "Gramsci no es Plotino, ni jamás lo será, mientras el mundo esté marcado por desequilibrios, injusticias y conflictos".
sábado, 21 de mayo de 2016
martes, 17 de mayo de 2016
Dossier: Hegemonía
A pedido de los lectores y las lectoras, continuando con la seguidilla de dossiers de los galos de Asterix, ofrecemos en esta oportunidad uno sobre la cuestión de la hegemonía, con varios artículos, escritos junto con Fernando Rosso o a título personal, que abordan el tema desde distintos ángulos, como las relaciones entre hegemonía y determinación de clase, la cuestión del estado, la política nacional y el internacionalismo, los gobiernos "populistas" en América Latina, las relaciones entre hegemonía y revolución permanente, los problemas de la estrategia marxista y la construcción del socialismo.
Pasen y vean.
La hegemonía débil del "populismo"
Hegemonía y Revolución Permanente
Gramsci: tres momentos de la hegemonía
viernes, 6 de mayo de 2016
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