(En la foto: Daniel Cowart -20- con un fusil M50. Detenido en Octubre pasado bajo el cargo de planificar un atentado contra Barack Obama).
La crisis económica esta arrojando como resultado una escalada de violencia ultra derechista en los EE.UU. El asesinato de un guardia de seguridad negro a las puertas del Museo del Holocausto en Washington fue el último de una serie de ataques perpetrados contra personas de color, clínicas de aborto, iglesias “gay friendly”, inmigrantes y fuerzas de seguridad entre otros.
Una mezcla de resentimiento por las condiciones de la crisis económica, el aumento de la desocupación, el racismo y el detonante que para estos grupos supremacistas significa la primera elección de un presidente negro en la historia de su país, son las condiciones básicas para que este fenómeno se desate. La situación deja incluso perplejas (y condicionadas por un reflejo aterrador) a las agencias de servicios de inteligencia norteamericanas. En diciembre del 2008, investigando el asesinato de un tal James Cummings en el estado de Maine (donde Stephen King, el maestro de la literatura del Horror situó todas sus novelas), encontraron en la casa del mismo y junto a una extensa “colección” de objetos nazi, un instructivo para armar una bomba “sucia” y la friolera de cuatro barriles completos almacenados con plutonio.
Inflamados por diversas teorías conspirativas, los ataques fundamentalistas aumentaron en el último año. Hace dos semanas, el doctor de una clínica que practica abortos legales en Kansas fue baleado en una iglesia por un activista antiabortivo. En abril, un hombre que luego declaro estar lleno de ira por la elección de Obama, mato a dos policías. En enero, el día después de la asunción del nuevo presidente, otro hombre mató a dos negros a quemarropa. Este último atentado fue precedido de otro similar en Tennessee, donde el perpetrador de otros dos asesinatos, nuevamente en una iglesia, dejó una nota donde condenaba la admisión de personas gay entre su congregación. Todas las redadas, investigaciones y detenidos arrojaron por resultado una inmensa cantidad de propaganda neonazi incautada y las computadoras personales de los perpetradores rebozando con contenidos ultra fascistas.[1]
Desde Waco y el atentado de Oklahoma[2] a manos de Timothy McVeigh en 1995, sumada al advenimiento de la era Bush y su agresiva política externa y los ataques a las libertades civiles luego de los atentados a las torres gemelas, estos grupos estaban contenidos, la ultraderecha radical parecía venir perdiendo protagonismo y “serenada”; pero lo cierto es que los casos arriba mencionados y muchos otros más dan cuenta de cómo este escenario está mutando de manera más acelerada que lo previsto por muchos analistas.
Políticos republicanos, como la congresista Michelle Bachman, más la incansable acción de medios como la FOX corporation news, (en EE.UU; en la TV y la radio) no hacen otra cosa que inflamar la situación. Bachman declaró que Obama estaría planeando instalar verdaderos campos de concentración para “rehabilitar políticamente” a los jóvenes norteamericanos, mientras que Bill O´Reilly, anfitrión de un programa de televisión nocturno que se emite diariamente por la mencionada cadena televisiva llamó “asesino de bebés” al medico masacrado en la clínica abortiva.
Este comentador es el responsable de fogonear la idea de los “campos de concentración” para republicanos, del “socialista y comunista” (¡?) Barack Obama, y sus “planes” para recortar los derechos de portación de armas, cosa que no se sostiene por prueba alguna. La sola mención de esta última posibilidad disparó una fiebre de ventas de municiones en todo el país, que obligó a la policía a racionar sus propios proyectiles. En boca de este señor; “si usted tiene algún miedo de que estemos marchando hacia un Estado totalitario, pues, ¡póngase en alerta! Algo está por pasar y no va a ser nada bueno…”[3]
En abril, un hombre en Pittsburg mato tres policías porque, según declaró, temió que vinieran a su hogar para cumplir los supuestos deseos de Obama de abolir la tenencia individual de armas.
