El triunfo de Syriza, la conformación del nuevo gobierno, las primeras medidas anunciadas por Tsipras y sobre todo las especulaciones sobre cómo se van a llevar adelante las negociaciones sobre la deuda, vienen ocupando gran parte de los análisis internacionales, tanto en La Izquierda Diario, como en los medios tradicionales.
Más allá de la valoración que se pueda hacer de la trayectoria de Syriza, es indudable que su ascenso al gobierno es un hecho novedoso, cuyas consecuencias de fondo no podemos conocer en lo inmediato, sino, por lo menos, en un mediano plazo.
Intentaremos apuntar algunos elementos para pensar al respecto.
-En esta nota de Josefina Martínez, en la que analiza la política de alianzas de Tsipras para formar gobierno, se cita este artículo de Stathis Kouvelakis (miembro del ala izquierda de Syriza, diferenciado de Tsipras), quien decía que la integración de los Griegos Independientes al gobierno iba a marcar el fin simbólico de la idea de un gobierno de la izquierda antiausteridad (fue escrita antes de que se haga púbico el acuerdo). Efectivamente, si tuviéramos que caracterizar con algún nombre el gobierno de Tsipras, tendríamos que decir que parece ser una variante de un gobierno de "unidad nacional" (ellos dicen de "salvación social", que por otro lado no es tan distinto....)
No digo esto porque ANEL (Griegos Independientes) sea un partido extremadamente representativo, ni porque la burguesía cierre filas de manera unificada con Syriza (de hecho cayó la bolsa) sino porque teniendo en cuenta que se hundió el PASOK y que las demás fuerzas no se podrían integrar al nuevo gobierno por diversos motivos, el gobierno de Syriza en acuerdo con ANEL es lo más parecido a un gobierno de "unidad nacional" que se puede conseguir en Grecia en la situación actual. Con gobierno de "unidad nacional" me refiero a un acuerdo de dos o más partidos para evitar una situación de colapso. Acá la situación de colapso viene de antes y las expectativas son muy altas, por lo que el gobierno puede seguir siendo visto como algo "nuevo", por más que Tsipras haya incluido a este sector nacionalista de derecha. En resumen, con sus peculiaridades, el nuevo gobierno es más de "unidad nacional" por la alianza que expresa, aunque la política hacia las masas sea de "salvación social". Queda para analizar de acá en adelante la cuestión señalada en su momento por Gramsci, acerca de que todo gobierno de coalición tiene un componente de cesarismo, que puede desarrollarse o no (ver Cuaderno 13 § 27), lo cual en última instancia depende de cómo responda Tsipras a los tres frentes que se le abren: las masas, la troika y su política de alianzas.
-Además del pragmatismo intrínseco a la política burguesa, presente en la alianza para conformar el gobierno, creo que esta política tiene una inspiración claramente "togliattiana", pero en condiciones diferentes a aquellas en las que el "stalinista educado" dirigente del viejo PCI de la segunda posguerra desarrollara su política de alianzas. No obstante su discurso más lavado y moderado, Tsipras se reivindica de la izquierda de "Togliatti, Berlinguer y Gramsci"(sic), donde los dos primeros apellidos encajan mejor con la realpolitik de Tsipras que el último. Togliatti en su momento buscaba la "unidad de todos los antifascistas" o fórmulas por el estilo. Tsipras busca la "unidad contra el ajuste" más allá de las diferencias de fondo. La otra fórmula togliattiana que podríamos recordar es la de "limitación de daños", que se parece mucho a la elección del "mal menor". Y precisamente fue el tercero de la lista de Tsipras, es decir, Gramsci, quien hiciera una crítica bastante aguda de la política de elegir los "males menores":
"Hay siempre un mal menor respecto de aquel predecentemente menor y frente a un peligro mayor respecto de aquel precedentemente mayor. Cada mal mayor deviene menor frente a otro mayor y así al infinito. No se trata por tanto de otra cosa que de la forma que asume el proceso de adaptación a un movimiento regresivo, cuyo desarrollo es conducido por una fuerza eficiente, mientras la fuerza antitética está decidida a capitular progresivamente, en pequeñas etapas, y no de un sólo golpe, lo que llevaría, por el efecto psicológico condensado, a hacer nacer una fuerza competidora activa o a reforzar la ya existente" (C9 §7).
