Por Jaime Ortega Reyna
Producir un medio de difusión y de producción de conocimiento como lo es una revista no es tarea sencilla. Si realizáramos el ejercicio –como en alguna ocasión lo sugirió Horacio Crespo- de contar el número de revistas que llegan sólo a uno o dos números de vida o incluso aquellas que se quedan en la promesa de ser publicadas y no tienen una sola edición, dimensionaríamos el reto creativo, intelectual, financiero y humano que estas implican.
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