A seis meses de asumir la nueva administración, y bajo el fuerte impacto de la crisis económica, la polarización social aflora a plena luz, con todos los elementos morbosos “a la americana”. La acción de estos grupos que “aletargaron” durante los últimos años, es coordinada y organizada a través del internet, y su estado celular las convierte en algo muy difícil de monitorear y controlar para el gobierno federal.
Las manifestaciones extremistas por parte de la cada vez más atomizada y golpeada clase media urbana norteamericana, de mayoría blanca (aunque en números demográficos en pleno retroceso) se expresa de a poco pero sostenidamente, de manera exacerbada, como ya lo supo hacer en el pasado.
Un ejemplo histórico que sirve para graficar el extremismo blanco en los EE.UU es el de la masacre de Tulsa, en pleno auge del Ku Klux Klan en 1921. En esta ciudad, la noche del 31 de mayo, más de 300 negros fueron masacrados. La ciudad vivía un auge petrolero, y los negros afluían a la ciudad en busca de trabajo. La comunidad afroamericana prosperaba, muchos orgullosos veteranos de la guerra eran sus principales figuras.
Esto disgustó a los blancos, que tras el pretexto de un supuesto “manoseo” en un ascensor por parte de un adolescente lustrabotas negro a una chica blanca, comenzaron a atacar el barrio negro de Greenwood. Eventualmente, los blancos, algunos de ellos pilotos de la reciente guerra en Europa, corrieron hasta el aeródromo más cercano y decidieron bombardear el sector entero. Construido casi enteramente de madera, el barrio entero ardió rodeado por hordas rampantes de racistas a lo largo de toda la noche. Los blancos que trataban de salvar a los negros del infierno de las llamas también eran asesinados. Nadie fue detenido por lo sucedido en Tulsa aquella noche y, pese a las numerosas peticiones, nunca se ha autorizado la búsqueda de las fosas comunes donde fueron arrojados los cientos de cadáveres. Recién para el año 1998 se autorizó la conformación de un organismo de investigación independiente. Solo sobreviven una decena de personas de muy avanzada edad.[4]
Frente a la realidad que imponen los renovados ataques reaccionarios en la actualidad, y a las atrocidades cometidas contra los desamparados a lo largo de la historia, los explotados y marginados de los Estados Unidos deben estar más alertas y precavidos que nunca.
La movilización de estos grupos racistas y antiobreros, debe hacer sonar la alarma para convocar a la unidad y a una movilización más activa por parte de los trabajadores. Si no se levantan frente al terrorismo de está minoría y sus acciones y no la acorralan con las armas infinitamente superiores que les da la unidad de sus filas y la movilización, entonces las bárbaras acciones de estos grupejos neonazis tienen más posibilidades de repercutir al interior del polarizado escenario político norteamericano.
Acciones ejemplificadoras por parte de los trabajadores, fortalecen a los desposeídos y los ayudan a inmunizarse contra estás falsas ideologías. Como lo fueron la toma de la fábrica de aberturas Republic Doors and Windows de Chicago, en diciembre del 2008, donde en una huelga activa sostenida por trabajadores latinos, (inmigrantes de países con más escuela “sindical”), junto con negros y blancos americanos, se logró romper con la histórica línea de “juntos, pero separados” que prima en las relaciones inter raciales en el movimiento obrero norteamericano.[5] O las tomas de las filiales de la fábrica Hart Schaffner y Marx, uno de los mayores (y últimos) fabricantes de trajes masculinos de los Estados Unidos, que el 11 de mayo votaron a mano alzada en asamblea a favor de ocupar la fábrica si los nuevos dueños trataban de cerrarla[6]. Otro ejemplo es el de los estudiantes que tomaron un importantísimo College (la New School for Social Research) en el centro de Nueva York, contra reformas liberales en la Educación, también en diciembre del año pasado. Esta institución, una universidad de estudios sociales muy reconocida, estuvo tomada bajo el lema “contra los capitalistas y sus guerras ‘¡ocupadlo todo!”[7].
