Cinco millones de razones dejaron en rídiculo esta semana la amplia variedad de pseudo-teoremas libertarianos sobre que la gente no puede acometer nada colectivamente porque los individuos tienen intereses irreductibles, incomunicables e intraducibles. Las muchedumbres que poblaron el festejo popular mostraron, a su vez, el carácter de "sociedad de masas" de la Argentina, en el que abrevan no solamente las tradiciones futboleras sino también las de la movilización obrera y popular. Siete años del ojete, entre la mugre macrista y la basura post-peronista, con sus efectos perversos sobre nuestras condiciones de vida, quedaron en suspenso en un clima de alegría, no solo muy merecido sino sobre todo necesario. Y ya que "nos volvimos a ilusionar", ojalá que este baño de autoestima argentina permita que cada compañero y compañera de la clase trabajadora, que cada día se levanta para ejercer el oficio de campeón, vaya adquiriendo conciencia de sus propias fuerzas.