miércoles, 25 de febrero de 2015

Syriza y PODEMOS: ¿gramscianos o althusserianos?


Se habla mucho del eurocomunismo y de la herencia gramsci-togliattiana de Syriza y PODEMOS. Se dice incluso que PODEMOS basa su discurso y política en "los postulados de Antonio Gramsci" (un Gramsci deformado hasta el extremo por Laclau y Mouffe).

En cambio, yo diría, sin miedo a ser extravagante, que estos muchachos son más "althusserianos" que gramscianos. Y esto debe tomarse en un sentido más metafórico que conceptual (aunque veremos que la metáfora se basa en algo real).

En su libro de 1974, La Lección de Althusser (LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2013), Jacques Rancière (influenciado por la experiencia de la "revolución cultural" china y del propio Mayo francés) realizaba una crítica del pensamiento del intelectual "díscolo" del PCF y concluía que el "althusserismo" era un "pensamiento del orden". 

Oponiendo la ciencia contra la ideología y la línea correcta del "partido de la clase obrera" contra los estudiantes "izquierdistas y pequeño-burgueses", Althusser ponía en práctica una defensa del orden universitario tanto como de la burocracia del PCF, contra la revuelta del `68 y contra todo espíritu subversivo en general. 

La idea de "lucha de clases en la teoría" aparece en este contexto como la máxima expresión de la reivindicación de la división de trabajo manual e intelectual y el reaseguro de la posición más cómoda para los intelectuales dentro de ella. Una especie de stalinismo culto que se dedica a distinguir ideas burguesas de proletarias "científicamente", mientras en la práctica convalida la labor gris del aparato burocrático. 

La crítica de Rancière fue lapidaria y tenía un momento de especial lucidez cuando analizaba la formulación por Althusser de la poco feliz teoría de los Aparatos Ideológicos del Estado (que tantos perjuicios generara al marxismo como beneficios a los asaltantes de cargos públicos, lo voy a repetir hasta el hartazgo). 

Rancière observaba que, después de que el movimiento del Mayo francés hubiera puesto en cuestión el rol de las instituciones educativas en la reproducción de la ideología dominante (incluyendo a los intelectuales del PCF), Althusser descubre como algo novedoso los Aparatos Ideológicos del Estado, formulación que según él tendría algún tipo de antecedente en la temática gramsciana de la organización de la cultura (a la que remeda pobremente). Se preguntaba entonces Rancière cómo podía ser que la teoría surgiera de otra teoría y no del movimiento de lucha real. Y concluye que, consecuente con su "pensamiento del orden", Althusser procedía con el siguiente presupuesto: El 68 no existió.

El 68 no existió: Otro motivo para considerar a Althusser mucho más cerca de Benedetto Croce que el propio Gramsci, a quien Althusser acusaba de "crocianismo". 

El libro de Rancière es muy interesante y sirve como disparador no solamente para comprender contextualizadamente el "althusserismo" sino también para reflexionar en líneas generales sobre la trayectoria de los PC's de Occidente. 

Porque el moderantismo ("pensamiento del orden") fue un rasgo común tanto al PCF, como al PCI, como al PCE. Santiago Carrillo, dirigente histórico del PCE lo resumió bien en una entrevista con Pablo Iglesias al referirse al rol del PCE en la salida del franquismo: "garantizamos la transición a la democracia y evitamos una nueva guerra civil" (la frase no es textual, pero dice más o menos eso). El PCI, por su parte, jugó un rol conservador en el "largo '68" italiano, expulsando a los que llamaban en sus filas a apoyar las luchas obreras, como a los fundadores de Il Manifesto en 1970.

Los simpatizantes abiertos o solapados del stalinismo pueden decir "otra vez los trotskistas denunciando la traición". Sin embargo, creo que no pasa por ahí. No estamos analizando el accionar de una burocracia que es "muy mala" sino la colonización de las organizaciones obreras tradicionales por obra y gracia del capitalismo (a la que la burocracia fue funcional).