Este tipo de acciones militantes, sumadas a una solidaridad activa para con los pueblos oprimidos por los propios imperialistas norteamericanos, marcan un camino alternativo a los fenómenos de descomposición social en curso.
Enfrentar con la unidad y la lucha en su propio terreno a aquellos que van sembrando el racismo y reclutan a la pauperizada clase media blanca para su política fascista, y que solo les presentan “historias de horror” a los trabajadores y explotados del sistema, se presentan como los pasos estratégicos a seguir para poder llevar adelante esta tarea pendiente.
Una mezcla de resentimiento por las condiciones de la crisis económica, el aumento de la desocupación, el racismo y el detonante que para estos grupos supremacistas significa la primera elección de un presidente negro en la historia de su país, son las condiciones básicas para que este fenómeno se desate. La situación deja incluso perplejas (y condicionadas por un reflejo aterrador) a las agencias de servicios de inteligencia norteamericanas. En diciembre del 2008, investigando el asesinato de un tal James Cummings en el estado de Maine (donde Stephen King, el maestro de la literatura del Horror situó todas sus novelas), encontraron en la casa del mismo y junto a una extensa “colección” de objetos nazi, un instructivo para armar una bomba “sucia” y la friolera de cuatro barriles completos almacenados con plutonio.
Inflamados por diversas teorías conspirativas, los ataques fundamentalistas aumentaron en el último año. Hace dos semanas, el doctor de una clínica que practica abortos legales en Kansas fue baleado en una iglesia por un activista antiabortivo. En abril, un hombre que luego declaro estar lleno de ira por la elección de Obama, mato a dos policías. En enero, el día después de la asunción del nuevo presidente, otro hombre mató a dos negros a quemarropa. Este último atentado fue precedido de otro similar en Tennessee, donde el perpetrador de otros dos asesinatos, nuevamente en una iglesia, dejó una nota donde condenaba la admisión de personas gay entre su congregación. Todas las redadas, investigaciones y detenidos arrojaron por resultado una inmensa cantidad de propaganda neonazi incautada y las computadoras personales de los perpetradores rebozando con contenidos ultra fascistas.[1]
Desde Waco y el atentado de Oklahoma[2] a manos de Timothy McVeigh en 1995, sumada al advenimiento de la era Bush y su agresiva política externa y los ataques a las libertades civiles luego de los atentados a las torres gemelas, estos grupos estaban contenidos, la ultraderecha radical parecía venir perdiendo protagonismo y “serenada”; pero lo cierto es que los casos arriba mencionados y muchos otros más dan cuenta de cómo este escenario está mutando de manera más acelerada que lo previsto por muchos analistas.
Políticos republicanos, como la congresista Michelle Bachman, más la incansable acción de medios como la FOX corporation news, (en EE.UU; en la TV y la radio) no hacen otra cosa que inflamar la situación. Bachman declaró que Obama estaría planeando instalar verdaderos campos de concentración para “rehabilitar políticamente” a los jóvenes norteamericanos, mientras que Bill O´Reilly, anfitrión de un programa de televisión nocturno que se emite diariamente por la mencionada cadena televisiva llamó “asesino de bebés” al medico masacrado en la clínica abortiva.
Este comentador es el responsable de fogonear la idea de los “campos de concentración” para republicanos, del “socialista y comunista” (¡?) Barack Obama, y sus “planes” para recortar los derechos de portación de armas, cosa que no se sostiene por prueba alguna. La sola mención de esta última posibilidad disparó una fiebre de ventas de municiones en todo el país, que obligó a la policía a racionar sus propios proyectiles. En boca de este señor; “si usted tiene algún miedo de que estemos marchando hacia un Estado totalitario, pues, ¡póngase en alerta! Algo está por pasar y no va a ser nada bueno…”[3]
En abril, un hombre en Pittsburg mato tres policías porque, según declaró, temió que vinieran a su hogar para cumplir los supuestos deseos de Obama de abolir la tenencia individual de armas.
