lunes, 30 de julio de 2012

Korsch, Lenin, Trotsky, progreso y atraso del marxismo (reiteración)


Releyendo el libro de Korsch, que había leído en 2003 en la Biblioteca del Congreso rodeado de estudiantes coreanos y cuyo contenido recordaba poco y nada salvo alguna idea vaga, caí en la cuenta de que fue un error escribir este artículo sin volver a leerlo y estudiarlo previamente. Pero bueno, en cierto modo, lo que se dice ahí sobre Lukács también se aplica a Korsch, en tanto los filósofos oficiales de la URSS les dieron para que tengan y guarden por igual al intelectual húngaro como al alemán.Y salvo alguna precisión que se hubiera podido hacer, Korsch hubiera entrado como parte del contexto, porque lo principal era el análisis de las notas polémicas de Gramsci contra Bujarin.

Sin embargo, el trabajo de Korsch, reconocido ampliamente como un trabajo de gran valor teórico, más allá de que no tiene demasiados adeptos, por lo menos que tomen la totalidad de sus planteos, sirve para retomar la reflexión sobre el estado del desarrollo de la teoría marxista después de la Revolución Rusa y las necesidades de redefinición de un marco teórico acorde al nuevo marco estratégico (que como bien explica Trotsky estaba también sujeto a interpretación y a una fuerte disputa a raíz de las derrotas de la IC, los errores de su dirección y la ausencia de un balance realista de ambos puntos).

Así que en tren de continuar la reflexión y tomando la Anticrítica, donde Korsch extiende erróneamente  a Lenin los cuestionamientos a sus epígonos, hay varios elementos para pensar, usando como excusa a Korsch, acerca de los problemas de la propia tradición clásica. 

El marxista alemán plantea un cuestionamiento a la imagen homogénea de un "marxismo de la Segunda Internacional" defendido paradójicamente por los "filósofos" del PCUS, como un momento necesario del desarrollo del marxismo. Contra esa visión, plantea que la socialdemocracia alemana fue lasallista y populista durante las leyes antisocialistas y luego se planteó la necesidad de homogeneizar en una posición marxista al mismo tiempo que surgía el revisionismo bernsteiniano y que, no obstante sus progresos prácticos, parlamentarios y sindicales, nunca asimiló el marxismo en su totalidad como teoría de la revolución, sino sólo parcialmente. 

No es el momento ni el lugar de analizar exhaustivamente esta tesis, pero sí podemos destacar que la defensa del legado de la Segunda Internacional realizada por algunos propagandistas del PCUS que tuvieron por tarea responder a Korsch, planteaba una discusión más que pertinente sobre la forma de leer el pasado y las relaciones de ruptura y continiudad entre la Segunda y la Tercera Internacional. 

En este sentido, la falta de delimitación en el terreno de la discusión teórica más abstracta por parte de ciertos críticos de Korsch, obedece menos a un dogmatismo cerrado (como pensaba el marxista alemán) que a una verdadera relación de continuidad y a un problema ideológico de representación del progreso histórico y junto con éste, el progreso del marxismo.

Luego de volver a leer textos como Lecciones de Octubre y Stalin, el Gran Organizador de Derrotas, en los que Trotsky demuestra el peso que tenía en el propio Partido Bolchevique entre Febrero y Octubre la tesis menchevique de constituirse en oposición parlamentaria de un régimen democrático burgués y posteriormente la falta de comprensión del marco estratégico surgido de la Guerra Mundial y la Revolución Rusa, estoy convencido de que junto a los problemas de estrategia revolucionaria, subyacían problemas de concepción y posición teórica, principalmente expresados en un cierto lastre semietapista presente en los cuadros y dirigentes de la Tercera Interancional, sin Lenin.

¿Cómo se explica si no que Trotsky estuviera tan solo en su política hacia la Revolución China de 1925/1927? Que un aliado como Preobrazhensky no viera ni cuadrada la posibilidad de revolución obrera en ese país, habla bastante del relativo atraso téorico del marxismo respecto del desarrollo de la revolución del Siglo XX. 

