En la plaza de la vuelta de mi casa (que ahora es de San Lorenzo), en la que nos pasábamos todo el día con los pibes del barrio a mediados de los '80, había dos frases pintadas en las paredes por pibes más grandes que nosotros.
Una de ellas era: "Sobre la palma de mi lengua vive el himno de mi corazón". Con el tiempo supe quién era su autor...