Porque si el Estado de Bienestar representaba un compromiso entre la burguesía y la clase obrera de las metrópolis para conceder algunos importantes derechos a cambio de que no haya nuevas revoluciones, lo cual a su vez daba fuerza a los PC de Europa occidental, el compromiso no era eterno y la burguesía, en lugar de agradecer a los stalinistas los servicios prestados, fue por un objetivo más ambicioso: asimilar totalmente las organizaciones reformistas en regímenes políticos conservadores

La evolución "moderada" de los PC en la segunda posguerra (que podemos resumir un poco groseramente en la frase "del Frente Popular a la Unidad Nacional") más que la genialidad de grandes estrategas (como ahora nos quieren hacer creer) expresa esta presión creada por la "guerra de conquista" llevada adelante por el capitalismo sobre las organizaciones obreras tradicionales.

Visto desde este ángulo, el "eurocomunismo" no sería una tentativa novedosa de combinar democracia y socialismo, sino un salto en la "socialdemocratización" de los PC, correlativa con la "neoliberalización" de los viejos PS. 

Ahora bien ¿qué clase de lectura sobre el último ascenso obrero y de la juventud que tuvo lugar en el viejo continente expresa la reivindicación actual del eurocomunismo?

Mi respuesta sería: Una lectura "moderada", que pone la mirada en el momento pretendidamente ecuménico e invisibiliza el de la lucha.

Y puede resumirse precisamente en la frase con que Rancière sintetizaba el "pensamiento del orden" de Althusser: El 68 no existió

Podríamos agregar: porque si hubiera existido no podríamos reivindicar a los Partidos Comunistas y su eurocomunismo.

El problema, con todo, no es la interpretación del pasado (sin duda importante), sino la estrategia a llevar adelante en el presente. Como puede verse tanto en el discurso de Iglesias, como en la política que está llevando adelante el gobierno de Tsipras, la frase El 68 no existió tiene hoy un contenido muy concreto: la prioridad de los acuerdos y maniobras por arriba, por sobre la movilización de la clase trabajadora y el pueblo desde abajo, incluso para defender su propio programa de reformas.

En resumen, un pos-togliattismo que tiene más deuda con el "pensamiento del orden" de Althusser que con "la lucha por la hegemonía" gramsciana.

lunes, 23 de febrero de 2015

PASO en Mendoza: Leé la cobertura completa en La Izquierda Diario


Mientras la UCR aliada a Macri -con el apoyo de Cobos, Sanz, Massa y hasta de Binner- se alzó con el 60% de los votos, el diputado nacional del PTS como figura del Frente de Izquierda consolidó su espacio del 15%. Superó a cada una las cuatros listas de Frente Para la Victoria y duplicó al más votado, el candidato de Scioli. En estas PASO se confirma que la izquierda no fue una moda pasajera del 2013, sino que llegó para quedarse como fuerza (...)

domingo, 22 de febrero de 2015

El FIT de Nicolás del Caño vino para quedarse en Mendoza




La primera elección del año en la importante ciudad de Mendoza termina de tirar por la borda que el FIT y su performance electoral del 2013 se trató de un fenómeno efímero. El FIT de Nicolás del Caño vino para quedarse en Mendoza.


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jueves, 19 de febrero de 2015

El 18F, los límites de la "nismanía" y la astucia de la razón peronista


En La Izquierda Diario, puede verse una primera lectura "realista" (es decir no comprometida con ninguno de los dos bandos en pugna) de lo que fue. También el Blog de Abel hace una lectura "sensata", desde el punto de vista de alguien que apoya al oficialismo con una óptica peronista no kirchnerista. Por su parte, los diarios "opositores" intentan mostrar que la marcha tuvo algunas personas jóvenes no necesariamente de derecha y dan cifras exorbitantes sobre la cantidad de participantes.

Siguiendo un poco lo que dice Fernando Rosso acá, retomo o agrego algunas cuestiones: 

-Transformar la figura de Nisman en una bandera de la democracia es un poco difícil. Puede ser bandera en el antikirchnerismo fanático y a su vez despertar cierta simpatía en sectores de centro sin mucho entusiasmo ni por el gobierno ni por la oposición de derecha. Pero no puede ser el "significante flotante" de una nueva articulación "hegemónica". 

Para ser un alma bella, estaba demasiado relacionado con poderes fácticos varios (Stiusso, servicios extranjeros, casta judicial, etc.). Por los mismos motivos tampoco puede ser un héroe popular. En resumen, Nisman es Nisman, no puede ser La Madre Teresa ni El Gauchito Gil.