Y tampoco resulta casual que el debate de estrategias desarrollado por Trotsky a propósito de las experiencias de la Tercera Internacional entre 1917 y 1928 desembocara en la Teoría de la Revolución Permanente, que hasta el día de hoy cuenta con el rechazo de ciertos "marxistas" reformistas y etapistas. 

Aquí surge un problema de interpretación de la dialéctica entre desarrollo de la lucha de clases y desarrollo de la teoría marxista. Las ambigüedades o limitaciones de las fórmulas leninistas previas a las Tesis de Abril, desde ya pueden considerarse un paso necesario en el desarrollo del marxismo, aunque hayan coexistido a su vera con la tesis planteada por Trotsky en Resultados y Perspectivas. Sin embargo, la canonización de esas fórmulas, que fue expresión de fuerzas materiales conservadoras, fue posible por una cuestión de relación de fuerzas en primer lugar y en menor medida por las lagunas teóricas del viejo bolchevismo ante el nuevo marco estratégico del Siglo XX. 

Es claro que con el diario del lunes somos todos Trotsky. Sin embargo, la tesis de justificar la falta de una teoría más profunda de la revolución en aras de los procesos "necesarios" reviste, necesariamente (y valga la redundancia) la forma de una tragedia y transforma la desigualdad entre desarrollo histórico y desarrollo del marxismo en algo cuyo resultado estaba definido de antemano.

Unas líneas de Boedismo Zen

Leo en Los lemmings y otros de Fabián Casas, un relato que se llama "El Bosque Pulenta" y dice en alguna parte así: 

Entonces pasa un colectivo rojo, inmenso, pasa por Maza y cruza Estados Unidos y detrás de él, como si el colectivo hubiese sido un telón metálico y ruidoso, aparecen Máximo y unos diez chicos. Tiene, apenas lo vemos, los ojos desorbitados y brillosos. Yo y el Tano lo miramos y nos miramos. Los muchachos son de la Martín Fierro, son gente de Vainilla, dice Máximo. Vainilla, un moreno con la capucha de canguro puesta, se adelanta y nos saluda con una inclinación oriental. Musculito se separa de nosotros, se apoya contra un Valiant negro que siempre está estacionado casi en la esquina. Nunca vimos a nadie manejarlo. Pero está impecable, brilloso. Chamorro se nos une allá, así que tranquilos, vamos a darle su merecido a esos boludos, para que sepan quien manda en Boedo, dice Máximo. ¿El Parque Rivadavia queda en Boedo?, pregunta el imbécil de Chumpitaz. Boedo queda donde estemos nosotros, dice Máximo. Eso me quebró. Esa frase, esa puta frase, dicha en ese momento de la noche, me puso la piel de gallina y los ojos húmedos.

martes, 24 de julio de 2012

Esbozo para un análisis de Marxismo y Filosofía de Karl Korsch, la Tercera Internacional y Trotsky



Si bien es tema para investigar más a fondo y posiblemente escribir un ensayo, para continuar algunas cuestiones analizadas acá, van unas líneas para plantear algunas ideas. 

El enfoque teórico e histórico de Korsch en el trabajo que da nombre el libro Marxismo y Filosofía (más allá de sus posiciones políticas del momento y posteriores) tiene el mérito de señalar que el marxismo sufre un cambio histórico a partir de la guerra mundial y la revolución rusa e intentar una dilucidación de en qué consiste ese cambio.

Para Korsch, después de un período fundacional que termina con la derrota del proletariado en 1848, signado por la unidad estrecha entre teoría y práctica, se abre un segundo período que va hasta el final del siglo XIX y la guerra mundial, en el que el desarrollo del cuerpo teórico del marxismo, principalmente con El Capital y el posterior desarrollo de la socialdemocracia, lleva a los epígonos de Marx y Engels a una separación entre ciencia y política (acá Aricó tomó prestadas varias cosas que plantea en sus 9 Lecciones), con el trasfondo de un clima de época cientificista y positivista que da por muerta a la filosofía, en un sentido muy diferente a la posición "antifilosófica" del joven Marx, centrada en privilegiar la praxis sobre la filosofía idealista, pero no en la separación de teoría y lucha revolucionaria. El tercer momento del desarrollo histórico del marxismo, encarnado en el bolchevismo y la revolución rusa, abre la posibilidad de volver a pensar el marxismo como una teoría integral de la revolución y desde ese punto de vista plantea la vuelta a una relación más directa entre teoría y práctica revolucionaria y a la vez la necesidad de volver a discutir la relación de marxismo y filosofía como fundamento de una concepción revolucionaria.

