miércoles, 1 de julio de 2015

Grecia, la Troika y Syriza: las amarguras de la realpolitik



Con todos los límites que se derivan de no conocer la situación de primera mano, comparto algunas reflexiones (como siempre digo, si les sirve, feliz con ello, si no, no le den bola...)

La situación social en Grecia es dramática y los eventos políticos van cambiando minuto a minuto y no se sabe bien qué puede pasar de acá al domingo en el que está convocado el referéndum sobre la política de la Troika, por lo que estas líneas intentan plantear algunas cuestiones que se expresan en la coyuntura pero podrían trascenderla...

La Troika y Grecia: ¿hacia el capitalismo periférico?

La política de retrogradación social que impulsa la "troika" para Grecia tiene objetivos de disciplinamiento hacia los propios griegos así como hacia todos los "socios menores" de la UE, también eventualmente, volver imposible la continuidad del gobierno de Syriza-ANEL. ¿Pero no tiene efectos más profundos? ¿No se puede pensar que la política de la Troika, está operando una metamorfosis de Grecia de "imperialismo menor" (similar a como veía Trotsky a Checoslovaquia en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial)  a "capitalismo periférico" (concepto con el que Gramsci identificaba el grupo de países europeos más "atrasados", entre ellos Italia, España y Portugal)?

En el concepto de Gramsci, la idea de capitalismo periférico estaba ligada a la de una mayor debilidad del aparato estatal y a una sobreextensión de sectores medios que bloqueaban el desarrollo de la clase obrera como actor independiente, una suerte de "Occidente periférico y tardío" según la expresión de Portantiero en Los Usos de Gramsci. En este caso, el proceso de pauperización de amplias capas de las sociedad, daría otra tónica a esta involución social, no obstante lo cual podría resignificarse este concepto; es decir que sin transformarse aún en un país semicolonial, su status esté en vías de transformación hacia un híbrido entre "imperialismo menor" y "capitalismo periférico". 

La respuesta a esta pregunta, no obstante, no puede encontrarse por fuera de la lucha que está en curso y del desarrollo de la lucha de clases más en general.

El internacionalismo y la huelga continental 

En este post escrito con Fernando Rosso habíamos retomado los análisis de Pietro Basso  sobre la cuestión de la nueva composición "plurinacional" de la clase obrera en las ciudades europeas como base concreta para un nuevo internacionalismo. 

La situación de Grecia plantea nuevamente la cuestión, desde otro ángulo, ya que más allá de la movilización masiva de los propios griegos, una derrota en toda la línea de la política de la Troika es difícil de lograr sin el apoyo activo de la clase obrera europea, en especial del proletariado alemán. 

Sin llegar a ser un "supraestado" con plenos poderes, la existencia de la Unión Europea y su intervención directa en la política de los "socios menores" como Grecia, amplía la escala del enfrentamiento, planteando la necesidad de unir centro y periferia dentro de la propia Europa y modificando en parte la vieja ecuación de Marx sobre que la lucha de la clase obrera era nacional por su forma pero internacional por su contenido. En la actualidad incluso la forma es un poco más internacional que en el pasado, obviamente sin haberse liquidado el rol de los Estados nacionales. 

Por eso, la figura de la huelga continental como acción coordinada a nivel europeo, está muy lejos de la fantasía de una revolución que estalla en todos lados al mismo tiempo. Por el contrario, empieza a ser una necesidad concreta, en este caso, para defender las más elementales condiciones de supervivencia de Grecia. 

En este sentido, los dirigentes reformistas de Europa, tan proclives a apoyar incondicionalmente todas las políticas de Tsipras, no tienen el mismo entusiasmo para convocar acciones contundentes de las organizaciones de masas que dirigen, cuando lo que está planteado es una gran acción de solidaridad continental e internacional con el pueblo de Grecia, por la anulación de la deuda y contra la política de la Troika. 

Las pasivizaciones y sus límites

En este post, identificaba la pasivización ciudadana (es decir la transformación de las luchas democráticas, populares y anti-imperialistas en luchas por la ampliación de la ciudadanía dentro de los marcos del sistema), como el principal mecanismo tendiente a dislocar la dinámica permanente de la revolución social, en ausencia de otros mecanismos como lo fuera en su momento la división tajante de la periferia y el centro, en el marco de los pactos entre la burocracia de la URSS y las potencias imperialistas. 

En mi opinión esa categoría sirve para entender el proceso de los gobiernos "posneoliberales" latinoamericanos y algunos momentos específicos de la "primavera árabe" (con más limitaciones ya que hubo procesos revolucionarios más desarrollados) así como los fenómenos de Syriza y PODEMOS. Sin embargo, en el caso de Syriza, se empiezan a mostrar con crueldad los límites de una estrategia pasivizadora presentada como realpolitik.

La pasivización fue la apuesta de Syriza, es decir, llegar al gobierno como expresión electoral del proceso de luchas que se dio en Grecia durante los últimos años, pero no para llevar hasta el final las demandas de los trabajadores y el pueblo, sino para reconstruir la autoridad estatal que estaba en crisis por la política de ajustes permanentes, de lo cual el hundimiento del PASOK fue la expresión política incontrastable. Así lo hizo saber el propio Tsipras al momento de asumir, generando un autodenominado gobierno de salvación nacional

Pero sin soja ni petróleo, ni "viento de cola", Tsipras parece haber atado su destino a la continuidad de Grecia en la "zona Euro", para lo cual sin poder transformarse en un agente directo de la Troika, ni alentar una salida del euro en clave soberanista, mucho menos tomando medidas anticapitalistas como la nacionalización de los bancos y otras que defiende la extrema izquierda en Grecia, empieza a parecer una especie "bonapartismo líquido" cuyas posiciones van cambiando en función de las maniobras y contramaniobras que realiza en la negociación. 

En este sentido, si la revolución pasiva es como habíamos señalado acá una suerte de "moderador clausewitziano" entre revolución y contrarrevolución, funcional a ésta última, tomando incluso su lugar cuando esta es evitable, la "contrarrevolución social por medios diplomáticos" que busca imponer la Troika, pone límites a cualquier salida reformista y con eso pone en crisis la estrategia pasivizadora de Syriza. 

Con todo, la liquidez misma tiene un límite. Como decía Trotsky en sus Escritos sobre Lenin, Dialéctica y Evolucionismo, todo fluye, pero nada fluye fuera de sus márgenes y así como la Troika puede estar forzando la relación de fuerzas más allá de los límites aceptables, lo mismo puede ocurrirle a Tsipras y sus marchas y contramarchas de cara a los trabajadores y el pueblo de Grecia.

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