domingo, 31 de julio de 2011

Sobre el FIT y nuestro trotskismo (a propósito de la respuesta de Martín Azcurra)

Ayer subí la respuesta de Martín Azcurra, que acusó recibo de lo que yo posteé acá. Me parece que si bien no variaron mucho los contenidos de lo que planteaban los muchachos en el dossier del N° 100 de Sudestada sobre "La Izquierda y las Elecciones", sí muestra una voluntad de debatir, clarificar lo que quiere decir y también reconocer ciertos puntos débiles de sus argumentaciones. Aunque no tenemos acuerdo, mantiene un marco de respeto, así que intentaremos mantener el mismo registro, sin dejar de ser, como dice el mismo Martín, duros en las críticas.

En primer lugar quiero decir que me parece un poco auto-referencial por parte de Martín plantear que "se abrió el debate" por su dossier y mi respuesta. Me parece importante destacar que en el blog del IPS venimos subiendo todas las opiniones e intercambios sobre el FIT, dentro de los cuales hay muchas intervenciones que toman aspectos similares a los planteados por los compañeros de Sudestada.

En este sentido, me parece muy importante destacar que si bien no es la primera vez que cruzamos debates con compañeros que se ubican ideológicamente en la izquierda pero políticamente son más o menos adversarios respecto de las organizaciones trotskistas, en este caso hemos logrado establecer un diálogo más amplio, con puntos comunes que podemos desarrollar juntos y diferencias para profundizar.

Dicho esto, voy a intentar responder los puntos planteados por Martín, siguiendo la estructura de su argumentación, para que sea más fácil de seguir la discusión.

Sobre la proscripción y el FIT: Me  parece que acá hay dos planos distintos, el primero y más circunstancial es que los compañeros siguen minimizando el problema del mecanismo antidemocrático de las primarias. Decir que siempre el régimen burgués va contra las minorías es cierto en un sentido tan general, que es precisamente una generalidad. En este caso, estamos hablando de un mecanismo que concretamente impediría, en caso de no pasar el piso, que la izquierda presente candidatos en las elecciones nacionales de octubre, aquí y ahora, dentro de dos semanas, en la Argentina y no en el mundo de las abstracciones.

Como bien han planteado compañeros como Hernán Camarero y Ariel Petruccelli, con distintos fundamentos, esto va en contra no solamente de los partidos trotskistas, sino también contra la denominada izquierda independiente y en general es para bloquear la posibilidad de que el peso social de la izquierda (mucho mayor que su caudal electoral) se exprese políticamente en la instancia de las elecciones (que no es la única ni para el PTS la principal, pero no queremos naturalizar que nos pongan en un limbo entre el sindicalismo y la política, por no sacar un porcentaje X de votos). Sobre esto, ver discusión con un diputado kirchnerista acá.

En este sentido, el FIT es una alianza táctica, porque es para responder a una batalla puntual que es la de la proscripción, pero tiene implicancias  relevantes a mediano plazo, porque si la izquierda es definitivamente bloqueada en la superestructura política, las vías de su recomposición pueden ser muy distintas que si logra aparecer como una fuerza política nacional, aunque sea muy minoritaria.

Martín, no me queda claro por qué pensás que el FIT debería ser un acuerdo estratégico de largo plazo, como planteás. Parece un deber ser, pero no tiene fundamentación. Me parece que las organizaciones que lo componen tenemos distintas prácticas políticas, en algunos casos muy distintas y también diferencias en cuanto a la estrategia, es decir tenemos distintas visiones sobre cómo se articulan las batallas tácticas en función de vencer al enemigo de clase. En estos tres posts y en este, se puede leer algo al respecto. Incluso aunque en algún momento pudiéramos confluir en el mismo partido, tendríamos que saldar esa discusión.

Por último, me parece que el razonamiento de ustedes es sectario (como no uno hubo la unidad que nosotros queremos, no los apoyamos) y termina siendo oportunista frente a la avanzada del Estado, porque en vez de llamar a votar al FIT para romper la proscripción, se quedan criticando lo limitado que es el FIT, en vez de llamar a enfrentar al Estado. Ustedes reclaman una unidad estratégica, pero no son capaces de sumarse a una unidad táctica elemental y necesaria. Es una posición insostenible para alguien que se reivindica de izquierda. El comentario de DP en el post del texto de Martín explica bien esto.

Sobre "la crisis" de la izquierda: Me parece que toda la argumentación de Martín se basa en los procesos surgidos al calor del 2001 y después en generalidades como que no somos una alternativa para las masas, pero no en un análisis del trabajo concreto de la izquierda en los procesos obreros bajo el kirchnerismo, que es indispensable para analizar la situación actual de la izquierda.
Sobre el 2001 y los movimientos sociales surgidos a su vera, me parece que hubo distintas apuestas políticas. Los que optaron por la revolución de las cacerolas (MST) o el "sujeto piquetero" (PO), crecieron mucho en un momento y después retrocedieron junto con los movimientos en los que se habían insertado. La apuesta del PTS pasó por las ocupaciones de fábricas primero, planteando desde Zanon la unidad con el movimiento de desocupados y por la inserción en la industria, que tuvo sus frutos en el desarrollo del sindicalismo de base después, tanto en gremios de la CGT como de la CTA, fenómeno que al parecer no concita la atención de Martín, que habla de una "bancarrota política" que no es tal.

Creo que el error está en absolutizar los fenómenos de vanguardia surgidos después del 2001 en un contexto en que el movimiento obrero más concentrado venía muy mal y subvaluar los procesos del movimiento obrero que surgieron con la recomposición económica bajo el kirchnerismo, en los cuales el trabajo del PTS ganó un peso muy superior al del resto de la izquierda partidaria, articulando las experiencias surgidas al calor del 2001 como la ocupación de Zanon con los procesos nuevos, en la corriente del sindicalismo de base. Eso no es todavía una "alternativa para las masas" pero sin estructuración y peso en sectores fuertes del movimiento obrero, tal alternativa es imposible, siempre que queramos construir una izquierda clasista, ¿no?

Sobre el Partido: No te ofendas Martín, pero me parece un refrito de las cosas que escribía Tarcus en El Rodaballo. Intentaré explicar lo más posible nuestras posiciones.

En primer lugar, nuestro modelo de estado transicional (o postcapitalista) es un estado obrero con "pluripartidismo soviético", es decir basado en instancias de organización de base que unan la dimensión laboral, territorial y política y que a su vez tengan libertad de tendencias. Estamos en contra del partido único y lo mostramos en Zanon, donde a instancias nuestras entraron a la fábrica todas las tendencias que apoyaron la lucha, incluido Barrios de Pie, que después abandonó la fábrica.

No estamos por un partido amplio tipo NPA, con reformistas incluidos, pero sí a favor de la libertad de tendencias en los organismos de masas. Fijte que por esto Fernando Aiziczon dice que el PTS es "autonomista" basándose en la experiencia de Zanon, cuando en realidad, la democracia de base es clave en la estrategia del trotskismo (y me refiero al pensamiento de Trotsky, más que a algunas tendencias que se reivindican trotskistas).

Nosotros en general intentamos que en los conflictos el activismo discipline al aparatismo de las corrientes, pero también nos peleamos con el activismo cuando asume posturas macartistas. También concebimos el desarrollo del partido como subproducto de sentar jalones en las experiencias de la lucha de clases y somos enemigos de la concepción de construcción de un partido revolucionario por engorde de un grupo o más allá de lo que aporta a la clase.

Consideramos que un partido revolucionario en la Argentina seguramente contendrá elementos que hoy están en distintos partidos. Pero no vemos que sea a través de la unidad de la izquierda en general que se pueda construir un partido con peso decisivo para dirigir una revolución, sino fusionando a los marxistas revolucionarios con los sectores obreros surgidos de las experiencias más avanzadas (dicho sea de paso, también esas experiencias incluyen derrotas durísimas, porque no siempre se puede triunfar, a veces lo importante es que la derrota sea con honor, como dice Clausewitz).