Hasta acá un resumen esquemático de lo principal que dice Korsch. Su punto débil reside quizás en la ausencia de una dimensión más centrada en lo estratégico, de forma que se pudiera pensar un sistema de "proporciones definidas" de los tres aspectos del marxismo en la nueva época: filosofía (o concepción del mundo), teoría científica y estrategia. Sin embargo, su hincapié simultáneo en la cuestión de la filosofía y la teoría de la revolución, permite pensar algunos aspectos relacionados con las reflexiones de Trotsky en el período que va desde 1923 (año de publicación del libro de Korsch) y 1928 (año del VI Congreso de la IC para el cual Trotsky escribe Stalin, el Gran Organizador de derrotas).

En primer lugar, destaquemos la cuestión de la necesidad de volver a pensar el marxismo como teoría de la revolución. Esta cuestión no se terminó de dirimir hasta que Trotsky asumió abiertamente la defensa de la Teoría de la Revolución Permanente después de la revolución china. Hubiera sido muy difícil que Lenin después de la Revolución de Octubre hubiese dicho "Sí, Trotsky tenía razón en su teoría, entonces ahora todos la suscribimos". Trotsky mismo no insistió tanto en el aspecto "teórico" de la cuestión como en el "estratégico": contra la dirección de la III Internacional después de Lenin, Trotsky resaltó la gran deficiencia de ésta en captar el carácter convulsivo de la época y la centralidad de la estrategia como un arte concreto, ausente tanto en las intervenciones de la IC entre 1923 y 1928, como en los posteriores balances dibujados por el equipo dirigente para no asumir las derrotas.

La incapacidad de llevar hasta el final la comprensión del nuevo marco estratégico por parte de los epígonos de Lenin, se vio acompañada de una dogmatización de ciertas fórmulas leninistas como "dictadura democrática de obreros y campesinos" que terminaron siendo una cobertura para una concepción de base menchevique sobre la imposibilidad de la revolución proletaria en los países "atrasados".

Sin inventar falsas confluencias, las tentativas de distintos marxistas, tan distintos como Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Gramsci, Lukacs, Mariátegui respecto de la cuestión de readecuar la teoría a la nueva época (con los énfasis distintos de cada enfoque), coincidente con la de Korsch en cuanto a la necesidad de retomar la concepción del marxismo como teoría de la revolución y en este marco su relación con la filosofía, permite afirmar con seguridad que existía un problema a descifrar también en el terreno de la teoría.

Desde este punto de vista, el planteo de Korsch sobre la necesidad de rediscutir el carácter del marxismo a nivel integral como teoría de la revolución, tiene su contrapartida en un aspecto débil de la Tercera Internacional: los limites teóricos del "viejo bolchevismo" (repetición vacía de las consignas de Lenin antes de las Tesis de Abril) frente a un mundo que mejor se explicaba a través de la Teoría de la Revolución Permanente. Si bien un marco teórico más adecuado a la realidad no resolvía en sí mismo la cuestión del buen éxito estratégico, sí hubiera permitido una comprensión mayor del marco estratégico nuevo que se había configurado a partir de la guerra y la revolución rusa. La relación de interdependencia entre ambos marcos, teórico y estratégico, no deja de ser necesaria y sutil, aunque se ordenara a través de una primacía de la estrategia.

En cuanto al debate sobre marxismo y filosofía, la de Korsch coincide parcialmente con otras iniciativas en el terreno ideológico, teórico y cultural, tendientes a profundizar y asimilar desde el punto de vista teórico más general las consecuencias del cambio de época histórica y por ende de las características y preocupaciones centrales del marxismo. En particular coincide con Lenin, Trotsky y Gramsci el enfoque de Korsch que da un peso central a la praxis (situada históricamente como lucha de clases del proletariado) como categoría teórica, histórica y metodológica para definir al marxismo y sus diferencias con las otras corrientes de pensamiento. Más que una convergencia desde el punto de vista teórico, lo central que los une es la identificación (por distintas vías y con distintos análisis) de problemas planteados por el desarrollo histórico del marxismo, que repercutían en el terreno de la teoría.