A seis meses de asumir la nueva administración, y bajo el fuerte impacto de la crisis económica, la polarización social aflora a plena luz, con todos los elementos morbosos “a la americana”. La acción de estos grupos que “aletargaron” durante los últimos años, es coordinada y organizada a través del internet, y su estado celular las convierte en algo muy difícil de monitorear y controlar para el gobierno federal.
Las manifestaciones extremistas por parte de la cada vez más atomizada y golpeada clase media urbana norteamericana, de mayoría blanca (aunque en números demográficos en pleno retroceso) se expresa de a poco pero sostenidamente, de manera exacerbada, como ya lo supo hacer en el pasado.
Un ejemplo histórico que sirve para graficar el extremismo blanco en los EE.UU es el de la masacre de Tulsa, en pleno auge del Ku Klux Klan en 1921. En esta ciudad, la noche del 31 de mayo, más de 300 negros fueron masacrados. La ciudad vivía un auge petrolero, y los negros afluían a la ciudad en busca de trabajo. La comunidad afroamericana prosperaba, muchos orgullosos veteranos de la guerra eran sus principales figuras.
Esto disgustó a los blancos, que tras el pretexto de un supuesto “manoseo” en un ascensor por parte de un adolescente lustrabotas negro a una chica blanca, comenzaron a atacar el barrio negro de Greenwood. Eventualmente, los blancos, algunos de ellos pilotos de la reciente guerra en Europa, corrieron hasta el aeródromo más cercano y decidieron bombardear el sector entero. Construido casi enteramente de madera, el barrio entero ardió rodeado por hordas rampantes de racistas a lo largo de toda la noche. Los blancos que trataban de salvar a los negros del infierno de las llamas también eran asesinados. Nadie fue detenido por lo sucedido en Tulsa aquella noche y, pese a las numerosas peticiones, nunca se ha autorizado la búsqueda de las fosas comunes donde fueron arrojados los cientos de cadáveres. Recién para el año 1998 se autorizó la conformación de un organismo de investigación independiente. Solo sobreviven una decena de personas de muy avanzada edad.[4]
Frente a la realidad que imponen los renovados ataques reaccionarios en la actualidad, y a las atrocidades cometidas contra los desamparados a lo largo de la historia, los explotados y marginados de los Estados Unidos deben estar más alertas y precavidos que nunca.
La movilización de estos grupos racistas y antiobreros, debe hacer sonar la alarma para convocar a la unidad y a una movilización más activa por parte de los trabajadores. Si no se levantan frente al terrorismo de está minoría y sus acciones y no la acorralan con las armas infinitamente superiores que les da la unidad de sus filas y la movilización, entonces las bárbaras acciones de estos grupejos neonazis tienen más posibilidades de repercutir al interior del polarizado escenario político norteamericano.
Acciones ejemplificadoras por parte de los trabajadores, fortalecen a los desposeídos y los ayudan a inmunizarse contra estás falsas ideologías. Como lo fueron la toma de la fábrica de aberturas Republic Doors and Windows de Chicago, en diciembre del 2008, donde en una huelga activa sostenida por trabajadores latinos, (inmigrantes de países con más escuela “sindical”), junto con negros y blancos americanos, se logró romper con la histórica línea de “juntos, pero separados” que prima en las relaciones inter raciales en el movimiento obrero norteamericano.[5] O las tomas de las filiales de la fábrica Hart Schaffner y Marx, uno de los mayores (y últimos) fabricantes de trajes masculinos de los Estados Unidos, que el 11 de mayo votaron a mano alzada en asamblea a favor de ocupar la fábrica si los nuevos dueños trataban de cerrarla[6]. Otro ejemplo es el de los estudiantes que tomaron un importantísimo College (la New School for Social Research) en el centro de Nueva York, contra reformas liberales en la Educación, también en diciembre del año pasado. Esta institución, una universidad de estudios sociales muy reconocida, estuvo tomada bajo el lema “contra los capitalistas y sus guerras ‘¡ocupadlo todo!”[7].
Este tipo de acciones militantes, sumadas a una solidaridad activa para con los pueblos oprimidos por los propios imperialistas norteamericanos, marcan un camino alternativo a los fenómenos de descomposición social en curso.