Para no hacerla muy larga, me remito a los posts que linkeé más arriba sobre el debate estratégico al interior del FIT. 

Pero quería cerrar este punto diciendo que vemos imposible que exista un partido revolucionario en la argentina sin una corriente clasista muy fuerte en el movimiento obrero. Por eso en la actualidad impulsamos el desarrollo de la corriente del sindicalismo de base en los gremios de la CTA y la CGT, que tiene expresión en el periódico Nuestra Lucha.

No me siento nada representado por eso del "microclima" que describís. Lo que sí es cierto, es que en un contexto en que todo el mundo abandonaba el marxismo, el PTS hizo un esfuerzo por "volver a Trotsky" y en función de esto, podemos no ser todo lo sofisticados que sería deseable respecto de los diálogos con otras corrientes téoricas, pero en general intentamos entenderlas antes de criticarlas.

Tengo la impresión de que ustedes conocen poco nuestra forma de pensar y nos meten en una bolsa indiferenciada de lugares comunes (algunos seguramente basados en cosas reales) sobre "la izquierda" o "el trotskismo". De hecho, me causó un poco de gracia que varios amigos que no son del PTS (la mayoría con posiciones parecidas a las de Martín) me dijeron "che, qué bien tu respuesta a Sudestada, que debate en buenos términos, qué buen tono" cuando era bastante dura. Esto me hizo pensar en que ustedes nos ven como si fuéramos trogloditas de los que sólo cabe esperar sonidos guturales, en lugar de argumentos y como tenemos argumentos, se sorprenden ¿No tendrían ustedes que revisar algunos de sus prejuicios?

Sobre la supuesta descalificación de los movimientos sociales con fines electorales: Yo no afirmo que los movimientos sociales, por no ser trotskistas, son autonomistas. Afirmo que el autonomismo fracasó como dirección de esos movimientos, por la imposibilidad de construir una esfera pública no estatal (Virno) sin derrotar al estado burgués y sin la intervención de los batallones más concentrados de la clase trabajadora y que el reformismo los subordinó al estado. Acá en Neuquén un sector muy importante de la vanguardia estudiantil autonomista se hizo kirchnerista. Capaz es un caso único en el país y yo exagero su importancia, pero sería una combinación de los dos argumentos anteriores.

Lo único que te aclaro es que el debate con Gruner era a propósito de qué agenda de discusión tiene que tener la izquierda, incluyendo a los compañeros sin partido, no un balance puntual de las experiencias que están tomadas en un sentido general y  mucho menos una intervención para hacer campaña por el FIT.

Creo que esta incomprensión muestra una superficialidad de ustedes para abordar los problemas estratégicos, en los que hasta ahora lo más concreto que plantean es la unidad de la izquierda a largo plazo a la vez que no la consideran digna ni siquiera de sobrevivir a las primarias por haber logrado una unidad solamente táctica.

Espero que habiéndome explicado un poco más, sí pueda entrar en la categoría de "marxista".

sábado, 30 de julio de 2011

Respuesta a Juan Dal Maso (PTS) sobre la crisis de la izquierda (por Martín Azcurra)

Posteo un texto que me envió Martín Azcurra de la Revista Sudestada, para continuar el debate. En breve haré algunos comentarios críticos sobre su contenido, pero antes quería hacerlo llegar a los lectores/as de este blog. Pasen y vean...

La intención de la revista Sudestada era abrir el debate y en buena hora se ha abierto sobre lo que nosotros suponemos una “crisis” que atraviesa la izquierda en Argentina, en la cual nos incluimos.

La respuesta de Dal Maso tiene el mérito de hacerse cargo del debate y hacerlo en buenos términos (sin dejar de ser duro en las críticas), cosa que creemos fundamental para superar las miserias propias de la izquierda.

Por otra parte, nos hace ver lo poco que construyen los juicios apresurados en los que caemos sin darnos cuenta y que criticamos tanto. Por ejemplo, cuando decimos: "lo que no menciona (Dal Maso) es cómo tomar el poder, pero suponemos que sería votando al FIT", se trata sin duda de un comentario fácil, vulgarmente conocido como “chicana”. No dudamos que el PTS tenga una estrategia de poder, y bien lo introduce el autor en su artículo cuestionado. Se puede ver entonces cómo esta frase inapropiada no sólo es irónicamente falsa, sino que además desvía el eje de la discusión, lo cual no sirve a ninguna de las dos posturas.

Otra cosa que nos hace ver Dal Maso es que no se puede aventurar un juicio duro sin presentar argumentos claros. En todo el recorrido de la nota se dice que existe una crisis de izquierda, pero no se aclara por qué se la considera crisis.

De hecho, lo que criticamos de Dal Maso es justamente lo mismo, que no desarrolla una serie de consideraciones fundamentales por las cuales habría que votar al FIT. También nos hace ver que no se pueden hacer juicios globales cuando se desconocen experiencias importantes como las paritarias de alimentación mencionadas en su artículo (no así los casos de las fábricas recuperadas y del periódico Nuestra Lucha, que conocemos en profundidad). Ahora, como respuesta a su respuesta, vayan los siguientes comentarios:

- La “proscripción” pone de manifiesto la principal contradicción del FIT. Lo que debería ser una alianza estratégica termina siendo y presentándose como un rejunte circunstancial. Para nosotros, no debería ser ésta la razón de ser de un frente de izquierda. La legalidad democrática burguesa siempre atenta contra las minorías y la mejor manera de combatirla es con la unidad firme de los revolucionarios. Por otra parte, las últimas elecciones en la Capital demostraron que la tarea ya no es dejar de ser minoría, sino al menos serlo.

- Si bien la nota enumera las causas que provocaron la supuesta crisis de izquierda, es cierto que no dice cómo se manifiesta. Está claro que una crisis implica algo más que una simple complicación, sino que implica un carácter de tipo estructural, es decir que la comezón se hizo enfermedad. En la nota se dice que la crisis se debe a la falta de comprensión de los procesos populares de los últimos diez años por parte de la izquierda (principalmente el trotskismo), sumado a las prácticas sectarias (demostradas en sus principales derrotas conocidas, pero también en las muchas experiencias que no llegaron a ser) y a un discurso anti-popular, pero no se dice cómo se manifiesta. Tal vez, lo que uno considera crítico es posible que el selecto círculo militante lo considere un simple inconveniente, provocado seguramente por las “condiciones de un contexto desfavorable”. Sin embargo, para nosotros la crisis se revela abiertamente en la ausencia absoluta de una alternativa socialista visible para las masas, en el desarrollo fragmentado y aislado de pequeñas experiencias de lucha que no llegan a constituir una corriente que dispute espacios de poder ni siquiera en la descompuesta CTA, en la aplastante derrota electoral sufrida por la izquierda partidaria justo allí donde tiene mayor inserción, en la división y competencia salvaje entre fuerzas políticas cuyos programas y prácticas apenas difieren, etc. De ninguna manera la crisis se expresa en la proscripción, o en tal caso, la proscripción expone la crisis de la izquierda. Ahora bien, ¿por qué decimos que el trotskismo, y el FIT como su expresión unitaria actual, son responsables privilegiados de esta bancarrota política?