Una parte de la crítica realizada por Adolfo Sánchez Vázquez en el prólogo de Ediciones Era, no parece del todo convicente en cuanto al señalamiento de Sánchez Vázquez de que para Korsch la relación entre teoría y práctica es "expresiva" (al estilo de la relación entre sustancia y atributos en la tradición inmanentista) y liquidaría las mediaciones que constituyen la especificidad de la teoría, ya que Korsch sostiene la primacía de la praxis al mismo tiempo que la necesidad de repensar la teoría revolucionaria; tarea esta última que sin embargo sobrepasaba con creces su apuesta teórica y la "solución" propuesta por Korsch, relativamente abstracta para ser llevada adelante por un movimiento comunista en vías de burocratización y sin una alternativa práctica como la que presentó la Oposición de Izquierda.

jueves, 19 de julio de 2012

Lapsus


Leo en Marxismo y Filosofía de Karl Korsch: 

"La oposición real entre el socialismo científico de Marx y todas las filosofías y ciencias burguesas, por lo contrario, reside sólo en esto: el socialismo científico es la expresión teórica de un proceso revolucionario que llegará a su fin con la abolición total de esas filosofías y ciencias burguesas al mismo tiempo que con la supresión de las condiciones materiales que han encontrado su expresión ideológica en estas filosofías y creencias [digo] ciencias ..."

lunes, 16 de julio de 2012

Una pluma punzante




Leo en Los Amantes de John Connolly (Tusquets, 2010 pgs. 256/257), libro que combina la novela negra, una incursión en las metafísicas del Bien y el Mal y ética del samurai:

Me llevé unos bollos de la panadería contigua y volví al apartamento. El casero, sentado en una silla a la derecha de la ventana del salón, limpiaba una pistola SIG, que no era lo que solían hacer los caseros en los domicilios de sus inquilinos, a menos que el casero en cuestión fuese casualmente Louis.

-¿Y? - preguntó.
-He quedado con él esta noche.
-¿Quieres compañía?
-Una segunda sombra no me vendría mal.
-¿Eso es un comentario racista?
-No lo sé. ¿Cantas espirituales negros?
-No, pero te he traído un arma. - Metió la mano en una bolsa de piel y lanzó una pequeña pistola al sofá.
Extraje la pistola de la funda. Medía poco más de quince centímetros y pesaba bastante menos de un kilo.
-Una Kimber Ultra Diez Dos -explicó-. Cargador de diez balas. Cuidado con el ángulo posterior de la culata: es muy afilado.
Volví a enfundar la pistola y se la entregué.
-Estás de broma - dijo.
-Nada más lejos. Quiero recuperar la licencia. Si me cogen con un arma sin registrar, estoy acabado. Me despellejarán vivo y luego echarán los restos al mar.
Ángel salió de la cocina. Traía una cafetera.
-¿Crees que el que se cargó a Wallace lo torturó para averiguar sus gustos musicales? -preguntó-. Le pincharon para sacarle lo que sabía de ti.
-De eso no estamos seguros
-No, como tampoco lo estamos de la teoría de la evolución, o del cambio climático, o de la ley de gravedad. Lo mataron en tu antigua casa, mientras investigaba sobre ti, y después alguien firmó su obra con sangre. Pronto ese alguien intentará hacer contigo lo que hizo con Wallace.
-Por eso Louis va a pegarse a mí esta noche.
-Claro -dijo Louis-, porque si me cogen a mí con un arma, no pasa nada. Los negros siempre salimos impunes de cualquier acusación por tenencia de armas.

viernes, 13 de julio de 2012

Unas líneas sobre la situación política, el movimiento obrero y la estrategia de la izquierda


Es un momento bastante peculiar en lo que a la situación política se refiere. Venimos de un período en que la "construcción de autoridad" del oficialismo fue de la mano con la gran política burguesa de recomposición de la autoridad estatal, lo cual redundó en beneficio de la institución del voto y la autoridad presidencial, como se vio el año pasado en las elecciones, donde el gobierno ocupó casi la totalidad del espacio político, frente a una oposición burguesa paupérrima. El régimen político se estabilizaba a medida que el oficialismo acrecentaba su poder.

