Este post generó algunos debates con los amigos, a propósito de su "catastrofismo". Pero como después de varios años de contrapuntos, los galos de Asterix llegamos a un "compromiso histórico" con El Violento Oficio de la Crítica, en el cual Fernando reconoció que hubo recomposición del régimen durante los años del kichnerismo y yo a su vez reconocí que no era para tanto, por lo cual el post tenía un cierto carácter de "armisticio" entre fuegos amigos, creo que deberíamos profundizar un poco en algunas cuestiones que están planteadas ahí y sus implicancias estratégicas, más allá del análisis de coyuntura (o del análisis de coyuntura que pretende ser "estructural" pero no lo es).
Repensando el problema de la crisis orgánica, la famosa "restricción externa", que reaparece cada tanto en la historia económica argentina, es expresión a su vez del estatuto semicolonial del país, como de las contradicciones de la acumulación de capital en la Argentina. En este sentido, si bien la declinación del "modelo de crecimiento con inclusión social" viene siendo administrada con un relativo éxito inmediato por el gobierno, el problema se resuelve con un ajuste a fondo o con un nuevo ciclo de endeudamiento. Desde el punto de vista económico, el "modelo" está posponiendo la llegada al punto de las "alternativas catastróficas", pero hoy es uno de los momentos, con excepción quizás del 2003/2004, en que está todo más atado con alambre, dentro de lo que viene siendo el ciclo kirchnerista.
Además del rol de la burocracia sindical, que es una garantía de estabilidad porque no agita ni media, el gobierno viene logrando administrar su propia conversión de coalición de centroizquierda a coalición de centroderecha (como dice Fer "The Macri Moment, pero The Scioli Situation"), basado en la debilidad de la oposición burguesa (incluido Massa que si sigue así va a ser un nuevo Cobos, en cuanto a cómo se quemó el vice mucho antes de llegar al 2011, después de ser "esperanza blanca" por unos meses). La implementación del mecanismo de las PASO (lo más parecido a la tan soñada "modernización republicana" del peronismo), permite sacarle dramatismo a la sucesión (y tragar los sapos que sean necesarios para esa especie de Dalai Lama del tragado de sapos que es el progresismo K). Desde el ángulo de la política, hay por lo menos una posible salida para el oficialismo.
Entonces, a la pregunta de si hay nuevamente crisis orgánica, podemos decir que todavía no, aunque maduran elementos en ese sentido.
No obstante esto, sería interesante retomar el uso de tal categoría en relación con la resolución de la relación histórica de cada clase o sector social con su representación política. En criollo: la crisis orgánica del 2001 liquidó el partido radical como representación de las capas medias, pero el peronismo no se liquida por una crisis orgánica, porque su "sistema de trincheras" puede resistir las "incursiones catastróficas" de la crisis económica o de la crisis de la autoridad estatal, si no hay radicalización de la clase obrera, contra la que trabaja todos los días desde el control estatal de los grandes sindicatos.
Entonces, crisis orgánica, que se vuelve una categoría recurrente en la historia argentina (al punto de que se podría aplicar a casi todos los "fines de ciclo"), no significa ruptura generalizada de la clase obrera con el peronismo, que es un proceso que va adquirir ribetes más claros de enfrentamiento entre revolución y contra-revolución.
Esto último (vale decir "enfrentamientos entre revolución y contra-revolución") no implica, sin embargo, que esos enfrentamientos se den en un solo acto. Si se puede decir que la burocracia sindical es "sociedad civil" cuando cumple un rol "reformista" y "estado" cuando se suma al aparato represivo, podemos pensar que el peronismo (más allá de la actual preeminencia de candidatos descafeinados, vegetarianos, con estusiasmo y optimismo) es una suerte de Freikorps sin uniforme, dispuesta estratégicamente para emprender lo que en apariencia es una "guerra de posición" pero de hecho es una "guerra de aniquilamiento" contra los batallones combativos del movimiento obrero y la izquierda revolucionaria. Y en ese plano estratégico, el "promedio histórico" del peronismo, deja su lugar a la derecha más rancia.
En este contexto, los frentes únicos que se van construyendo en la izquierda y los sectores combativos (como el FIT desde el punto de vista político-electoral y el Encuentro Sindical Combativo de Atlanta, desde el punto de vista sindical), deben ser vistos desde el ángulo de forjar las fuerzas combativas del movimiento obrero, de cara a lo que se viene.
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