- Se han esbozado en la nota una serie de críticas al trotskismo, pero no se han desarrollado en profundidad. En primer lugar, habría que decir que no son lo mismo todos los grupos que integran dicha corriente. En ese sentido, es posible que el PO sea su exponente más negativo. Fuerzas como el PTS, que integra Dal Maso, han demostrado una gran propensión al debate. En segundo lugar, hay que decir que muchos militantes trotskistas son parte indispensable de la lucha, así como muchas experiencias son hoy un ejemplo. Sin embargo, advertimos elementos y prácticas comunes que expresan una tendencia, y que nos permiten creer que existe una raíz teórica común. El primer punto en cuestión, del que creemos que surgen muchos otros, es la concepción particular de la relación vanguardia / masas, tomada mecánicamente de los procesos revolucionarios “más puros” del siglo pasado (descartando los aspectos positivos de otras experiencias complejas y contradictorias). En esa traslación a-crítica, surge un modelo “lúcido” que lleva a considerar el propio partido como el más preparado para dirigir la revolución, entorpeciendo la tendencia a la unidad y conformación de un futuro partido de la clase, donde cada corriente forme una tendencia en su interior, verdadera expresión de la multilateralidad de toda sociedad y de toda revolución. En vez de constituirse como destacamento de una futura organización, el trotskismo se comporta, a diferencia de lo que propone (algunos grupos más que otros), como un partido único en pequeño, al cual deberán sumarse posteriormente todos los revolucionarios. Como una más de las tantas disociaciones en las que suele caer esta corriente, la distancia sustancial entre las palabras y los hechos vuelve muy difícil la superación de esta deformación o confusión de tipo iluminista, y más difícil aún la posibilidad de un debate al respecto. A pesar de esto, la fuerza de los hechos confirma una tendencia, y para nosotros se expresa en la vehemencia con que cada grupo trotskista intenta dirigir al activismo independiente y a las masas no organizadas en general, desestimando (y a veces impidiendo) cualquier tipo de dirección colectiva. Es esta constitución del partido como Verdad absoluta la que genera las actitudes mesquinas que todos podemos ver en cada espacio que integra la izquierda convencional, y que hacen que todos los que no opinemos de la misma manera seamos considerados reformistas como Pianelli o enemigos del pueblo como Moyano y Caro. A su vez, esta actitud tiene un doble carácter negativo, ya que contiene un gran componente contagioso. Otros grupos terminan cayendo en las mismas prácticas con el fin de competir o defenderse de semejante imposición, lo que demuestra que tal desviación está latente en la mayoría de las organizaciones (leninistas o no, que quieren dirigir o que dicen no querer hacerlo). Lo siguiente que habría que analizar del trotskimo es su poca capacidad de actualizar el marxismo y adaptarlo a una realidad cada vez más compleja y fluida (no desestimamos el nivel teórico elaborado por estos grupos, sino la forma en que descartan una gran cantidad de corrientes políticas e intelectuales contemporáneos por diferencias secundarias). La disociación final es tan grande que el Partido Verdad no es capaz de comprender el clima social ni el conjunto de ideas que priman en determinado momento, provocando un alejamiento / aislamiento de sus organizaciones y militantes. Es probable que esto explique la conformación de un micro-clima, que necesita autoconvencerse continuamente de su rumbo para sobrevivir como grupo, llegando a romper cada vez más con el conjunto social, y alcanzando formas de secta. Esto, que para nosotros es una falsa concepción de la vanguardia, lleva a que el militante, con el manual en el bolsillo (el programa de transición), señale siempre un paso posterior de la lucha, generalmente todavía no sentido por el sujeto que la impulsa, descartando u olvidando elementos fundamentales como la consolidación del grupo, la integración del militante con las masas, el afianzamiento de la lucha sobre la base de lo obtenido, etc. Todas las prácticas tan criticadas por el entorno (tal vez por eso Dal Maso dice que son lugares comunes) dan cuenta de un problema teórico político de fondo, muy difícil de indagar, y que de alguna manera nos responsabiliza a todos, en mayor o menor medida. ¿Seremos capaces de tomar la discusión de una manera responsable (por el tamaño de la empresa) y sincera?

- Finalmente, disentimos con Dal Maso cuando desestima (con fines electorales) el proceso que vienen dando los movimientos sociales surgidos de las luchas de fines de los 90 en su constitución como alternativa política (ver http://www.ips.org.ar/?p=2128).Decir que estos movimientos son autonomistas y/o que derivaron en el kirchnerismo o en el reformismo es no conocer su complejidad (a propósito de tocar de oído). Sólo una parte de ellos fue cooptada por el kirchnerismo (así como muchos militantes de otras corrientes, incluido el trotskismo, también lo fueron), pero una gran parte (que sí piensa en una estrategia revolucionaria de toma del poder) creció enormemente en construcción política y en inserción real. Algunas pocas influencias semi-autonomistas siguen presentes, claro, así como muchas prácticas stalinistas dentro del trotskismo. Hablar del fracaso de algo que se desconoce (o de lo contrario se miente) en vez de integrarlo en una misma estrategia de poder, trazar una decantación falsa de opciones para elegir al FIT por descarte, inventar fórmulas que cierran más con su teoría que con la realidad (movimientos = autonomismo = reformismo = kirchnerismo), deslindar culpas o responsabilidades en la disolución de las asambleas populares, ocultar los propios fracasos, creer que una estrategia de poder existe sólo cuando se hace propaganda como tal, es caer en un simplismo muy alejado de lo que al menos nosotros consideramos marxismo.

viernes, 29 de julio de 2011

Ledesma, tierra de combates

Así lo indicó la jueza Pérez Rojas en diálogo con lanacion.com; militantes de la CCC se enfrentaron a la policía por la ocupación de tierras en el Ingenio Ledesma; fallecieron un agente y dos de los ocupantes; hay una persona en grave estado; habrá una marcha en el ObeliscoEl amigo Joaquín, jujeño exiliado en la ciudad de Tosco y el Sitrac-Sitram, me envía una líneas en homenaje a los trabajadores y el pueblo de Libertador General San Martín y su tradición de lucha.

Tierra de combate, que combatió los noventa como pocas. Echar a la gendarmería y a la policía de la ciudad en tomas de hecho, piqueteros en escuadra marchan con sus noventistas armas de combate, las certeras ondas que hicieron correr a los centuriones del menemismo y sus gases irrespirables, lanzados dentro de las casas humildes de Libertador General San Martín. Así la invasión gendarme de 1997 fue derrotada y la asamblea del piquete fue autoridad. No es tierra mansa aunque venga embroncadamente tranquila. Allá arriba en el norte argentino, por la ruta 34 que va derecho para Pocitos cruzando el Bermejo pasando por pueblos hermanos que tampoco dudaron en expulsar a las fuerzas de ocupación, Mosconi, Tartagal, la de Anibal Verón, un camino de gomas que saben cómo arder. De nuevo nos matan, y alimentan la furia, nos matan por tierra, reclamo tan antiguo y basico de la humanidad que nos niegan desde lujosas oficinas de Puerto Madero. Pero aún no vieron nada, tuvieron que volver a formar el ejército moderno de los esclavos del Imperio Ledesma el de la dinastía Arrieta Blaquier y empezó a rugir, es el fantasma del verdugo, el puede arrancarle el sueño al grotesco Juan Pedro, a su descendencia y a sus patéticos bufones de San Salvador, ¿seguirás escribiendo poesía cuando tomemos tu Ingenio y lo hagamos nuestro, cuando nos repartamos tus tierras?. Es un pueblo que guarda la venganza, acurrucada, apretada contra el pecho esperando el asalto mortal del filoso puñal, donde no se salve ni uno de los culpables, y sea la redención de sus muertos, y no solos los de la lucha, que son muchos y heroicos, no solo los muertos del Apagón, que también lo son, más aguerridos aún, también son esos miles de pibes, de bebes, de mujeres, de obreros, que mueren por el veneno con el que todos los días "El Ingenio", satura el aire, con un profundo olor a podrido, es el bagazo. Ese mismo que mato a Olga Aredes, la Madre de Plaza de Mayo la de la plaza de Libertador y las marchas del apagón. Porque es cierto que ni los muertos quedaran a salvo si el enemigo vence, a vencer.  