Para mí, esto explica en parte la poca presencia de jóvenes (más desconfiados de TODAS las castas) a la que hicieron referencia varias crónicas y la participación subordinada de la oposición de derecha, que sabe que la marcha coincide en tiempo y espacio con el fin de ciclo del gobierno, pero en última instancia no le pertenece.

-Con lo anterior, no pretendo minimizar la crisis que implica en cualquier estado moderno que un fiscal que está "investigando" al o la Presidente aparezca muerto. Es una crisis política de acá a la China (bueno, capaz no es el mejor ejemplo....) y es lo que le dio cierta "legitimidad" a la marcha. Pero el posterior intento de articulación político-social alrededor del hecho tiene los límites que señalamos en el párrafo anterior. Y por otro lado, en la medida en que pasa el tiempo y se enrarece todo, más crece la sensación "en la calle" de que no se va a saber la verdad sobre la muerte de Nisman, así como que todos los actores involucrados saben mucho más de lo que dicen.

-La marcha en sí no puede mejorar las chances electorales de nadie. No obstante esto, en parte por una política consciente (hacer crecer la figura de Macri para "polarizar"), en parte por sus propios errores, se está creando un escenario donde el FPV podría perder como perro en segunda vuelta y perder también en la primera si el candidato fuera un "kirchnerista puro". Así que la situación de Scioli es un poco contradictoria. Si bien desde el punto de vista de su estilo de "no confrontación" podría ser uno de los que más pierde con lo que está pasando en la coyuntura, al oficialismo no le quedan alternativas a su candidatura, si quiere arrastrar votos de centro y no quedar reducido al apoyo de una "minoría intensa". Se crea entonces una dinámica en la que el oficialismo dinamita la candidatura de Scioli a la vez que depende cada vez más de ella. En este sentido, el "progresismo" sigue siendo preso de la astucia de la razón peronista

Sobre las cuestiones estratégicas que van más allá de la coyuntura, escribimos el lunes acá.

lunes, 16 de febrero de 2015

La democracia vasalla y la larga agonía del "alfonsinismo"

corrupcion

Por Fernando Rosso/Juan Dal Maso

En la Argentina, donde las coyunturas políticas son altamente cambiantes e inestables, resulta un poco dificultoso reflexionar sobre los procesos políticos de largo plazo. Esto se ve acentuado un poco más por las "batallas" de la coyuntura actual, que ambos sectores enfrentados (pro capitalistas, pro serviciales y PRO a secas) intentan adornar con discursos grandilocuentes que presentan el 18F como un Acontecimiento mesiánico o diabólico, según el caso.

Estos "fuegos de artificio" ocultan o dejan sin abordar la reflexión sobre qué está ocurriendo con la "democracia" argentina, en un sentido más amplio y de fondo.

Porque si se considera, como señaló Martín Rodríguez y también otros analistas sobre los que escribimos acá, que el kirchnerismo retomó a su manera las tentativas "progresistas" fallidas de Alfonsín y el Frepaso, continuando entonces con la consumación de la "transición democrática" argentina (sin dejar de continuar a su manera también al menemismo; Boudou, Hotesur, etc.); el "fin de ciclo" del kirchnerismo debería promover, por lo menos en la izquierda, una lectura más allá de los hechos inmediatos, una lectura que permita comprender en qué "momento" estamos de la "transición democrática" y cuáles son sus perspectivas.

¿Por qué discutir sobre esto si todas las formas del Estado burgués son expresiones de la "dictadura del capital"? Precisamente por eso mismo. La democracia burguesa se constituyó en la "conquista" y el "límite infranqueable" de todo movimiento popular, genocidio mediante. Tanto fue así que incluso intelectuales como José Aricó llegaron a pensar que la democracia burguesa post dictatorial sería la antesala del socialismo y la presentaron como valor casi absoluto y horizonte insuperable de régimen político (como decía Hegel: por lo poco con que se conforma el Espíritu puede medirse la extensión de lo que ha perdido...)

En este contexto, después de más de 30 años (con 20 años de gobiernos del PJ), lo cual para Argentina es una eternidad, estamos en condiciones de hacer un cierto balance de qué resultados generó la "transición democrática" y qué se puede esperar en lo sucesivo (o mejor dicho, para qué tenemos que prepararnos).

