Leyendo este post de mi amigo Fernando Rosso, verdaderamente se me pianta un lagrimón.
Sintetiza bien la deriva de los que pasaron de reflexionar sobre los "restos pampeanos" y las potencialidades de la ensayística a sumarse a un orden académico en el que no existe la voluntad suficiente ni siquiera para morirse de aburrimiento.
No me imagino a J. W. Cooke viendo cómo cumplir con tales o cuales plazos para que no le saquen la beca....
¿Y quién hubiera dicho que al final iba a ser un mérito cultivar (o padecer de) un radical antiacademicismo?
¿Y quién hubiera dicho que al final iba a ser un mérito cultivar (o padecer de) un radical antiacademicismo?
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