Esta tarde nos vamos a movilizar en Neuquén en repudio a la represión y el asesinato de los compañeros por parte de la policía y el gobierno. Por dentro, voy a ir cantando algo que me acuerdo de los años que anduve por allá y se lo escuché cantar incluso a pibes de 6 o 7 años: "Dicen que los del Norte somos callados/pero cuando nos joden los reventamos/Libres o Muertos/¡Jamás Esclavos!" 

jueves, 28 de julio de 2011

Oscar del Barco, apóstol de la reacción


El amigo Fernando Rosso me mandó por mail esta mañana la noticia de que Oscar del Barco hizo público su rechazo a un premio que la Universidad Nacional de Córdoba decidió otorgar a Juan Gelman. Entre sus fundamentos, del Barco señala que "Gelman participó en cargos de responsabilidad de un movimiento político-militar (Montoneros) que asesinó a sindicalistas, políticos, policías e incluso a miembros de la propia organización acusados de indisciplina".

Prosigue del Barco: "Nunca Gelman hizo un acto público de autocrítica explicando cómo se tomaban y se ejecutaban las condenas a muerte, y mucho menos pidió perdón a los familiares de las víctimas de las acciones guerrilleras. También esas víctimas tenía padres que las lloraban como él ha llorado la trágica y despiadada muerte de sus hijos. No se trata de política ni de poesía, sino del acto esencial de toda comunidad, el acto de soberanía ética. No un deber ser abstracto y trascendente sino una responsabilidad viva frente al semejante".

Esta intervención nos remite al debate conocido como "No Matarás" inaugurado por del Barco hace algunos años y sobre el cual nos referimos acá. Posteriormente, corregí un poco el texto para un librito que al final no publicamos.

Me parece pertinente desempolvarlo frente a esta nueva intervención ultra-reaccionaria del Sr. del Barco. Así que ahí va....

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La decadencia política e intelectual
de Oscar del Barco y sus amigos (21/08/2008)

El debate suscitado por el testimonio del ex EGP Héctor Jouvé en la revista La Intemperie de Córdoba, en la que narra la trágica experiencia del grupo, incluido el fusilamiento de dos de sus propios militantes y la posterior carta publicada por Oscar del Barco, fueron los disparadores de un amplio debate que siguió en diversas publicaciones como Confines, El Ojo Mocho y Conjetural, sobre la violencia política en los '70. Evitaremos al lector la fatigosa tarea de seguir en todos sus detalles y alternativas catastróficas este curioso intercambio de cartas. Prestaremos atención a las intervenciones de del Barco y Schmucler, porque ambos presentan, cubierto con el manto de una autocrítica, un ataque en regla a toda idea de revolución e incluso a toda idea de una acción emancipatoria de los oprimidos que, para efectivizarse, no puede más que chocar con la resistencia de los opresores. Así, el balance político, programático y estratégico de una experiencia como la del EGP, que incluiría entre otras cosas discutir el fracaso del proyecto foquista de dicha formación político-militar, es remplazado por un proceso de abstracciones donde terminan equiparadas distintas formas de violencia en una violencia general indeterminada. Dice del Barco:

"Más allá de todo y de todos, incluso hasta de un posible dios, hay el no matarás. Frente a una sociedad que asesina a millones de seres humanos mediante guerras, genocidios, hambrunas, enfermedades y toda clase de suplicios, en el fondo de cada uno se oye débil o imperioso el no matarás. Un mandato que no puede fundarse o explicarse, y que sin embargo está aquí, en mí y en todos, como presencia sin presencia, como fuerza sin fuerza, como ser sin ser. No un mandato que viene de afuera, desde otra parte, sino que constituye nuestra inconcebible e inaudita inmanencia"[1].

No pretendemos presentar como aproblemático un hecho como el fusilamiento de los miembros de la propia organización por parte de la conducción del EGP, sin embargo, veremos que en la "contrición" de del Barco ese hecho es un excusa para plantear una concepción reaccionaria de las relaciones sociales.

Prosigue del Barco: "Repito, no existe ningún 'ideal' que justifique la muerte de un hombre, sea del general Aramburu, de un militante o de un policía. El principio que funda toda comunidad es el no matarás. No matarás al hombre porque todo hombre es sagrado y cada hombre es todos los hombres."

Del Barco transforma el rechazo al fusilamiento de los propios compañeros en la reivindicación de una comunidad compartida con policías y militares, que son los que garantizan la autoridad del estado a través del monopolio de la violencia, para mantener intocada la propiedad privada.

No Matarás es también un principio de la clase dominante y su Estado. No Matarás, porque solamente nosotros matamos. No Matarás, porque quitarnos el monopolio de la violencia es poner en cuestión quién manda. Y nosotros mandamos para que mande la propiedad privada. No Matarás en definitiva porque esa propiedad es sagrada. La "contrición" de del Barco, lo es ante todo ante la sociedad burguesa.

Por eso, su diatriba termina en una lamentable aceptación de la teoría de los dos demonios: "En este sentido podría reconsiderarse la llamada teoría de los 'dos demonios', si por 'demonio' entendemos al que mata, al que tortura, al que hace sufrir intencionalmente. Si no existen 'buenos' que sí pueden asesinar y 'malos' que no pueden asesinar, ¿en qué se funda el presunto 'derecho' a matar? ¿Qué diferencia hay entre Santucho, Firmenich, Quieto y Galimberti, por una parte, y Menéndez, Videla o Massera, por la otra? Si uno mata el otro también mata […] Más aún. Creo que parte del fracaso de los movimientos 'revolucionarios' que produjeron cientos de millones de muertos en Rusia, Rumania, Yugoeslavia, China, Corea, Cuba, etc., se debió principalmente al crimen. Los llamados revolucionarios se convirtieron en asesinos seriales, desde Lenin, Trotzky, Stalin y Mao, hasta Fidel Castro y Ernesto Guevara"[2].

Aquí, a lo lamentable se une lo bizarro: Trotsky se equipara a Stalin, Santucho a Videla, y todo aquél que haya dirigido una revolución se equipara al "loco de la ruta". Para del Barco, las revoluciones no son procesos sociales y de masas sino resultado de las decisiones de algunos casos pisquiátricos. ¿Para decir estas cosas se la pasó del Barco estudiando toda la vida? ¡Pobre y desnuda vas, filosofía!

El procedimiento de del Barco consiste en diluir la violencia revolucionaria en una idea general de violencia que coincide con la criminalidad. Aquí se aplica una vez más aquello de que "gris es la teoría pero verde el árbol de la vida".

Los marxistas defendemos el punto de vista de la clase obrera y de las generaciones precedentes de esclavos insurrectos, por eso en primer lugar diferenciamos la violencia de los explotadores de la de los explotados. Aunque disentimos con la estrategia y el programa de las organizaciones guerrilleras, lo hacemos no desde la condena reaccionaria de todo tipo de violencia, sino desde una concepción que reivindica como ineludible la violencia de los explotados contra el Estado de los explotadores desde el punto de vista de la auto-organización de la clase obrera por su liberación. Esto no quiere decir que excluyamos de nuestro análisis cuáles son las mejores formas con que la clase obrera debe afrontar la resistencia efectiva a la violencia de los explotadores y en qué fases la lucha armada juega un papel relevante, ligada a la auto-organización de los trabajadores. Por ejemplo, la violencia ejercida por obreros y estudiantes en el Cordobazo fue parte de una acción colectiva de la clase obrera que perseguía la defensa de los derechos obreros y el enfrentamiento a la dictadura de Onganía, a la que hirió de muerte.