En primer lugar, estamos asistiendo al fin de los Grandes Relatos sobre la Democracia. El apotegma alfonsinista de que “con la democracia se come, se cura y se educa”, se derrumba primero con la Obediencia Debida y el Punto Final, a los que sigue el hambre de los saqueos del ´89, y el menemismo con el Indulto, la desocupación y precarización de la salud y la educación (carpa blanca) en los '90, línea de decadencia que continúa hoy con el “descubrimiento” de que la democracia es presa de servicios de inteligencia, las policías empoderadas y una casta judicial con muchas continuidades con la dictadura. En el medio muchas muertes, algunas sociales y otras dudosas, o sea que en la democracia se come salteado en periodos de tiempo, se complica para educarse tanto como para curarse y se mata; a veces con las mismas manos que mataban en la dictadura.  

Otra indicación de lo mismo son los discursos moderados de los candidatos que pugnan por suceder a CFK, pero si lo pensamos en un sentido más estratégico, podemos decir que la Gran Política burguesa murió con Néstor Kirchner. 

Porque fue NK el principal actor de la política de reconstrucción de la autoridad estatal después del colapso de 2001 y el interregno duhaldista.

Hay una profunda y larga crisis trasversal de las instituciones del Estado y de la democracia y no hay una fuerza política o líder que se proponga como “gran reformador” con alguna propuesta creíble que permita reconstruir la autoridad estatal y democrática perdida a lo largo de estas tres décadas.

Las sucesivas "batallas" del kirchnerismo (125, ley de medios, "democratización" de la Justicia y los servicios de inteligencia) fueron acciones de pequeña política, recubiertas con un discurso de Gran Política. Decimos esto porque sus principales objetivos fueron coyunturales (responder a tal o cual problema económico o relación de fuerzas  producto de una derrota electoral o contragolpe frente a las "corporaciones" que supo alimentar y se le volvieron en contra). Si se puede sintetizar el kirchnerismo como AUH y jubilaciones + Relato, es precisamente porque su balance es de lo más módico.

El fin de los Grandes Relatos, como expresión del fin de la Gran Política, en una "transición democrática" que toca un techo.

¿Cuál es ese techo? El de los grandes poderes fácticos externos e internos, que hacen de la democracia argentina una democracia vasalla, cuyo progresismo logra a lo sumo durar algunos años, sobre todo si hay crecimiento económico, pero es incapaz de generar cambios sociales estructurales o la independencia económica del país. Incluso menos que eso, fue incapaz de cambiar las relaciones de fuerzas sociales que impuso la dictadura, al contrario las profundizó. Llevamos más de treinta años de democracia transitada sobre la economía impuesta en seis de dictadura.

Por eso, después de treinta años de "transición democrática", la economía argentina (no obstante el enorme progreso tecnológico del agronegocio) sigue exportando productos primarios, el proyecto de "autoabastecimiento" energético es a costa de entregar a Chevron los recursos de Vaca Muerta y permitir la generalización del fracking, los pueblos originarios viven en la miseria, las políticas educativas "inclusivas" coinciden curiosamente con las del Banco Mundial, la mitad de los trabajadores más o menos está "en negro" o en condiciones precarias, entre otros aspectos a considerar para hacer un balance realista, que podría suscribir John William Cooke tanto como León Trotsky.

¿Será este callejón sin salida estratégico el que otorga tanto peso a las coyunturas?

En resumen, la democracia argentina es el conjunto de capitulaciones de los grandes partidos que congregaron las mayorías populares ante la clase dominante y el imperialismo. Ellos imponen las coordenadas del "campo de fuerzas" dentro del cual introducir pequeños cambios, cuando hay viento a favor. Los grandes relatos pueden ser en todo momento (el Menemismo fue también el Gran Relato de la entrada al Primer Mundo ¿se acuerdan?), pero ya se quedaron sin sustancia.

Ligado a lo anterior, cabe reflexionar, ahora que muchos nos piden (al FIT) "hacer como Syriza", sobre las perspectivas del "espacio progresista" en la Argentina, que siguió siempre como sombra al cuerpo el derrotero de la "democracia vasalla".