Una vez más el "togliattismo" se muestra como una mala versión "realista" de la teoría política gramsciana.
De todos modos, esto no quiere decir que las masas obreras y populares griegas vean lo que hace Tsipras y digan "ah, ¡qué togliattiano de derecha!". Por el contrario, es posible que el gobierno gane mucha popularidad con las medidas que está anunciando a partir de que se constituya el nuevo parlamento, como la suba del salario mínimo y el restablecimiento de las negociaciones con los sindicatos o la reconexión de la luz a todos los que habían sido desconectados. Los trabajadores y el pueblo de Grecia tienen que ir haciendo su propia experiencia, sin dudas con la colaboración de los sectores que se reivindican clasistas y revolucionarios.
-Por último, la cuestión político-estratégica y teórica. En noviembre del año pasado tuvimos la posibilidad de escuchar a Stathis Kouvelakis (citado más arriba) a propósito de las perspectivas de la izquierda "anticapitalista" europea en una charla realizada en el marco de la onceava Conferencia anual de Historical Materialism. Sobre ese debate, planteamos algunos cuestiones en La Izquierda Diario e Ideas de Izquierda.
Nos quedó en el tintero una cuestión planteada por Kouvelakis, que por razones de espacio y porque él mismo no lo desarrollara en su exposición: la hipótesis estratégica de Gobierno Obrero de la Tercera Internacional, como marco de referencia para intervenir en un gobierno de Syriza.
Más allá de si la forma en que Kouvelakis utiliza esta comparación es oportunista o no (suena parecido a lo que decía Daniel Bensaïd en su conocido texto sobre el retorno de la cuestión político-estratégica), creo que la diferencia principal es de las situaciones históricas concretas.
La idea del Gobierno Obrero fue pensada por la Tercera Internacional como continuidad de la táctica del Frente Unico obrero, para plantear la posibilidad de un gobierno de coalición entre el PC y la izquierda socialdemócrata, desde el cual promover la acción revolucionaria de la clase obrera hasta llegar a la instancia de toma del poder a escala nacional, en especial en Alemania, aunque podía ser aplicable a otros países de Europa Occidental.
Las condiciones de retroceso del ascenso de lucha de clases 1917/21 obligaban a políticas de Frente Unico. El crecimiento del Partido Comunista y la continuidad de una poderosa clase obrera organizada en sindicatos y dirigida por un reformismo obrero (la socialdemocracia) en condiciones de crisis, permitían pensar la táctica de Gobierno Obrero como una pieza fundamental de una estrategia revolucionaria (para más información, ver acá y acá).
En las condiciones actuales, en que la clase obrera tiene más peso social pero menos organización política independiente, es muy poco probable que desde la participación en una experiencia gubernamental de izquierda reformista puedan crearse condiciones para desarrollar la movilización revolucionaria de la clase trabajadora y los sectores populares.
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En este artículo, habíamos planteado con Fernando Rosso, que si bien en la actualidad no existe un "bloqueo" de la revolución permanente como el de la segunda posguerra (revoluciones en la periferia, crecimiento económico en las metrópolis, PCI y PCF en Italia y Francia y orden mundial pactado entre E.E.U.U. y la U.R.S.S.), el límite se da por la falta de radicalización y porque la clase trabajadora actúa diluída en movimientos "populares", "sociales" o "democráticos". Creo que esto se expresa a su vez en las experiencias de Syriza y PODEMOS, a través de un mecanismo que podríamos denominar "la transformación de luchas democráticas en ciudadanas". Desde este punto de vista la dinámica de la situación podría considerarse como "pre-estratégica" o "pre-permanentista".
En este contexto, podríamos pensar que la conquista de la independencia política de la clase obrera, debería ser una tarea de primer orden para las organizaciones revolucionarias de Grecia, como lo es en la Argentina.