Los fusilamientos del EGP constituyen trágicas decisiones de una pequeña organización político-militar, de características profundamente artesanales, con una estrategia que la aislaba de la clase obrera y de todo movimiento de masas. Los trotskistas somos partidarios del primer ejemplo y no del segundo. Pero comparar un hecho lamentable como el fusilamiento de dos efectivos por parte de una pequeña organización revolucionaria (aunque su estrategia fuera equivocada desde nuestro punto de vista) acosada por la Gendarmería, con la violencia contrarrevolucionaria, sistemática y planificada de la dictadura militar que perseguía el objetivo de liquidar a la vanguardia obrera y popular y la entrega de los principales resortes de la economía nacional al imperialismo, solo puede servir para justificar en los hechos la violencia de los explotadores. Solamente alguien que se ha pasado abiertamente al campo de la reacción puede equiparar los aberrantes crímenes de la dictadura militar con la violencia ejercida por la clase obrera y los sectores populares, incluidas las organizaciones guerrilleras, contra los explotadores y su Estado.

El lector atento podrá sorprenderse de que tengamos que discutir cuestiones tan elementales. Justamente en eso reside el carácter reaccionario y decadente de del Barco: condena la violencia para condenar toda idea de emancipación colectiva que busque constituirse como una realidad activa y operante. Para lograr hacerse real, todo proyecto de emancipación de los explotados debe vencer la resistencia de las clases privilegiadas.

Por eso la historia ha dado infinidad de rebeliones, revueltas y revoluciones desde Espartaco hasta nuestros días. De ahí que la condena a una violencia genéricamente construida por abstracción de todas sus determinaciones concretas, sea la prueba más evidente de conformidad reaccionaria con el statu quo, que siempre se sostiene a través de formas tanto sutiles como desembozadas de violencia. A esa conformidad, del Barco le agrega el tono metafísico necesario para pasar como un pensador profundo delante de sus lamentables amigos. ¡Nada mejor para un intelectual que ser reconocido por sus pares!

El que presenta la discusión en un terreno más político es Héctor Schmucler, quien sostiene que no tiene sentido discutir los medios sin discutir los fines y por lo tanto es necesario abandonar toda idea de revolución, que es la que contiene en potencia el autoritarismo, el stalinismo y el asesinato en masa:

"Por condenable que sea, insisto, no es sólo la multiplicación de la muerte lo que empaña la acción revolucionaria; no es el costo en vidas lo que hace titubear la idea de revolución, en cuyo nombre se actúa, cuya búsqueda justifica todos los caminos y cuya presencia impregna de verdad los actos de quienes actúan en su nombre. Es duro el desafío para quienes sabemos que el ciclo de nuestras existencias ya puede presentir su final, pero si no nos atrevemos a poner en duda la idea de revolución el espíritu confundido de nuestra época terminará de morir en un extenso gemido.

Y se entiende que no se trata solamente de los caminos a seguir para alcanzarla. La bienvenida discusión sobre la lucha armada corre el riesgo de llevar a la creencia (como ocurre en la ciencia) de que hay métodos independientes de los fines. Como en la ficción de Dostoievski, cuando la revolución ocupa el lugar de Dios, los hombres (que son quienes piensan la revolución) se encuentran habilitados a actuar como dioses, la 'razón revolucionaria' se autojustifica, no hay otra libertad que la que se deriva del reconocimiento de la 'necesidad' revolucionaria"[3].

Lo más curioso de todo esto es que Schmucler presenta el cuestionamiento de la idea de revolución como una novedad (¡no se ría el lector!), cuando en realidad no hace más que acompañar la ofensiva reaccionaria posterior a la derrota y desvío de los procesos de los '70, que llegó no sólo a renegar de las revoluciones del siglo XX sino hasta de la mismísima Revolución Francesa, acompañando el sentido común formado por el neoliberalismo, repudiado en la actualidad por amplias masas. Aquí Schmucler, al igual que su amigo del Barco, demuestra su carácter abiertamente reaccionario.
Este debate que lleva más de un año es significativo, porque muestra que la mayor parte de la intelectualidad argentina proveniente de las experiencias de los '60 y '70, traza una imagen en la que toda idea de revolución es asimilada con el engendro stalinista o con proyectos crecidos a la vera de éste. Aquellos que supieron venerar a los monstruosos "aparatos" moldeados por el stalinismo y el nacionalismo burgués, pretenden hoy presentar su lamentable trayectoria como un proceso contra el marxismo y la revolución social, para esconder debajo de la alfombra del espíritu de época la mugre de su propia decadencia intelectual.

Revolución = Crimen. En esta fórmula reside toda la metafísica de la conversión de del Barco, Schmucler y otros lamentables individuos, empeñados en despolitizar completamente todo debate relativo tanto a los años '70 como al rol de la violencia política.

Parafraseando a Schmucler, cuando la democracia burguesa toma en la mente de los hombres el lugar de Dios se transforma a los años '70 en la "época de la máxima pecaminosidad" (apuntamos aquí una posible contribución de Fichte y el joven Lukács al devaneo teológico de del Barco).

No se equivoca el ex maoísta Alain Badiou cuando dice "Que el recuento de los muertos vale como balance del siglo es lo que sostienen desde hace más de veinte años los 'nuevos filósofos', que se han propuesto someter toda reflexión sobre las políticas a la exhortación 'moral' más regresiva". Badiou considera al Libro Negro del Comunismo como "una apropiación historiográfica totalmente malhadada de esa regresión"[4].

Del Barco y sus amigos hicieron su propio aporte local a esa corriente regresiva.

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[1] No Matar, Polémica de la revista La Intemperie, Córdoba 2008, Ediciones del Cíclope, pgs 31-32

[2] Ídem, pgs 32-33.

[3] Ibídem, pg 85

[4] Badiou Alain, El Siglo, Bs As 2005, Manantial, pg 13, nota de pie 3.

domingo, 24 de julio de 2011

Para seguir el debate sobre la izquierda y la proscripción

Anoche posteé un intercambio de pareceres con Rodolfo Canini, motivado en un post anterior, referido a la política proscriptiva hacia las minorías y la izquierda, llamando a apoyar al FIT de cara a las primarias del 14 de Agosto.

Me parece importante retomar algunos elementos de la discusión con el diputado Canini, porque en sus argumentos sintetiza bastante de lo que vienen planteando sectores del kirchnerismo para defender la política contra la izquierda.

En primer lugar, dice que una corriente que no llegue al 1.5 % de los votos no es una amenaza para nadie, a lo que agrega que los procesos en los que tiene peso la izquierda son minoritarios. Sobre lo primero, lo cierto es que si no somos una amenaza para nadie ¿por qué entonces imponernos un piso para poder presentarnos en las elecciones de Octubre?

Como dice un amigo acá  "... pocos países en el mundo tienen un sistema electoral tan mala leche como el impuesto por el kirchnerismo. Salvo un par de naciones, en todo el Cono Sur no existe una ley que exija un mínimo de votos para mantener la legalidad. En Colombia, tierra de sicarios, violencia paraestatal y democracias sometidas a las voluntades del Imperio, un partido político existe por estar inscripto en la Cámara Electoral por medio de una presentación de su plataforma política. En la democracia de Santos, continuador del derechista Uribe, fusilador de guerrilleros de las FARC, no se exige que los partidos políticos cuenten con determinado numero de afiliados antes de presentarse a una elección. Si no se llega al 2% del padrón electoral la legalidad se pierde, es verdad, pero presentando de nuevo la carta orgánica de constitución del partido político ante la Cámara Electoral el partido vuelve a existir en la próxima elección. Pucha, hay que esmerarse para hacer una ley que nos deje a la derecha de Colombia, ¿no? Pero aguarde doña, que hay más. En Brasil, hormiguero humano, te piden como medio millón de adhesiones a nivel nacional, un montón, pero una vez conseguidas estas no se caen con el correr del tiempo, ni está su supervivencia anexada a los resultados electorales. Nada mal, pero ojo que progresismo, lo que se dice pro-gre-sis-mo, hay en Bolivia. Allí basta con la mera constitución del partido en asamblea pública y la votación de una carta orgánica del partido ante Escribano y, pasados los 30 días, la Corte Electoral habilita al partido fundado a iniciar sus actividades partidarias. El único requisito para disputar el Palacio Quemado de La Paz es el haber hecho este trámite 90 días antes de la elección."