La línea que une los términos Alfonsinismo-Revista Unidos-Frente Grande/Frepaso/Alianza-Kirchnerismo es sinuosa por demás pero no por eso inexistente. Desde la salida de la dictadura existe de forma más o menos permanente un espacio político-cultural (no solamente electoral) para un "progresismo" o "centroizquierda" en la Argentina. El Frepaso lo llevó a su casi auto-disolución y el kirchnerismo lo rescató, a condición de subordinarlo al peronismo realmente existente y desorganizarlo como espacio político autónomo, o sea disolverlo por otros medios.

En este marco, si bien el kirchnerismo puede continuar como corriente de centroizquierda peronista (según el grado de deterioro con el que se vaya) en un gobierno de Scioli, Massa o Macri, resulta poco probable que se pueda volver a reconstruir el "progresismo histórico" argentino, es decir que se reconstituya un espacio de centroizquierda que pueda convencer con un discurso de "ampliación de derechos" y que sea independiente del peronismo (que va enfilando para la centroderecha más cerca de su "promedio histórico").

Y si desde el punto de vista del régimen político estamos tocando el techo de la "transición democrática", desde el punto de vista de las corrientes políticas (entendidas en un sentido amplio), estamos ente la consumación de la larga agonía del "alfonsinismo" (es decir del progresismo que sostenía que mediante el Estado se podía "ampliar la democracia" y avanzar sobre la resolución de la "cuestión social" sin romper con el capitalismo).

Pero sería un error pensar las perspectivas de la izquierda solamente como posibilidad de capitalizar la "crisis del progresismo", aunque una parte del ascenso de la izquierda radical, sin radicalización en la lucha de clases, se explica por esta crisis. Precisamente uno de los rasgos distintivos de la izquierda argentina (o de sus sectores lúcidos) fue la reflexión sobre las vías para la confluencia entre la izquierda y el movimiento obrero identificado con el peronismo.

Lo que une ambas cuestiones ("crisis de la centroizquierda" y "crisis del peronismo") es precisamente el kirchnerismo, que se constituyó como la única centroizquierda posible y peronista, mientras el peronismo continuaba su vaciamiento de la base obrera que supo ostentar este partido en el pasado, orientándose hacia la administración de la pobreza y los votantes de clase media, en un dualismo que le resulta por demás conveniente, para invisibilizar a la clase trabajadora como sujeto social y político e instalarse como "árbitro" entre pobres y capas medias.

Sin embargo, la crisis del progresismo (ligada a la del partido radical) está más avanzada que la del peronismo. Quizás una de sus explicaciones es que el peronismo, en su relación con los sindicatos moldeó la estructura del Estado argentino, que se apoya como un pilar de granito en las organizaciones obreras burocratizadas. 

En este contexto, un peronismo con un presente cada vez menos "obrero" y un futuro incierto, va lidiando con su propia reconversión a través de la administración de un aparato estatal que expresa su propio pasado, signado por aquello de que "sobran sindicatos pero falta burguesía nacional". 

Agotada o en vías de agotarse la posibilidad de recrear alguna variante del "alfonsinismo histórico", en plena mutación de "partido burgués basado en los sindicatos" a "aparato de marketing electoral basado en los pobres y las clases medias", el peronismo avanza hacia el posperonismo. ¿La clase trabajadora (o un sector más significativo de ella que el actual) se orientará hacia la izquierda? Crear las condiciones para una respuesta afirmativa será la principal tarea para el FIT.

martes, 10 de febrero de 2015

Althusser vs. Gramsci: materialismo "aleatorio" y revolución pasiva



En su libro The Gramscian Moment, Peter D. Thomas ubica las polémicas de Althuser contra Gramsci de los años '60 (y sus implicancias), como la última gran polémica teórica en el marxismo. En su argumentación, demuestra de manera bastante convincente que las concepciones "anti-historicistas" de Althusser están más cerca de las de Benedetto Croce criticadas por Gramsci, que las del propio Gramsci, criticadas por Althusser.

Luego concluye que entre la filosofía de la praxis de Gramsci y el "materialismo aleatorio" del último Althusser hay más proximidades de las que el propio Althusser hubiera estado dispuesto a reconocer. 