Esa situación ha empezado a cambiar desde hace varios meses, pero ha pegado un salto con los hechos de las últimas semanas, que han venido dando un particular talante a la crisis política: del anuncio con bombos y platillos de la "expropiación" de YPF a los rumores de renuncia de Galluccio, los "éxitos" del gobierno se vuelven efímeros en la misma medida en que profundiza su política de ajuste.

El recrudecimiento de la interna del PJ, ligado a la lucha de camarillas por la sucesión presidencial, esconde y a la vez afecta dos problemas estratégicos para el régimen: por arriba, si CFK en su enfrentamiento con Moyano y Scioli no va a terminar dinamitando el peronismo como "partido de la contención", lo cual abre interrogantes aún mayores sobre el lejano 2015, ya que el ajuste impuesto y compartido por cristinismo y sciolismo (con perdón de los "ismos" históricos) en la PBA es una política eficaz para limar las aspiraciones del gobernador y la reforma constitucional para un nuevo mandato de CFK parecería descartada. Por este camino, el PJ no tiene carta de recambio, por lo menos con cierta proyección nacional y el cristinismo que no tiene el aparato territorial para cortarse solo definitivamente, tiene el mismo problema.

El otro, de fondo y por abajo, cómo manejar desde el punto de vista burgués la relación con el movimiento obrero (el cual ya de hecho se está empezando a constituir en "oposición social" tanto al cristinismo como al sciolismo) en vísperas de mayores impactos de la crisis internacional en nuestro país. La ruptura de la CGT, con los dos gremios con "posiciones estratégicas" más importantes como Camioneros y Petroleros en cuanto a su capacidad de paralizar el país ubicados en la oposición al gobierno, habla bastante de lo que se puede venir, como de que la burocracia teme lo mismo que el gobierno: por algo Pereyra va de adjunto de Moyano, pero tiene un discurso conciliador hacia el oficialismo y Moyano dice que va a profundizar los reclamos "sin hacer locuras". Pero más allá de las intenciones de los burócratas sindicales, la dinámica de clases es a mayores enfrentamientos.

La política restauradora del kirchnerismo, sin llegar ni de lejos a ser una "revolución pasiva" en el sentido gramsciano clásico del término, tuvo en común con ese mecanismo el desplazamiento de la lucha social en las calles a la gestión política desde el Estado. Con el telón de fondo de la recuperación económica post devaluación y con la colaboración del hoy denostado Moyano, pareció incluso que se resignificaba la identidad peronista del movimiento obrero. Sin embargo, el derrotero de la política oficialista está llevando de vuelta de la confianza en la política estatal hacia la lucha social, que no es otra cosa que lucha de clases. Como se dice acá, lo sustantivo es que se está abriendo un nuevo ciclo de experiencia de la clase trabajadora argentina con el peronismo, con la peculiaridad de que no existen, como en los '70 corrientes "peronistas revolucionarias" y en los sectores del sindicalismo de base el peso del trotskismo es abrumador, aunque son momentos preparatorios y es de destacar que a mayor crisis capitalista surgirán más y no menos mediaciones entre nosotros y las masas de la clase obrera.

Al peronismo, como a todos los fenónemos políticos, se le aplica la máxima de que todo lo que existe merece perecer. Pero cabe recordar que este partido que marcó a fuego la historia argentina ha sabido administrar (por una combinación de viveza criolla, golpe de vista y voluntad de poder) su propia declinación histórica, siguiendo los vientos de la economía y la política internacional. Por eso, lo más probable es que vayamos a un período más convulsivo, caracterizado por el "ya no más" de la hegemonía peronista en el movimiento obrero pero también por el "todavía no" de la conquista de la independencia de clase del proletariado.