Hay que tener estómago para defender una legislación electoral más de derecha que la de Colombia ¿no le parece? Pero insisto, si somos taaaan inofensivos ¿cuál es el problema con que podamos presentarnos en las elecciones de Octubre? En esto, los progresistas del kichnerismo están incluso por detrás de algunos exponentes del "peronismo tradicional". Pero bueno ... nadie es perfecto...

Sobre lo que dice acerca de Kraft, Zanon, etc., insisto no sólo en que el gobierno no opina lo mismo, sino que en la propia UIA están advirtiendo sobre las posibilidades de "descontrol sindical" y dicen que lo peor que podría pasar es un nuevo Kraft.  O sea, que más allá de las cuestiones cuantitativas, el sindicalismo de base golpea ciertos lugares fuertes de la patronal, incluso algunos de ellos en determinados momentos actúan como verdaderos centros de gravedad, cuanto se dan conflictos-testigo como el de Kraft.

Resumiendo, tenemos pocos votos, es cierto, pero el peso social de la izquierda es mucho más amplio que su caudal de votos (no por nada acá en Neuquén, llevando como candidatos a referentes obreros reconocidos como López y Godoy hicimos un buena elección a nivel provincial).

Borrar a la izquierda del escenario electoral sería un golazo para las patronales que se verían con las manos aún más libres para atacar a los delegados y comisiones internas antiburocráticas, que Canini dice valorar y respetar.

Por otra parte, no es cierto que los trotskistas seamos parte de la tradición de izquierda gorila que apoyó el golpe del '55. Si quiere investigar un poco más, puede meterse en este link. Al final hay una serie de consideraciones sobre el rol del trotskismo en la tradición nacional que vienen al caso. 

Por último, sobre nuestra lectura del kirchnerismo, puede leerse acá. No sé de dónde sacó Canini que no hacemos análisis de los procesos o que somos fanáticos de la lógica formal.

Y les digo más, si están tan convecidos de que este mecanismo de proscripción es taaaan maravilloso, me imagino que Canini y todos los que opinan como él, nos votarán en las primarias para que nuestra caracterización de que es un mecanismo proscriptivo no se vuelva una profecía autocumplida, de las que tanto nos gustan a la "izquierda dogmática" ¿No les parece?
 
 

sábado, 23 de julio de 2011

Pequeño debate con Rodolfo Canini sobre la proscripción

Esta mañana envié por mail el post donde linkeo la entrevista con Hernán Camarero y los spots del FIT. 

Hace un rato, me escribió Rodolfo Canini, dando lugar a un intercambio, que reproduzco a continuación. 


Mail de CaniniDe qué proscripción hablan? El Poder proscribe cuando se siente amenazado, como en el 55 al 73, proscribió al Peronismo. Obviamente que un espacio político que obtiene menos del 1,5%de apoyo popular en una elección, no resulta una amenaza para nadie. La seudo-izquierda , o la "izquierda" que necesita la derecha argentina, ha perdido la brújula , como históricamente pasó en nuestro país. 

Respuesta  mía:  Estimado Sr. Canini, precisamente no opina lo mismo el gobierno de la Sra. Cristina de Kirchner, que junto con Scioli reprimió a los obreros de Kraft Terrabusi, Santa Cruz y otros, utiliza la patota de Pedraza contra los tercerizados del Ferrocarril Roca, etc. 

Está claro que la izquierda a nivel electoral tiene pocos votos, pero tiene una inserción social que pocas tendencias pueden exhibir, la cual se expresa en el movimiento del sindicalismo de base, del que Zanon y Kraft son buenos ejemplos. 

Si la ley que establece las primarias obligatorias no es contra las minorías en general y la izquierda en particular, contra quién es? No me va a decir que se comió el verso de la "reforma política".

Si me da permiso, me gustaría incluir su comentario en mi blog y también poner esta breve respuesta. Capaz a alguien más le interesa opinar. Le parece? 


Mail de Canini:   Estimado Juan, la lucha de Zanon, Kraft, de compañeros/as trabajadores/as de la educación de Santa Cruz, y tantas otras luchas que existen a lo largo y ancho de nuestro país, que valientemente asumen compañeras y compañeros de diferentes corrientes políticas, las respeto y las valoro, pero vale también aclarar que ellas, representan quizás menos del 1,50% del movimiento obrero organizado. Son luchas reivindicativas y hay que analizarlas y valorarlas desde ese contexto, sin menoscabar el esfuerzo y el compromiso de sus protagonistas. El enemigo no es el Kirchnerismo, como tampoco lo fue en el 55 el peronismo. La autodenominada izquierda vuelve a equivocarse y a cometer los mismos errores históricos. No analiza procesos, pareciera que no ha salido nunca de la lógica formal. Es mi humilde opinión, y la expreso fraternalmente. Obviamente, autorizo su pedido con gusto.

***

Mañana voy a postear algo más respecto a este debate, tomando también los elementos históricos que menciona sobre la relación entre la izquierda y el peronismo. Ahora me voy a cenar y dejo a los amigos si quieren meterse en los comentarios a aportar. 

El Sensei

Hace mucho que quería escribir sobre este tema, pero por una cosa u otra lo postergaba. La reciente visita al barrio para honrar mis deberes familiares, lo trajo de vuelta a mi cabeza. Así que ahí vamos...

Hace unos tres años o más escuché por casualidad una canción que hablaba sobre un muchacho a quien llamaban "El Sensei". Me llamó la atención, porque es un término asociado a la mitología de mi infancia. 

El Sensei era nuestro profesor de Karate okinawense que, según la mitología oficial del Dojo, en un trance difícil había escupido un par de dientes y dado vuelta un combate áspero. El tipo pateaba la bolsa y hacía golpear la nuca contra la pared al que la sostenía (al que estaba más atrás, porque la sostenían entre dos o tres). Teníamos una gran admiración por él. Íbamos con mis amigos a ayudarlo a pintar el gimnasio, arreglar el tatami, o lo que hiciera falta. Después, le agarré el gusto a la lectura, dejé de ir a entrenar y no supe más de él. 

Pero la canción no hablaba de eso, sino de alguien que dirige una fumata verde con sabiduría y respeto por la tradición. Esto también me llamó la atención. Siendo ajeno a la "cultura cannabica" (aunque estoy a favor de que se legalicen las drogas prohibidas, no me producen un gran entusiasmo), me resultó llamativo cómo el que escribió la canción logró hacer algo bastante poético con un tema como ese. Porque, según mi humilde opinión, el tema está bastante bien escrito, con palabras bien elegidas y música acorde. 

A la mayoría de la gente con la que pude comentarlo, la canción les genera una sonrisa cómplice porque habla de un secreto a voces. Sin embargo, a mí me genera un vago sentimiento de melancolía. Y me propuse averiguar por qué. 

Y creo que la respuesta es que, a través de la narración poética de una situación puntual como la de fumarse un faso entre varios amigos (que podría ser también tomarse un vino o una cerveza o lo que fuera), la canción habla precisamente de la admiración que uno tiene por los amigos que saben hacer las cosas adecuadas en el momento adecuado. Aunque no se consigue así nomás, es una virtud que persiste, sostenida por gente que tiene apego a ciertos códigos que le permitieron salir airosa de varios líos. 

A mí, la canción me habla también del poco interés que presenta la decadencia de esta sociedad para los jóvenes, de la contradicción de vivir en esta época y no gustar nada de ella (sobre todo para los que tuvimos que fumarnos todo el menemismo siendo adolescentes) y del barrio como un lugar de pertenencia y respeto bien ganado, al que no puedo volver pero del cual nunca me fui. 