Esta última idea resulta más discutible. Si bien es cierto que el Althusser que reivindica "la corriente subterránea del materialismo del encuentro" tiene cierta afinidad con la crítica de Gramsci a la "historia con providencia", por su reivindicación de la contingencia en el acaecer de los hechos históricos, ahí se terminan las coincidencias. 

En sus artículos "Sobre el pensamiento marxista" y "La corriente subterránea del materialismo del encuentro", Althusser intenta reconstruir una visión sobre el marxismo y la historia de la filosofía que rompa con toda teleología. Por este motivo, traza una línea que pasa por Epicuro, Lucrecio, Maquiavelo, Spinoza y Heidegger, que podríamos definir como "antimonista", "antideterminista" y "antiteleológica", que estaría a su vez presente en La situación de la clase obrera en Inglaterra de Engels o en el capítulo sobre la acumulación orginaria de El Capital. No importa en este caso si las interpretaciones de cada uno de estos pensadores practicadas por Althusser se corresponden con sus genuinos puntos de vista. 

Althusser intentaba ofrecer una filosofía política que permitiera conciliar la reivindicación de algún tipo de cambio histórico con el clima de derrota de finales de los '70 y principios de los '80. De ahí que a través de la "lluvia de átomos" que se unen en un "encuentro" por obra de un clinamen sobre el que no opera necesidad alguna, y el Príncipe que no vino de ninguna parte, el filósofo francés crea una teoría del "Encuentro" que permitiría explicar la emergencia de los cambios revolucionarios desde una lectura que privilegia la "contingencia" por sobre el "determinismo". 

Manteniendo la "clásica" idea althusseriana del "proceso sin sujeto", el "materialismo del encuentro" le agrega la dispersión de las fuerzas sociales y la imposibilidad de un pensamiento estratégico "anterior" al "encuentro", de forma tal que lo que a simple vista puede parecer una crítica aguda del "determinismo" y la "teleología", termina coincidiendo bastante con la espera pasiva a la expectativa de algún acontecimiento mesiánico

En resumen, un retroceso teórico del "nuevo materialismo" creado por Marx, que sin negar la singularidad de los hechos históricos, explica que el "encuentro" no cae del cielo. En lugar del "nuevo materialismo" de Marx, Althusser ofrece un materialismo "pre-marxista", que no tiene mucho que envidiar al pensamiento mágico, que es a donde lleva, sea por la vía del cientificismo o del "contingencialismo", el anti-historicismo rabioso. 

En este contexto, cabe preguntarse si la "lluvia de átomos" (más allá de la belleza literaria de la imagen evocada) cuando no opera la constitución aleatoria del "encuentro", no se parece bastante a una sumatoria de "individuo(s) aislado(s) en el seno de la sociedad civil", como característico del "materialismo anterior", sometido a crítica por Marx en sus Tesis sobre Feuerbach.

Y en este punto, clinamen sobre el que se centra la posición althusseriana, podría producir el "encuentro" entre el "materialismo aleatorio" y el mecanismo capitalista de "revolución pasiva" (o su utilización limitada en un contexto de ofensiva reaccionaria). 

Sucede que la contingencia entendida en forma extremista privilegia al advenimiento mesiánico del "encuentro" por sobre la lucha por crear activamente nuevas relaciones de fuerzas, propia de la estrategia política marxista y por eso se opone a la hegemonía proletaria (que requiere una estabilidad relativa, aunque sea precaria, de esas relaciones de fuerzas), en una curiosa coincidencia con todas las "restauraciones" y "recomposiciones" capitalistas. 

En lugar de una alternativa a una concepción de la historia y la política tributaria de un tiempo vacío caracterizado por la duración de un sistema decadente o burocratizado, el "materialismo aleatorio" se inscribe en un contexto de respuestas ideológicas impotentes a la "guerra de conquista" emprendida por el neoliberalismo que impuso la "colonización" de las viejas organizaciones obreras reformistas, como ocurrió durante las últimas décadas con los partidos "socialistas" y "comunistas".

La "marcha de los fiscales" y la crisis política



Por Fernando Rosso

Un nuevo capítulo de la crisis política con la convocatoria a la movilización del próximo 18 de febrero. Tragedia y farsa de las comparaciones kirchneristas. La izquierda frente a la marcha del 18F. Una posición independiente: ni con el Gobierno, ni con la oposición, todos conspiradores y cómplices del espionaje.