Enfrentar con la unidad y la lucha en su propio terreno a aquellos que van sembrando el racismo y reclutan a la pauperizada clase media blanca para su política fascista, y que solo les presentan “historias de horror” a los trabajadores y explotados del sistema, se presentan como los pasos estratégicos a seguir para poder llevar adelante esta tarea pendiente.
Autor: Darío Martini.
NOTAS:
NOTAS:
[1] Artículo: Paul Harris; Far-right shootings raise fear of hate offensive in America, en http://www.guardian.co.uk/world/2009/jun/14/rightwing-extremists-racists-us
[2] En el episodio de 1993 de Waco en Texas, la secta apocalíptica “Davidianos del séptimo día", liderados por (alias) David Koresh, se auto confinaron en su propiedad fuertemente armados durante 51 días. El FBI ingresó violentamente el 19 de abril de 1993. El recinto fue consumido completamente por las llamas, murieron entre 72 y 86 hombres, mujeres y niños, incluyendo a Koresh. Timothy McVeigh, un veterano de la primera guerra del golfo, planificó un atentado para vengarse con el gobierno por lo de Waco. El peor ocurrido en suelo estadounidense hasta el 11 de septiembre del 2001. McVeigh estacionó una furgoneta bomba y voló un edificio que albergaba oficinas del FBI y una guardería en Oklahoma City. Murieron 168 personas, entre ellos 19 niños (400 resultaron heridas). Mcveigh, a tono con la nueva retorica inaugurada en el golfo pérsico, declaró que las victimas no habían sido más que “daños colaterales”.
[3] Far-right shootings raise fear of hate offensive in America (Op.Cit.)
[4] Scott Ellsworth; The Tulsa Race Riot, en:http://www.tulsareparations.org/TulsaRiot.htm.
[2] En el episodio de 1993 de Waco en Texas, la secta apocalíptica “Davidianos del séptimo día", liderados por (alias) David Koresh, se auto confinaron en su propiedad fuertemente armados durante 51 días. El FBI ingresó violentamente el 19 de abril de 1993. El recinto fue consumido completamente por las llamas, murieron entre 72 y 86 hombres, mujeres y niños, incluyendo a Koresh. Timothy McVeigh, un veterano de la primera guerra del golfo, planificó un atentado para vengarse con el gobierno por lo de Waco. El peor ocurrido en suelo estadounidense hasta el 11 de septiembre del 2001. McVeigh estacionó una furgoneta bomba y voló un edificio que albergaba oficinas del FBI y una guardería en Oklahoma City. Murieron 168 personas, entre ellos 19 niños (400 resultaron heridas). Mcveigh, a tono con la nueva retorica inaugurada en el golfo pérsico, declaró que las victimas no habían sido más que “daños colaterales”.
[3] Far-right shootings raise fear of hate offensive in America (Op.Cit.)
[4] Scott Ellsworth; The Tulsa Race Riot, en:http://www.tulsareparations.org/TulsaRiot.htm.
[5] Celeste Murillo; “Ocupan fábrica en tierra de Obama” (11 de diciembre de 2008) En; http://www.pts.org.ar/spip.php?article11362
[6] Pepe Lozano; Obreros de la aguja luchan por salvar sus empleos. En http://www.pww.org/article/articleview/15634/
[7] Barucha Peller: “Ocupadlo todo!”: la batalla de los estudiantes neoyorkinos para recuperar la mítica New School. En internet en: http://odiseo.com.mx/marcatexto/2009/05/estudiantes-de-nueva-york-contra-mercantilizacion-en-la-educacion/
[6] Pepe Lozano; Obreros de la aguja luchan por salvar sus empleos. En http://www.pww.org/article/articleview/15634/
[7] Barucha Peller: “Ocupadlo todo!”: la batalla de los estudiantes neoyorkinos para recuperar la mítica New School. En internet en: http://odiseo.com.mx/marcatexto/2009/05/estudiantes-de-nueva-york-contra-mercantilizacion-en-la-educacion/
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