Habiendo pasado en limpio el asunto, va el tema para los/as que quieran escuchar.




Contra la proscripción ¡Agitación!

Estimados/as lectores/as: Comparto con uds. una entrevista con Hernán Camarero publicada en el último número de La Verdad Obrera, junto con los spots del Frente de Izquierda y de los Trabajadores. 

Agradecemos su difusión vía mail y redes sociales y los invitamos a sumarse activamente a la campaña para que el FIT pase airoso las elecciones primarias del 14 de Agosto y 
pueda presentar candidatos en las elecciones de Octubre. 




  • CHRISTIAN CASTILLO VICEPRESIDENTE
  • JORGE ALTAMIRA PRESIDENTE
  • BASTA DE CONTRATOS BASURA Y DE TERCERIZACIONES
  • QUE FUNCIONARIOS Y LEGISLADORES GANEN LO MISMO QUE UNA DOCENTE

lunes, 18 de julio de 2011

Una curiosa "clase de marxismo"

Con cierto retraso temporal me llegó el último número de la Revista Sudestada. Los muchachos cumplieron con la edición de Julio de este año los cien números. Desde ya ¡felicitaciones por la continuidad!

Me interesa comentar un poco la polémica que la revista realiza con el FIT en la sección Debate titulada "La izquierda ante el desafío electoral".

Comienzo sintetizando los argumentos, para después desarrollar un poco algunos detalles. El debate que plantea Sudestada es el siguiente: la izquierda argentina enfrenta "una de sus peores crisis" en un escenario mundial convulsionado que da nueva vigencia al marxismo, no fue alternativa a la crisis del 2001 y después de eso continuó con sus prácticas sectarias, que llevaron a derrotas como la de la lucha del Casino Flotante y ahora el PO, el PTS e IS se unen en el FIT, que es un acuerdo oportunista y no un "proyecto estratégico unitario a largo plazo". Una izquierda verdaderamente revolucionaria surgirá de la lucha contra este sectarismo incurable.

El artículo reproduce tantos lugares comunes contra la izquierda trotskista, que es imposible discutirlos todos. Sin embargo creo importante señalar algunos elementos, incluso para ver si se puede hacer un debate más centrado en las posiciones que realmente sostenemos y no en la caricatura de ellas.

En primer lugar, si bien en ambos artículos que componen la sección se menciona el "desprecio por las minorías" y la "proscripción" de la ley electoral del gobierno nacional, no tiene ninguna jerarquía la necesidad de enfrentar esta política proscriptiva. Para los muchachos de Sudestada, los partidos que integramos el FIT, aparentemente merecemos desaparecer de la superestructura política por ser sectas que se detestan (para fundamentar lo cual  dedican un artículo entero a ciertas discusiones entre el PTS y el PO sobre el ferrocarril Roca) al punto de que no llaman a enfrentar activamente la proscripción, sin lo cual es difícil debatir sobre las limitaciones y alcances del FIT. En esto, se ubican muy por detrás de los apoyos críticos que ha recibido el FIT y que en nuestro caso han sido más que bienvenidos, más allá de que demos los debates políticos que consideramos necesarios. Es más, los muchachos están claramente por detrás de posiciones como la de Ariel Petruccelli, a quien no se puede acusar de excesiva simpatía con los partidos que componen el FIT, pero considera central el problema de la proscripción y desde ahí llama a votar al FIT. 

En segundo lugar, no está claro por qué la izquierda estaría ante una de sus peores crisis. Si es por la posibilidad de ser proscriptos, se aplica lo dicho más arriba. Si es por otro motivo, no se explicita para nada en el artículo. 

Ligado a esto, los autores parecen tocar de oído en lo que respecta al trabajo de base de la izquierda trotskista ¿Qué opinan del trabajo de la izquierda en Zona Norte del GBA, donde tiene peso en importantes comisiones internas, empezando por la de Kraft-Terrabusi? ¿Qué opinan del trabajo de la izquierda en Zanon y el aporte que hizo la presencia de los candidatos ceramistas a la campaña del FIT en Neuquén? No se sabe ¿Qué opinan del periódico Nuestra Lucha impulsado por los referentes del sindicalismo de base? Tampoco se sabe.

En tercer lugar, presentan un "balance" de los "fracasos" del trotskismo, que bien podría suscribir Hugo Moyano. Así como respecto de la experiencia de Brukman, Sudestada repite los argumentos del Dr. Caro y los krichneristas, los muchachos retoman la cantinela contra la izquierda trotskista respecto del balance de la lucha del Casino Flotante. Copian una cita de Alejandro Belkin, en la cual se dice que la derrota de la lucha del Casino Flotante fue porque el PO y el PTS "tienen prohibida la palabra 'negociación'. La consideran una mala palabra" y que por eso la lucha fue derrotada y "Para trazar un cuadro de situación más completo, tendríamos que agregar que las conquistas y la organización han sido destruidas."

Una superficialidad brutal, porque por ejemplo en ese "cuadro de situación" falta que el gobierno de Cristina Kirchner había ganado con el 46% de los votos, en medio de un conformismo social enorme, los grandes medios de comunicación avalaban la represión brutal que los trabajadores tuvieron que enfrentar en reiteradas ocasiones, junto al carneraje de la burocracia de seis gremios que se pusieron a disposición de la patronal de Cristóbal López,  entre otros pequeños detalles.

La lucha fue derrotada, principalmente porque no se logró torcer la relación de fuerzas en un contexto muy desfavorable. Seguramente es más fácil copiar y pegar la posición del Beto Pianelli, pero eso no resuelve la falta de seriedad del apurado balance. Además no sé de dónde sacaron eso de que para nosotros la palabra negociación es "mala palabra". ¿No están enterados de que intervenimos en la paritaria de la Alimentación, en la cual el año pasado impusimos el 35% de aumento?

Por último, pero no menos importante, en aras de trazar una caricatura de la izquierda que se adecue a los fines polémicos, los muchachos citan parcialmente un post en el cual intento dialogar con una intervención de Eduardo Gruner, en el cual  planteo que las condiciones de posibilidad de una estrategia de toma del poder por la clase trabajadora se basan en que el autonomismo y el reformismo no han sido alternativa al modelo clásico de revolución. Dicen que doy una "clase de antimarxismo" y que "lo que no menciona es cómo tomar el poder, pero suponemos que sería votando al FIT". Muchachos, en vez de "suponer" sugiero leer entero el post que no leyeron completo o deliberadamente lo recortaron para simplificarse el laburo. Apenas un línea más abajo del párrafo citado por ustedes, dice lo siguiente:

"Queda entonces discutir la estrategia de toma del poder por la clase trabajadora y las condiciones para su vigencia.

En la actualidad la vigencia de una estrategia de toma del poder por la clase trabajadora, incluye la reflexión sobre temas que son propios de la época que transitamos:

-El mundo actual es mucho más urbano que el de las revoluciones del Siglo XX. Esto hace que los asalariados tengan mucho más peso numérico y social. Por ejemplo, por tomar el caso de Argentina tengamos en cuenta los problemas que genera en la maquinaria capitalista un paro del subte en Buenos Aires o de los ferrocarriles que comunican la CABA con el GBA.

-Para constituir una alianza social que permita vencer al enemigo, la clase trabajadora cuenta con los pobres de las grandes barriadas populares (muchos de ellos aunque son asalariados no se reconocen como trabajadores en razón de su situación absolutamente precaria), que crecieron exponencialmente durante las últimas décadas. Es un desafío establecer una relación con este sector, que ha quedado por fuera de la mieles del “crecimiento” kirchnerista. La experiencia de Soldati mostró la importancia que tiene este sector para el “partido del orden”. La movilización que realizaron los referentes del sindicalismo de base en su apoyo mostró en un pequeño ejemplo lo unidad que hay que construir. Esta es una lucha muy dura contra la burocracia sindical y a veces, en segundo plano, contra la propia base de los trabajadores que tienen algunas conquistas y ven en el hermano pobre, sin techo o inmigrante la foto de lo que no quieren volver a ser. Desde ya que están también las capas medias urbanas, pero la necesidad de lograr su apoyo es algo que está más conversado.