Desde este ángulo, las tareas planteadas por la Conferencia Nacional de Trabajadores del PTS, de lucha antiburocrática y por la independencia de clase son precondiciones indispensables para cualquier posibilidad de poder obrero.

Las elecciones del 2013 seguramente serán un termómetro del desarrollo de los elementos arriba mencionados. Si bien en el contexto de la situación argentina no se puede descartar el surgimiento de una izquierda con mayor peso electoral (para lo cual el FIT ya está posicionado), lo central no pasa por ahí.

La apuesta táctica por un desarrollo parlamentario de la izquierda, es subsidiaria (más allá de las intenciones de quienes la sostengan) de la hipótesis estratégica de "gobierno de izquierda", alentada recientemente en Grecia por amplios sectores de la izquierda y la  intelectualidad, incluidos nuestros aliados del PO, con pésimos resultados (esta consigna a su vez es una versión libre y aggiornada de la táctica de Gobierno Obrero del IV Congreso de la III Internacional que de por sí tenía ciertos ribetes gradualistas).

Esta hipótesis (que supone algún tipo de progresión electoral hacia el poder) tiene la dificultad adicional de que en un país como la Argentina, por el peso de la tradición peronista, no existe un "reformismo obrero" (indispensable para una línea así) que sea reformista pero independiente de los partidos patronales, con lo cual no habría posibilidades de reeditar una experiencia como la del gobierno de Sajonia, en el cual ingresaron los comunistas en frente único con la socialdemocracia y cuya defensa frente a la reacción sería el pretexto para desatar la lucha por el poder obrero a escala nacional en el llamado (y fallido) Octubre alemán (1923), siendo esta la versión más revolucionaria posible de un "gobierno de izquierda".

Las experiencias de la clase obrera en nuestro país, desde la Semana Roja hasta las jornadas de julio de 1975, pasando por la huelga de la construcción de 1935 y la huelga general de 1936, la toma del Lisandro de la Torre, el Cordobazo y todos los "azos" y las rebeliones antiburocráticas de 1973/74 plantea lo esencial de la hipótesis estratégica de la dinámica posible del levantamiento obrero más apta para suelo patrio: la huelga general con eje en los grandes centros urbanos, control de las calles y organización de la autodefensa por los trabajadores. Para que esta avanzada de los trabajadores pueda triunfar es necesaria una alianza obrero-popular, que garantice el apoyo de los pobres de las grandes barriadas tanto como de sectores de las capas medias. Y obviamente una dirección política que sostenga esa estrategia, que como planteamos acá, es un partido revolucionario.

Trotsky decía que la huelga general plantea el problema del poder pero no lo resuelve. Por eso no se trata solamente de preparar un "nuevo 19 y 20" o un "19 y 20 + intervención de la clase obrera". Sin embargo, cualquier hipótesis de avance político de la izquierda trotskista no puede estar desligada de la recuperación de las formas de lucha y experiencias más avanzadas de la clase obrera a escala nacional e internacional.

jueves, 12 de julio de 2012

Fernando Aiziczon sobre la Conferencia Nacional de Trabajadores


Reposteamos de la página de Pateando el Tablero.

Entrevista con Fernando Aiziczon sobre su participación en la Conferencia y el balance que hace de la misma.

Las resoluciones votadas “por sindicatos sin burócratas” y por un “partido de trabajadores sin patrones”, en perspectiva histórica, la relación con los sectores obreros que estuvieron presentes y otras experiencias del clasismo en la Argentina.

Por ultimo hablamos de la reflexión sobre la necesidad de retomar la cuestión estratégica y los aportes que dejó la Conferencia desde este ángulo.


http://pateandoeltablero.com.ar/wordpress/wp-content/uploads/2012/07/11-07-12-Fernando-Aiziczon.mp3

martes, 10 de julio de 2012

Más de 4000 participantes en la Conferencia Nacional de Trabajadores convocada por el PTS

Con más de 4000 participantes sesionó este domingo en el estadio cubierto de Ferro la Conferencia Nacional de Trabajadores, convocada por el PTS con los delegados clasistas de todo el país, que incluían a militantes de 143 sindicatos y de 14 provincias.

 
Completo acá.