-Los bajos niveles de violencia en la lucha de clases actual dificultan la comprensión de que la burguesía defiende sus posiciones conquistadas mediante una guerra de clase solapada contra los trabajadores y el pueblo. En este sentido, el trecho a recorrer es largo y requiere de una combinación de formas varias de lucha social, política, sindical e incluso militar. Hay un primer paso inevitable que requiere la comprensión de que la lucha sindical no alcanza y que es necesaria la lucha política. Pero la lucha política plantea el enfrentamiento contra el estado y por ende la cuestión político-militar. Ligar la definición del carácter de clase del Estado junto con la de que transitamos las luchas como escuelas de guerra en la perspectiva de una guerra de clases, lejos de cualquier deriva militarista, debería permitir profundizar la perspectiva estratégica de las luchas políticas que tenemos planteadas.

-Lo anterior plantea necesariamente qué tipo de práctica desarrolla la izquierda trotskista en el movimiento obrero, la juventud, incluso entre la propia intelectualidad. La práctica de las organizaciones revolucionarias, tendientes a constituir a la clase trabajadora como sujeto revolucionario con capacidad de acaudillar a millones de oprimidos/as, debe incorporar desde sus niveles más elementales cuestiones centrales para la constitución de un estado de transición o (como se dice ahora) poscapitalista, empezando por el desarrollo de las instancias de organización de base, la práctica de la libertad de tendencias en las organizaciones de masas que permite elevar los niveles de discusión política, la revocabilidad de los delegados y el funcionamiento a través de mandatos, la rotación de los dirigentes para que vuelvan a trabajar y se prueben nuevos cuadros obreros/as como se hace en el Sindicato Ceramista neuquino, el aliento al debate ideológico y la elaboración teórica, por poner algunos ejemplos claves. Pero de conjunto, la ideología y la práctica política tienen que tener una orientación estratégica, es decir apuntar en lo cotidiano a expresar la estrategia por la que luchamos." 


Ojo, no considero que nada de esto sea un descubrimiento brillante, ni nada por el estilo. Es solamente un estado de la cuestión para encarar el debate estratégico que después continuamos en estos tres posts de mi blog y en este de Fernando Rosso.  Pero de esto no dicen nada de nada y nos atribuyen una posición de la cual somos declarados enemigos.

En suma, eludiendo tanto las discusiones de la coyuntura política (proscripción) como el trabajo real de la izquierda en el movimiento obrero (también en la intelectualidad, porque no mencionan el espacio de debate sin ningún sectarismo que abrimos a través del blog del IPS) y los debates estratégicos, los muchachos llaman a asumir que no hay una alternativa de clase y que una nueva izquierda verdaderamente revolucionaria surgirá de las ruinas de la caricatura trazada por ellos mismos de los grupos actualmente existentes.

¡Una curiosa "clase de marxismo"!

jueves, 14 de julio de 2011

Ayer con el batallón, hoy con la reelección

(Se puede leer acá, pero aprovecho para postear un buen artículo de la pluma de Lucho Aguilar sobre el burócrata sindical Gerardo Martínez -sí, el que sonaba como candidato del gobierno para desplazar a Moyano de la CGT- que resulta ser un servicio del Batallón de Inteligencia 601 durante la dictadura ¿Qué dirán los nabos de 678 sobre esto?)

Ayer con el Batallón, hoy con la reelección

Por Lucho Aguilar


De la escuela de Coria

A pocos meses del Cordobazo, la combativa huelga del Chocón (Neuquén) marcaría el ingreso de los trabajadores de la construcción al ascenso obrero y popular iniciado en 1969. Por esos años Rogelio Coria era el secretario general de la UOCRA y lideraba a los sectores ‘participacionistas’ de la burocracia, los que colaboraban con la dictadura de Onganía.

Más tarde, liderados por Rogelio Papagno, la UOCRA aportaría algunos de sus ‘culatas’ para la masacre de Ezeiza y la derecha peronista que sostenía al gobierno de Isabel.

Gerardo Martínez llegaría al gremio ya intervenido por la dictadura, con algunos de sus miembros todavía encarcelados y cientos de activistas asesinados o desaparecidos. No sería para subir un andamio ni levantar pared alguna. Ahora quedan claros los servicios que brindaba Martínez.

Reconversión

Martínez aprovecharía la ‘renovación’ de la burocracia peronista para convertirse en uno de los ‘jóvenes brillantes’ del ubaldinismo. Uno de sus servicios esos años sería levantar la histórica huelga de Piedra del Águila. Los 90 lo llevarían a su apogeo. Allí se convertiría en uno de los secretarios generales de la CGT durante el menemismo. Miles de despidos, precarización laboral, reformas antiobreras, la ‘obra’ de Gerardo echaba por tierra muchas conquistas obreras. Terminaría el siglo con sus laderos escrachados, cobrando coimas para no controlar las condiciones de seguridad en las obras, y él mismo pidiendo la implementación de un “cupo para inmigrantes” contra los miles de albañiles bolivianos y paraguayos que trabajaban en nuestro país.

Otros que colaboraron

Desde su llegada a la cúpula de la UOCRA Martínez se convirtió en un niño mimado de la Cámara Argentina de la Construcción. Fundada durante la histórica huelga obrera de 1936, la CAC sería en 1975 una de las fundadoras de la Asociación Permanente de Entidades Gremiales Empresariales, destinada a promocionar el golpe de Estado. Los Pérez Companc, los Roggio, los Wagner, los Macri, colaboraron con el genocidio. A cambio fueron favorecidos con monumentales obras. Pero sobre el rol de los empresarios de la construcción en la dictadura nadie habla. La corpo estatal tampoco.

Una trayectoria

Es que Gerardo Martínez ha continuado al servicio de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Por eso ha sonado en los últimos tiempos como una de las apuestas oficiales para reemplazar a Moyano en la CGT. Tiene con qué. Desde su gremio ha sostenido a fuerza de prebendas y patotas las brutales condiciones de explotación de los obreros de la construcción. Tercerizados en las acerías y el petróleo. Encabezando el ránking de trabajo en negro. Pagando sus propias indemnizaciones. Derribados de los andamios y enterrados en zanjas, trampas mortales del “boom inmobiliario”.

Mientras esos miles de albañiles le pusieron el cuerpo al “modelo de crecimiento”, los hombres de Gerardo hicieron de fuerza de choque oficial no sólo contra los opositores del gremio, sino contra otros trabajadores que enfrentaban al gobierno, como los docentes y estatales en Río Turbio o Plaza Huincul, los empleados de comercio en Río Gallegos o los asambleístas en Chubut.

Gerardo Martínez ha seguido al servicio de los capitalistas y el Estado

Doble discurso

La combatividad de los obreros de la construcción en los ‘70 fue cobrada a sangre y fuego, primero por la Triple A y después por la dictadura. Mariano Bojanic, Julio Gugliara, Daniel Segura, Ruben Bauer, Alfredo Aspeleiter, Juan Andrada, Jose Alvarenga, Aldo Cantero, Eduardo Barrionuevo, Nicolas Alvarez, Antonio Arévalo, Luis Bericiarte, Jorge Benvenutto, Raul Brogin, Ernesto Basualdo, Diego Balmaceda. Más de 100 albañiles desaparecidos ¡Presentes!

Las banderas de aquellos compañeros han quedado en manos de la izquierda y los militantes obreros que son parte del “sindicalismo de base”. En cambio los buchones como Gerardo Martínez, los asesinos como Pedraza, son parte de la columna vertebral del “modelo nacional y popular” del kirchnerismo.